Cuando DIARIOJUNIO se acercó al banco donde Gastón Quiroz ejercía su reclamo, exactamente frente al monumento a los detenidos desaparecidos durante la última dictadura militar, el joven de 34 años sujetaba entre sus manos un cartel con le leyenda “Memoria, Verdad y Justicia” y una cadena con dos candandos le rodeaba la cintura, para luego entrelazarse con la estructura del banco en el que estaba sentado.
Junto a él, estaba reposado plácidamente un hombre de unos 55 años, que contemplaba las palomas que comían alpiste a sus pies, hasta que, fiel al reflejo argentino de “no salir en la foto”, al detectar la presencia de un camarógrafo, el hombre se levantó de ese banco con la velocidad de una centella, por esa precavida intención de “no quedar pegado”, que tanto se asemeja al “Algo habrán hecho” que murmuraban los cobardes justificadores de terror, haciendo uso del más repugnante facilismo discursivo, cuando a plena luz del día un comando del Ejercito se llevaba a las rastras a cualquier hijo de vecino, por pensar distinto al régimen, o por aparecer en la agenda telefónica de uno que otro militante social, político o partidario.
De la misma manera que cuando los militares se llevaban a un vecino, “nadie lo conocía ni había hablado nunca con él”, de esa misma manera, este señor, que estaba sentado justo junto a Gastón Quiroz, se desentendió de la “embarazosa situación” aclarando que no tenía “nada que ver”.
Aprovechando el espacio concedido por la innata reacción que aquel sujeto, el periodista de DIARIOJUNIO se sienta junto al joven que está encadenado y pregunta:
¿Por qué estás acá?
Quiroz, es un joven realmente muy delgado, su aspecto es el de una persona con cierta deficiencia alimentaria, y se puede ver también que le faltan varias piezas dentales. Viste un saco de invierno, pantalón de vestir y gorro también de invierno, en tanto exhibe a quien desee comprobar sus dichos, de cuanta documentación dispone.
Ante cada pregunta, reacciona con desconfianza, observa constantemente a su alrededor con detenimiento, y el periodista no puede dejar de advertir ciertos aires de paranoia en sus movimientos; aunque bien vale decir, esto último no modifica en nada la interpretación que se pueda dar sobre la veracidad de su caso.
Finalmente Quiroz contesta con naturalidad a la pregunta. “Estoy haciendo esto para que el Banco Nacional de Datos Genéticos acelere los trámites y me den los resultados, yo ya me hice los estudios y todo, así que solamente necesito que me den los resultados” afirmó el joven, al tiempo que sentenció: “Yo lo que pido es que el juez Federal de Concepción del Uruguay venga acá, porque he tenido amenazas de la Policía y la única forma que esto mejores es que me pongan una custodia y que me den los resultados del ADN” afirmó el joven que además amenaza con mantener una huelga de hambre hasta tanto no se entreviste con el dicho magistrado.
En este aspecto, Quiroz dijo que “la muestra de sangre me la hicieron el 1° de agosto de este año, y yo quiero que esto se acelere porque demasiados problemas tuve ya, a mi me persiguen por este problema, y pienso que una vez que me den los resultados del banco nacional de datos genéticos no me va a perseguir más”
Al ser consultado por este dato, el titular de la delegación local de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia, Rubén Bonelli, confirmó que “hace 15 días fuimos con él a Buenos Aires y lo contactamos con la asociación HIJOS, le sacaron muestras de sangre, pero el cotejo de muestras lleva su tiempo, no puede hacerse tan rápido y es lo que estamos tratando de hacerle entender”.
A las 14.00Hs. Cuando volvimos a consultar por su estado, tanto Bonelli como el Subjefe departamental de Policía, se hallaban en el lugar tratando de convencer al joven, que se reusaba a abandonar la huelga de hambre, aunque le explicaban que su pedido era, por lo menos, difícil de cumplir.
En cuanto a las presuntas denuncias por amenazas inferidas desde la fuerza policial contra Quiroz, el funcionario manifestó que “yo no puedo afirmar nada, pero es probable que se trate de una elucubración; no obstante la sospecha sobre su identidad, tienen en cambio arraigo en información real, que fue confirmada por sus padres. Concluyó Bonelli.