El momento fue especialmente emotivo para aquellas familias que todavía están buscando los cuerpos de sus desaparecidos, muchos de los cuales se dieron ayer cita en las inmediaciones del lugar del suceso para rezar por el éxito de los trabajos de rescate. El nerviosismo y la tensión entre ellos era patente y algunos incluso salieron al mar en barco para poder apreciar de cerca las tareas de recuperación.
"Soy una madre que tan solo echa de menos a su hija. Por favor, oren por nosotros para que podamos volver a casa con Eun-Hwa", declaró a AFP Lee Keum Hui, uno de los pocos familiares que han estado viviendo desde el accidente en las cabañas de Paengmok, el puerto más cercano al lugar del naufragio. "Estaremos muy agradecidos si rezáis con nosotros para que las últimas víctimas puedan regresar con sus allegados", dijo rompiendo a llorar.
El trágico suceso tuvo lugar el 16 de abril de 2014, cuando este buque de 6.825 toneladas y 140 metros volcó y se hundió en el extremo suroccidental del país, frente a las costas de la isla de Jindo. Mientras se iba a pique, los adolescentes atrapados en su interior enviaron mensajes de texto para pedir ayuda o despedirse de sus familiares. En el mes posterior, la búsqueda submarina fue capaz de recuperar 295 cadáveres, pero nueve todavía permanecen desaparecidos.
Desde que tuvo lugar el accidente, las familias de los afectados han exigido que el barco sea rescatado con la esperanza de que los cadáveres de los desaparecidos se encuentren dentro y puedan ser recuperados. También aspiran a que los restos del navío revelen nuevas pistas sobre las causas del hundimiento.