Más adelante, el critico continúa: “las formas cerradas del comienzo que se ceñían a una posibilidad de representar la realidad, se abren, se multiplican, se disocian. Gracias a un dibujo gestual, que se manifiesta por el automatismo, el artista pone en evidencia la inseguridad de las certezas aparentes y la pluralidad de significaciones de las imágenes. Con imágenes veladas, fragmentadas e inacabadas Miguel Melcon desarrolla en estos últimos años una obra pictórica que lo distingue y le da personalidad.
La espontaneidad de su gesto, la factura rápida con que plantea cada uno de sus trabajos –que en general vuelve a retocar y reelaborar después- tiene que ver con la posibilidad de alcanzar ese punto de encuentro fugaz entre lo mental y lo sensible. En la obra pictórica de este artista podemos hallar ecos del informalismo, del surrealismo y del arte conceptual (casi una síntesis de las vertientes mas poderosas del arte de este siglo), pero lo que, sin duda, caracteriza a su obra es esa captación mental y sensible a la vez de imágenes que confunden la realidad y el sueño. El artista busca atraparlas en su fugacidad y transmitirlas al contemplador con la misma intensidad que tuvieron. La necesidad de verdad que subyace en toda obra artística verdadera se pone de manifiesto, entonces, en esa condici6n incierta, inasible, siempre provisoria, de la captación de lo real, en destellos inacabados, incomprensibles y enigmáticos. Las imágenes creadas por las pinturas y técnicas diversas que utiliza Melcon -siempre con sentido predominante pictórico- nos llevan por ese territorio incierto de lo verdadero. Por eso, su pintura nos produce la inquietud inconciliable y perturbadora propia del arte”.