“En Concordia no hay un solo dirigente peronista que sintetice una única idea para proponer cómo salir de esta realidad que golpea a amplios sectores de la sociedad. La verdad es que hay diferencias de visiones, interpretaciones, hasta de concepciones, y no hay ámbitos para debatir esta cuestión. Y las PASO son una herramienta para dirimir las ideas, para dar señales claras por donde hay que transitar para hacer frente a las demandas de los trabajadores, de los jóvenes, de los trabajadores informales, de las amas de casa”, plantea Jakimchuk, quien tiene un largo periplo dentro del peronismo entrerriano.
Quien alguna vez ocupó transitoriamente el sillón de Zorraquín -allá por el año 1993, cuando el entonces intendente Jorge Pedro Busti fue nombrado secretario de Gobierno de un joven Juan Schiaretti de apenas 44 años, designado como interventor de una Santiago del Estero en llamas-, y perdiera una reñida interna contra el “Vasco” Orduna, quien después triunfaría en las elecciones para intendente ante el radical Horacio Giorgio, plantea que en Concordia el debate político brilla por su ausencia o, en el mejor de los casos, si tiene lugar, transcurre por fuera de los carriles del interés y las necesidades de los vecinos de la ciudad:
“Mira, si le preguntas al vecino en qué tipo de comunidad quiere vivir o a qué tipo de ciudad le gustaría que Concordia se parezca, es indudable que enseguida te debés hacer cuatro preguntas: ¿Cómo se genera la riqueza? ¿Cómo se distribuye esa riqueza? ¿Cuál es el rol del Estado? ¿Cuál es el rol del sector privado? No son sólo preguntas económicas, son preguntas políticas y de modo de vida también. De estos interrogantes surgen los indicadores socioeconómicos y políticos de la comunidad. Si los dirigentes no entendemos esto y sus causas, no se puede equilibrar esos indicadores que hoy duelen, que dejan marcas sociales muy profundas. La política debe mirar muy profundamente los problemas. La realidad exige que el compromiso comunitario y sus dirigentes tengan el deber de discutir sobre qué hay detrás de la estigmatización de la ciudad pobre”, reflexiona.
“Debemos entender que el peronismo es mucho más que los dirigentes. Hay militantes, hay trabajadores, hay organizaciones sociales, hay jóvenes que tienen sentimientos negativos con la realidad que quieren ser escuchados y aportar ideas, medidas que sirvan para construir consensos para una mejor redistribución de los esfuerzos colectivos. Hay que dejar de lado los slogans y prometer un futuro. El futuro ya tiene injerencia en el presente, ya lo está condicionando en cada uno de los días que se suceden, y yo creo que no se presenta en forma acabada con lo que representa en peronismo”.
Jakimchuk, que parece con más ganas de patear la mesa que de servir el menú, considera que en la política local no se diagnostica correctamente la pobreza porque no se analiza la distribución de la riqueza en nuestra ciudad.
“El problema es que la pobreza y la distribución de la riqueza, desde hace mucho tiempo, no se analizan como una relación, en sentido puntual y sistémico. Puntual porque nadie es pobre o indigente sino en comparación con lo que se benefician otros. Pero además, es una relación sistémica, porque los procesos por los cuales se genera la riqueza en Concordia son muchas veces los mismos que construyen los más de cien mil pobres e indigentes. Nos hemos acostumbrado a perder de vista esa relación, fundamentalmente nosotros los dirigentes. Cada vez que el INDEC nos refresca los números de pobrezas, para muchos es más fácil pensar que la pobreza es un problema de los pobres, de la migración y otros argumentos, más que vincularla con las desigualdades estructurales de la sociedad y cómo se organiza la explotación de su riqueza y su distribución. Esto hay que discutir de cara a la sociedad sino queremos quedar como un peronismo débil y fácil de cooptar por parte del sentido común neoliberal de CAMBIEMOS que habla de pobreza y no de desigualdad, porque este término incluye a las formas de acumulación de riqueza que son las que generan la pobreza”.
Jakimchuk admite que se presentará en las Primarias, que tiene ganas de competir y vocación de ganar, pero sobre todo de proponer debate, sacudir al peronismo y terminar con el discurso liviano de los precandidatos que, por miedo de caer en la supuesta “grieta”, repiten slogans cómodos y no discuten ideas ni proyectos: “El peronismo debe ampliar su base electoral obligatoriamente,construir entre todos unos mensajes que genere esperanza, credibilidad, pero diciendo la verdad para confrontar con la derecha provincial y local. Por supuesto, nosotros no tendremos una largada de campaña al estilo Massachusetts, ni asados, ni palabras de autoelogios, nada de eso, seguiremos como ahora, hablando con la gente y diciendo como es nuestra visión sin slogans huecos”.