Ante un auditorio colmado por unos 900 pequeños, medianos y grandes industriales, la presidenta Cristina Fernández anunció ayer en el Hotel Hilton el comienzo de una nueva etapa en la economía local que consistirá en la “sintonía fina” del modelo productivo. En un discurso que se extendió 57 minutos, Cristina, sin leer ni repetir, hizo un llamado a los empresarios que tienen negocios en la Argentina a que reinviertan sus utilidades en el país, y también cuestionó la decisión de la CGT de promover la distribución de la ganancias a través de un proyecto de ley y cinscuncribió el debate al ámbito de las paritarias. En su alocución, Cristina prácticamente tocó todo el abanico de temas de la coyuntura económica e incluso se tomó un tiempo para criticar la propuesta del jefe de gobierno Mauricio Macri de no hacerse cargo de los subterráneos y de reclamar que el Estado Nacional mantenga los subsidios hasta el año 2017 (ver p. 6). A lo largo de la conferencia industrial, Cristina estuvo rodeada por sus principales espadas del Gabinete nacional: el ministro de Economía, Amado Boudou; el de Planificación, Julio De Vido; la de Industria, Débora Giorgi, y también estuvo flanqueda por el principal anfitrión de la 17ª conferencia industrial, el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), José Ignacio De Mendiguren.
Tras destacar las virtudes del modelo económico productivo que “ha generado puestos de trabajo, un fuerte mercado interno y nos ha permitido crecer”, Cristina se preguntó: “¿Cómo seguimos?”, y acto seguido dijo: “Ahora hay que comenzar con la sintonía fina, porque ya no basta con la definición de pequeña, mediana industria, sino también hay que comenzar a ver lo que son los grandes temas: inversión, cuestiones salariales, inflación, subsidios.” Ante la atenta mirada de empresarios de todos las orientaciones políticas y de diversos sectores, como el titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti; el presidente de la Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi; y el presidente de la Bolsa, Adelmo Gabbi, entre muchos otros, Cristina atacó el modelo neoliberal y dijo que “se intenta la fórmula de no tocar utilidades o preservar utilidades fundamentalmente en lo que hace al sector financiero y que la crisis la paguen las menos tienen”. En otro tramo, Cristina lanzó una dura reprimenda a aquellos que reclaman una fuerte devaluación y simultáneamente cuestionan los índices inflacionarios. “A la Argentina siempre la van a ver en la línea de la depreciación de la moneda, tal vez no en la intensidad que querrían los exportadores, pero entonces que no me vengan a hablar de inflación, porque si no tengo controlada la variable dólar, vamos muchachos, dos más dos es cuatro, y todos terminan referenciando los precios de los bienes y de los servicios en dólares, no se puede tener la chancha, los veinte y la máquina de hacer chorizos”, señaló la mandataria, e inmediatamente agregó: “Nuestro modelo es de crecimiento, no de metas de inflación; el modelo de metas de inflación es el método del Consenso de Washington.” En su discurso, Cristina tuvo pasajes muy duros con la patronal, como cuando dijo que “muchas veces algunos interpretan que competitividad se hace a costa de salarios o se hace a costa de renuncia de impuestos por parte del Estado”. Además, le envió un mensaje a De Mendiguren, quien previamente había hecho un encendido discurso refiriendo a la importancia de terminar con el carácter pendulario de la economía argentina y la necesidad de avanzar hacia el desarrollo. “Cuando ‘el Vasco’ hablaba de innovar comportamientos, por ahí en estos días se producen algunos acontecimientos. Comenzamos a cruzar la información de los créditos que habíamos otorgado en el Bicentenrio y encontramos que algunas empresas grandes, de servicios, de producción, habían comprado igual cantidad de dólares”, disparó Cristina ante la mirada estupefacta de más de uno de los presentes. Unos párrafos más adelante y cuando defendió la política de subsidios oficial como herramienta clave para favorecer la competitividad de la industria, la presidenta también hizo referencia, sin nombrarla, a una empresa que “en el 2010 obtuvo un 31% de utilidades con respecto a 2008 y, sin embargo, invirtió un 35% menos”.
Sin embargo, la mandataria repartió una de cal y una de arena, y tampoco faltaron elogios a los hombres de negocios y definiciones políticas que endulzaron los oídos de los empresarios y críticas al titular de la CGT, Hugo Moyano. Cristina, por ejemplo, desmintió que su gobierno esté analizando modificar la Ley de Inversiones para obligar a las multinacionales a remitir sus utilidades mediante una normativa legal. Destacó públicamente la actitud de las automotrices de reinvertir sus utilidades en la Argentina y adelantó que es partidaria de que la distribución de las ganancias de la producción no salga por ley, sino que se discuta en el marco de los convenios colectivos de trabajo. Además, con los ojos puestos en el reciente conflicto que paralizó Aerolíneas Argentinas, la presidenta cuestionó los conflictos intersindicales y de encuadramiento. “El conflicto laboral siempre se da entre el patrón y el obrero, pero cuando se da entre dos sindicatos porque se están tironeando los trabajadores, esto le hace perder competitividad a la economía”, subrayó Cristina, al tiempo que reclamó el acatamiento a las conciliaciones obligatorias. Sin embargo, en otro pasaje de su discurso hizo una mención explícita a seguir sosteniendo el poder adquisitivo de las clases más humildes, “que son las que no tienen capacidad de ahorro y no pueden comprar con contado con liqui” una maniobra que utilizan las empresas para fugar dólares del país.
