Con el río crecido, la corriente arrastra nutrias, ciervos, yacarés y serpientes

Julio Báez, un pescador de Puerto Sánchez, contó a EL DIARIO que estos animales anidan en los camalotes que se estancan en las lagunas y los arroyos. Con la inundación las plantas han sido arrastradas por la corriente y la fauna que vive en ese ámbito también comienza el viaje por el caudal.

Otra presencia llamativa son las “mulitas”. Algunos chicos de Bajada Grande los cazan y adoptan como mascotas. No son pocos los ejemplares de esta especie que llegan a la orilla. La razón es que las zonas secas escasean y estos animalitos con caparazón huyen del avance del agua. Al parecer, para varios también son apetecibles. Muchos vecinos consultados sobre la aparición de estos animales no dudaron en hacer referencia al sabor de su carne: “Son ricas, al horno o al estofado”, repitió más de uno.

Internándose en el río, también se encuentran otros especímenes que no se ven fácilmente en épocas de corrientes encauzadas. Báez comentó que frente a la Toma Nueva fueron cazados dos ciervos. La razón es que no les ha quedado a estos mamíferos mucha tierra firme. Por eso, se aglutinan en la poca superficie que encuentran y quedan sin defensa, a expensas de cualquier buen tirador, casi como en un coto de caza.

Río arriba, a la altura, de Villa Urquiza, también se han visto yacarés. Éstos son atrapados para ser comidos en milanesa, según afirmó otro hombre de Puerto Sánchez, habituado a la caza, consultado por esta Hoja bajo la sombra, al reparo de las lenguas de fuego de un sol pertinaz.

Por su parte, Hugo, un pescador, ni bien se bajó de la canoa contó que con los camalotes llegan muchas serpientes y arañas. “Tenemos cuidado donde pisamos y también miramos los árboles porque las víboras también están en las ramas”, dijo en relación a las prevenciones que toman para no ser picados.

Julio contó que vivió las inundaciones del 82, el 86 y el 92. “En todas, llegaron más o menos los mismos bichos pero esta vez no se han visto carpinchos”, dijo, levemente sorprendido. Además señaló que son varias las yararás que han matado en la costa en el último tiempo. El mismo que habló de los yacarés, acotó que el año pasado fue picado por un pichón de yarará por lo que estuvo cuatro días internado en el hospital San Martín.

Si bien desde Flora y Fauna del gobierno de Entre Ríos no han recibido durante esta creciente consultas sobre la presencia o la picadura de serpientes, las fuentes consultadas insistieron ante esta Hoja en la necesidad de tener precauciones ante la presencia de ofidios.

Entre las venenosas, la más común es la mencionada yarará pero también no se descarta que pueda haber ejemplares de anaconda amarilla o curiyú y ñacaniná. “En caso de ser picado por una víbora no hay que asustarse sino acudir al hospital San Martín o San Roque para ser atendido con el suero antiofídico. También la Secretaría de Salud tiene un equipo médico especializado para estos casos”, dijo José Osinalde del área técnica de Flora y Fauna Silvestre.

Lo que ocurre es sencillo de entender: los animales han buscado resguardo sobre los camalotes, llegan por el río y como el río ha desbordado, logran llegar a la tierra. Así, en distintos momentos, paseantes ribereños han detectado culebras, lagartos, nutrias y yararás, siendo éstas últimas las que más preocupan por ser venenosas y requerir un suero específico.

Si bien la comunidad ribereña está habituada a convivir con la presencia de animales ponzoñosos, otros años se ha apelado a una campaña de concientización a través de la entrega de folletos entre la población de riesgo.

Luego de la charla con los pescadores de Puerto Sánchez sobre las especies que trae la corriente, Báez quiso hacer un reclamo ante este medio. Se quejó de un reparto desparejo de la ayuda y los subsidios en el marco de la inundación. Calificó de inequitativa a la distribución y responsabilizó a la referente Mariana Ríos y al funcionario Roberto Sabbioni. Según afirmó el pescador, la ayuda se entrega a “los conocidos y acomodados, dejando afuera a todos los pescadores que dadas las condiciones del río no pueden trabajar” y graficó su situación: “Por la crecida, perdí una malla que sale cinco mil pesos y ahora saco 100 pesos por día porque no hay pescado. A veces, le tenemos que pedir para comer a los acopiadores”, afirmó.

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