CRISIS DEL CAMPO: profundizar el debate

La renovación de la Corte Suprema, el impulso a la política de derechos humanos, el abandono de las relaciones carnales con EE.UU. y un nuevo alineamiento con los países de América Latina, la reactivación de la industria y el campo a partir de precios internacionales muy convenientes y el encarecimiento de las importaciones, entre otras medidas, hicieron que muchos sectores progresistas comenzaran a mirar con simpatía al gobierno Kichner.
No obstante, muchos problemas y cambios estructurales necesarios eran dejados de lado por diversas razones. Los tozudos reclamos de diversos sectores de modificar la Ley de Radiodifusión y la Ley de Entidades Financieras provenientes de la dictadura, eran permanentemente desoídas. Los reclamos de recuperar para el estado los recursos naturales como el petróleo, el gas y la minería tampoco encontraban eco en el gobierno.
Tampoco se hacia visible un mayor énfasis en la tan mentada “distribución de la riqueza”, pese a que se notaba una mejora evidente en los índices económicos y sociales. Tampoco se atendía el reclamo de la CTA para obtener su reconocimiento gremial y se abandonaban los postulados del FRENAPO (Frente Nacional contra la Pobreza) de avanzar en el diseño de planes sociales universales que pusieran fin al clientelismo político.
La ausencia de una oposición que al menos hiciera pie en la arena política, facilito durante estos años que el gobierno se manejara en forma unilateral siguiendo sus propios designios sin escuchar a ninguno de estos reclamos.
Mientras el viento venia de cola, todo marchaba bien y el gobierno dedicaba sus esfuerzos a seguir aumentando su base social, no por medio de una construcción política a largo plazo, basada en objetivos y programas comunes, sino por la mas expedita vía de la cooptación política, billetera mediante.
El conflicto desatado con el campo cambio abruptamente el escenario y prácticamente dividió a la sociedad en dos. A favor o en contra, sin grises ni medias tintas.
Y acá aparece lo notable de este conflicto. Hay sectores que están peleando por intereses concretos: los productores agrarios quieren ganar más de lo que ganan y el gobierno quiere quedarse con parte de esa renta con el objetivo de redistribuir esa riqueza. Hasta ahí todo bien. Pero el resto de la sociedad comienza a emblocarse en uno u otro sector, no por sus intereses concretos sino por su simpatía o antipatía con el gobierno, más allá de que convenga o no a sus intereses.
La oposición, inexistente hasta marzo, encuentra una veta por donde poder aparecer y, por supuesto, se embloca en el sector antigobierno. No importan los argumentos ni siquiera se detienen a pensar si sus posiciones tienen que ver con sus plataformas políticas. Lo que importa es aparecer como opositor y cuanto mas duro mejor. Esto también, a pesar del oportunismo que conlleva, podría aceptarse como parte de lo que ha sido la lucha política en los últimos años en la Argentina caracterizada por el oportunismo y la falta de coherencia de la mayoría de las fuerzas políticas.
Lo que sorprende es la actitud de la gente común, los de a pie. Se suman al coro sin saber ni siquiera porque. Dato que habría que tener en cuenta a la hora de medir el malestar de amplios sectores de la sociedad.
Por ejemplo: se indignan contra el Secretario de Comercio Moreno y repiten que es un patotero, solo porque va al Mercado de Liniers a comprobar si se cumple el acuerdo que acababan de firmar el gobierno y las entidades rurales, y como ve que no se cumple, mantiene la suspensión de las exportaciones hasta que los cortes populares bajen a los precios acordados, por ejemplo, el asado a diez pesos. Lo razonable seria que apoyaran a Moreno para que baje el precio de la carne y parar la inflación. Pero no, despotrican contra Moreno y contra la inflación como si una cosa y la otra no tuvieran nada que ver.
Se suman al reclamo agropecuario de bajar las retenciones, sin siquiera considerar que esto provocaría mayor aumento de los precios internos. Por supuesto esto no les impide seguir criticando los aumentos inflacionarios. Otro tanto ocurre con los precios de los lácteos, el aceite etc.
Esto es, los sectores dominantes han logrado que el resto de los sectores sociales adopte sus intereses como propios, cuando en realidad son absolutamente contradictorios. Lo que Gramsci definía como “hegemonía”. Por supuesto que a esto han contribuido enormemente los medios de comunicación.
Y para esto basta un ejemplo: solamente un medio grafico dio cuenta de todo el episodio de D Elías con el ambientalista de Gualeguaychu que fuera trompeado. Los demás medios omitieron decir que el agredido camino mas de una cuadra insultando a D Elías (quién no goza de mis simpatías aclaro) hasta que lo llamo “negro de mierda mercenario” y logro la respuesta de D Elías. Creo realmente que ninguno de los que hace de D Elías un monstruo se bancaria caminar una cuadra soportando insultos sin reaccionar. Sin embargo los medios demonizaron a D Elías. Años atrás hubiera costado imaginar un conflicto de la naturaleza que tuvo la crisis con el sector agropecuario que tuviera como única victima un hombre con la boca lastimada. Sin embargo los radicales de Entre Ríos hablaban de “represión como las peores épocas de la dictadura”. Lo que muestra que no tienen idea de lo que fue la dictadura o que a ellos no les fue tan mal en esa época.
Evidentemente todas estas reacciones de sectores de la sociedad que no están involucradas directamente en el conflicto (aunque si los va a terminar afectando) tiene mas que ver con la antipatía o la decepción que les provoca este gobierno que con intereses concretos.
En esa visión maniqueísta de buenos y malos, no importa si algo esta bien o esta mal, lo que importa es saber de que lado del conflicto se ubica.
No importa que en los “cacerolazos” hayan aparecido Cecilia Pando y conspicuos defensores de la dictadura militar o que se haya pedido el retorno de Videla y los militares. Si están con nosotros, esta todo bien.
Tampoco importa que en el medio del conflicto se haya firmado la entrega de la mitad correspondiente a Santa Cruz de Cerro Dragón , el mayor yacimiento petrolífero del país o se firmen los acuerdos para la construcción del faraónico e innecesario “Tren Bala” que muy pocos podrán utilizar aunque se hable de gobernar para todos.
No importa. Si lo hizo el gobierno esta bien.
En este marco cabria esperar, y es necesario impulsar, el mayor debate posible en el seno de la sociedad acerca de las políticas agropecuarias en general, como se reinvierten las retenciones en promoción a los pequeños productores, en obras publicas y en la imprescindible reindustrialización del país, como todo esto se inserta en un proyecto global de país, de modo que la sociedad tome posiciones a favor de sus propios intereses y considerando el país globalmente y no tomando partido como si se tratara de un partido de fútbol.
No es momento de desaforados ni de consignas o arengas grandilocuentes sino de pensar seriamente en un país posible y para todos.
Entonces si, el conflicto habría dejado una buena enseñanza.

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