Feierstein contó que la pandemia en un problema de la gente. “A la hora de planificar comportamientos sociales son los médicos los que lo definen y las cosas están dando los resultados contrarios a los deseados.”
“La población no actúa de acuerdo a las circunstancias. Es un comportamiento atípico, agrupado y colectivo de negación. Si bien hay diálogo entre la psicología y la sociología, son cosas distintas. Cuando estamos ante una situación de negación y aquello que genera angustia, una respuesta muy común es lo que la psicología llama mecanismo de defensa, pero cuando se convierte en una conducta social, se va ratificando cada uno en el otro. En ese sentido es muy importante la información que nos pueden aportar los mensajes de la política y que se transfiere a una audiencia enorme, genera efectos muy importantes a nivel social”, explicó el profesional.
“Es equivocado hacer lo que están diciendo las autoridades, pues refuerza los mecanismos de negación, es decir que te están informando que las cosas no son tan graves. Las autoridades, en el modo de llevar calma, contradicen el mensaje de los médicos intensivistas y la situación del sistema de salud, por lo que se logra un efecto contrario que ratifican los mecanismos de negación. Si vos decís que colapsa el sistema de salud, tenés que decirlo antes de que colapse, para que se entienda antes de que la gente logre entenderlo con un familiar, porque no tienen donde internarlo y comprender que se va a morir antes de recibir asistencia”, explicitó con realismo.
“A cualquier sujeto le resulta difícil aceptar la posibilidad de su muerte o enfermedad y también la alteración de su vida cotidiana. Eso explica también el odio en las respuestas anticuarentena”, agregó.
En este sentido, el doctor en Ciencias Sociales argumentó que los mensajes de las autoridades, tal como «estamos bien, la situación está controlada, ya pasamos lo peor, la semana que viene baja, el sistema de salud va a resistir, no habrá colapso, esto nos permite dar un nuevo paso» lo único que hacen es ratificar los sistemas de negación.
“En el escenario en que estamos es posible cambiar la situación en que nos encontramos, ya hubo un intento de volver a cerrar y de volver a ajustar la cuarentena y no surtió el efecto esperado y para ello hay que dejar de pensar en blanco-negro y evaluar con una mirada que incluya la mirada sociológica, qué se puede ir haciendo y qué no, en distintas situaciones y depende donde.»
En algunas ciudades grandes del país, donde el porcentaje de infectados está subiendo con un nivel de reproducción que no puede soportar el sistema de salud, parecería no quedar otra que llevar a cabo un cierre: “Un cierre inmediato de tres semanas en algunos lugares, el intento de hacer una cuarentena estricta fracasó porque no hubo capacidad de que la población lo entendiera, pero se puede pensar cómo mantener una movilidad estable. Una cosa es decir una cuarentena estricta y otra cosa es seguir abriendo actividades. Una movilidad estable tiende a la baja, pues hay población que ya inmunizada permite, por ejemplo, que no se siga instalando el nivel de contagio, y ver si se puede ir logrando un paulatino descenso. Pero para esto hay transmitir lo contrario de lo que se está transmitiendo, hay que hacer saber el riesgo y la situación en la que se está.”
“El mensaje que se escucha es: “quédense tranquilos que lo estamos manejando…estamos saliendo… esto no se va a desbordar…” y eso es un problema porque tranquiliza a la población y produce el efecto contrario al que se quiere. El riesgo es más importante más allá de si hay condiciones o no en cada jurisdicción», detalló.
Con respecto a otros países y la dimensión de contagios en Europa, el sociólogo destacó que “fue una situación peor que la nuestra y que desbordó. Lo único que logró frenar los contagios fueron los mensajes en videos que llegaron desde las autoridades locales y/o regionales que mostraron una situación atroz. Si logras que la gente se quede tres semanas en la casa el descenso es brutal. Lo real es que los incumplimientos fueron más de lo que se esperaban”, señaló.
Pero el riesgo del discurso cruel es inocular miedo, entonces ¿cómo encontrar un equilibrio entre la negación y el miedo? ¿Cómo lograr un punto medio?
“Lo que se transmite no verbalmente es mucho más potente, también hay que revisar lo que se dice. No hay que dar dobles mensajes”, precisó.
En determinadas circunstancias el miedo existe y está bien que en algunas situaciones tengamos miedo. Entonces, ¿cómo usar inteligentemente el miedo? ¿Cómo comunicar ciertas cosas? ¿cómo manejar la situación? ¿Cuál es el límite del miedo para no generar una situación de resentimiento? ¿Cómo equilibrar eso?
“El miedo y el cuidado no son contrapuestos. Podemos tener miedo por uno mismo y por el otro. Más allá de yo, pensar en la idea de comunidad. Hay población que se está cuidando y nos cuida a todos”, aclaró el sociólogo.
“La discusión de fondo en que no les queda otra opción, más allá del que sale al pedo y nos pone en riesgo a todos. Y nos jode, cuando no salís no solo te cuidas a vos, cuida a los que salen”, concluyó