Santa Ana debió volver a Fase 1 de la cuarentena y fue declarada como ciudad de circulación por conglomerado del virus covid-19. Las autoridades esperan poder contener la cadena de contagios de manera rápida y evitar un escenario de circulación comunitaria que podría ser desastroso para el lugar y la región.
El poblado de Santa Ana llegó a esa situación por algo –tal vez- muy común en los seres humanos que es pensar que ciertas desgracias nunca le van a tocar a uno. De las palabras del propio intendente del lugar se desprende que los habitantes no esperaban que les pudiera pasar. Pero el problema no son los vecinos -a los que a muchos se les podrá endilgar una falta de responsabilidad ciudadana y conciencia social-, sino de la autoridad máxima de la pequeña y pintoresca ciudad de 3000 habitantes a orillas del Lago de Salto Grande que, antes del coronavirus, parece haberse contagiado del discurso negacionista que prima en la zona y en muchas otras ciudades de la provincia.
En una ciudad que, como lo dice el intendente en la nota de hoy, vive casi exclusivamente de dos actividades que generan el flujo de gente -el citrus y el turismo en épocas de verano-, no parece tarea imposible llevar a cabo controles más minuciosos y exigir la cuarentena obligatoria de aquellas personas que viajan o provienen desde zonas con circulación comunitaria.
Según se conoce, las personas que trabajan en la actividad del citrus y debían viajar a Buenos Aires, al regresar no cumplían la cuarentena obligatoria de 14 días y el virus se diseminó en reuniones sociales que no estaban permitidas.
“Es imposible tener el control de lo que pasa dentro de una casa: no podemos ser niñeros de la gente… Pero la gente que venía de Buenos Aires no respetaba la cuarentena y las reuniones familiares se transformaron en sociales… Después aparecieron otros contagios, pero esos fueron los disparadores», explicó el intendente tal gurí caído del catre.
Sacándose la pelota de encima, Zanandrea declaró que “después de un tiempo de esta cuarentena eterna que llevamos, se empezaron a relajar porque no había circulación viral en esta zona, empezaron a venir y comenzaron los primeros contagios».
Cabría aquí preguntarle al intendente qué se hizo para impedirlo.
El intendente dijo que todo el mundo pensaba que el virus no iba a llegar: «El Ministro de Salud de la Nación había dicho que el virus estaba lejos, que estaba en China y no iba a llegar: después llegó a la Argentina. Y llegó a Santa Ana», explicó. Pero a diferencia de Zanandrea -y de otros que son precursores de sus pasos, tal vez con un poco más de suerte, nada más-, el ministro de Salud de la Nación se hizo cargo de la pandemia y viene trabajando para impedir su propagación, equipando hospitales, sumando camas de internación y tomando otras medidas sanitarias al respecto. Pasaron más de tres meses desde que el coronavirus desembarcó en la Argentina y llegó a Santa Ana.
Ahora Santa Ana vuelve a Fase 1 con todas las dificultades y el retroceso que eso significa. Y todo parece indicar que, por el nivel de contagios, la situación no será por poco tiempo.
Ser un dirigente político de fuste y a la altura de las responsabilidades no siempre va emparentado con tomar medidas simpáticas y poco incómodas para los vecinos o mirar para otro lado: «Mientras no pasa nada, nadie dice nada», dijo Zanandrea al periodista de DIARIOJUNIO que lo entrevistó esta mañana, al parecer olvidando que es la cabeza política y el responsable principal de velar por el bienestar general de su comunidad guste a quién le guste.