CORONA VIRUS Y NEGACIONISMO

Cuando nos sobreviene una gran desgracia, nos amenaza una catástrofe imprevista, los humanos mostramos dos tipos de reacciones: o reconocemos y afrontamos el problema. 

O intentamos desconocerlo.

Esta última actitud ,en su faz más patética, es lo que conocemos como negacionismo.

Puede deberse por un lado al miedo, la actitud irracional del avestruz que escondiendo la cabeza bajo tierra se hace ilusión que el enemigo no existe.

O, peor, que tratemos de ocultar el mal a causa que, por un motivo u otro no nos conviene que otros lo sepan.

LA “PESTE DEL SIGLO VEINTE”

Leyendo una crónica de historia me entero de la terrible “pandemia” que asoló al mundo hacia 1919,  y se conoció como “influenza” o “gripe española”.

¿Saben por qué se llamó así?

En realidad, la peste no fue “española”: dicen que se originó en los campos de batalla de Europa,  a causa de las espantosas condiciones de vida de esa guerra estática de trincheras que fue la de 1914/18.

Los soldados norteamericanos, que intervinieron el último año de guerra, la contrajeron y llevaron a su patria.

Y allí, la desparramaron en multitudinarios desfiles y festejos que, imprudentemente, las autoridades sanitarias no se preocuparon de prevenir.

Se dice que los países participantes de la guerra, seguramente con gran complejo de culpa, ocultaron cuidadosamente las noticias .

Incluso hicieron pasar como” caidos en combate” a muchos de los afectados por la enfermedad.

En algunos lugares se llegó hasta prohibir los avisos fúnebres y el repique de campanas en iglesias o cementerios para que la población no tomara conciencia de la gravedad de lo que ocurría.

España había sido neutral en la Gran Guerra. Sin embargo, a través de la frontera de Francia, le llegó la peste.

Y el entonces Rey Alfonso XIII no puso ningún obstáculo a que se difundieran las noticias.

Al contrario les dio gran publicidad , alertando al mundo acerca del peligro.

Por eso los pobres españoles debieron cargar con el bautismo, de que se llamara “española” una calamidad que ellos no provocaron.

Una actitud criminalmente negadora que le ocasionó al planeta un tendal de cincuenta millones de muertos.

¡El doble de los caídos en la Primera Guerra Mundial!

EN EL SIGLO VEINTIUNO

Casi cien años después, volvemos a vivir una situación parecida.

Pero en este mundo globalizado, con el auge de los viajes rápidos y comunicaciones difundidas instantáneas, ya no es tan sencillo ocultar la realidad.

Como se dice vulgarmente, ahora “la mentira tiene patas cortas”. Se puede esconder por un tiempo, pero la cruda verdad, tarde o temprano sale a luz.

Se dice que en China se conoció el virus y sus efectos letales  màs o menos en el mes de octubre del 2019.

Pero que lo mantuvieron oculto, ni siquiera cercaron la ciudad donde se originó y desparramó al mundo.

Incluso, al parecer, se contó con la complicidad del presidente y algunos altos funcionarios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que llegaron a  tales altos cargos por el apoyo chino.

En Italia, donde aparecieron los primeros casos al comenzar el año nole otorgaron mayor trascendencia. Es que en marzo empieza la primavera en el Hemisferio Norte, la temporada alta del turismo y no era cosa de arruinar uno de los mayores ingresos de la Península.

Recien parecieron los italianos tomar conciencia cuando se encontraron con miles de muertos.

Algo parecido le sucedió a España, cuyo gobierno no quiso interrumpir los fastuosos festejos del mes de la mujer, que congregarían miles de visitantes del mundo entero.

O Boris Johnson en Gran Bretaña, que recién pareciera haberse enterado que había una pandemia cuando se apestó personalmente.

El rigor y la disciplina de los alemanes, y la serenidad y seriedad de la Merkel, lograron, sino evitar, por lo menos controlar el desastre en Alemania.

Del otro lado del océano, Donald Trump, más preocupado por las elecciones de noviembre, que por la salud de la gente, en aras de mejorar las encuestas, promovía, al tiempo de aparecer la enfermedad,   una “cruzada bélica” lanzando  amenazadoramente la flota americana del Caribe sobre Venezuela. (El gobierno de Maduro puede ser muy cuestionable, pero la solución la debe dar el pueblo venezolano. Las bravatas del jefe del Imperio sólo sirven hasta ahora para cohesionar o fortalecer el regimen “boliviariano”)

La espantosa visión de los ataúdes apilados en fosas comunes en la orgullosa Nueva York (40% de negros e hispanos) volvió a la realidad a los americanos del Norte. Entre otras cosas, haciendo notar las falencias de los sistemas sociales y sanitarios en la primer potencia mundial.

En nuestro surcontinente, el inefable Bolsonaro se reía de la “gripezinha”, mientras afirmaba que “el brasilero puede bucear en una alcantarilla y no le pasa nada”.

Afortunadamente Brasil es un país federal, y la mayoría de gobernadores no siguieron la línea inconsciente que les marcaba la Presidencia.

¡Hasta los narcos actuaron con más inteligencia decretando el”toque de  queda” en las favelas que controlan!

Así y todo, las cifras son tremendas.

En México el presidente López Obrador aconsejaba continuar la vida normal. Y, en lugar del barbijo llevar la imagen de la Virgen de Guadalupe.

Dice el refrán “ayúdate y Dios te ayudará”.

O, màs popularmente, Dios (o la Virgen de Guadalupe), puede perdonar a los pecadores, pero, difícilmente a los “gilipollas” (dirían los españoles)

En nuestro vecino Chile, también el gobierno de Piñera dio escasa importancia inicial al problema.

Consecuencia de tal, hoy tienen, proporcionalmente a la población, màs infectados que Argentina.

Llama la atención los pocos muertos en relación a los muchos infectados. Una de dos: o el sistema de salud trasandino no es tan malo como lo criticaban en multitudinarias manifestaciones. O ,según dicen, se “truchan” las estadísticas y se hace aparecer a los fallecidos como “recuperados” .

Para que hablar del horror del Ecuador de Lenin Moreno, todos vimos en televisión los cadáveres tirados en las calles y, a veces, prendidos fuego.

Frente a este panorama, muy a vuelo de pájaro, hay que reconocer que en Argentina -aunque, con buena o mala intención se puedan criticar una u otra falla, real o supuesta-, en general, las cosas se hicieron bien.

Una cuarentena oportuna, dura y que dejará secuelas muy negativas en lo económico.

Pero, a no dudarlo, han de salvar miles, quizá millones de vidas.    

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