Con 133 votos a favor y 94, Diputados dio media sanción a una ley que limita el tarifazo.

Maratón parlamentaria
Eran poco más de las 12 h cuando un eufórico Eduardo Amadeo entró al Salón de Pasos Perdidos. “Por acá”, le dijeron mientras lo arrastraban hacia sus interlocutores. “Costó pero salió”, dijo el recién llegado. El diputado oficialista hablaba con los (también) felices dirigentes de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Juntos celebraban la sanción de la Ley de Financiamiento Productivo, más conocida como de Mercado de Capitales. Una norma votada en común por macrismo y peronismo.

Esa entidad envió, el pasado 2 de noviembre, una carta al ministro Triaca, donde halagaba las ventajas de la reforma laboral. “Las medidas serán de gran beneficio para las Pymes”, decía la misiva. Confirmación por escrito de que, más allá del discurso peronista, los trabajadores no encontrarán aliados entre los empresarios pequeños.

La votación de la Ley de Financiamiento Productivo puso en evidencia el acuerdo alcanzado entre el oficialismo y el peronismo federal. Las dos sesiones especiales, que tanta especulación levantaran días previos, se convirtieron en un continuado. El quórum logrado a las 10.50 h no hizo más que renovarse, a escala ampliada, cerca de las 13 h. Como si fuera una Lebac.

Esa afinidad entre macrismo y peronismo no se había hecho esperar. Apenas iniciada la sesión, Nicolás del Caño (PTS-FIT) propuso que la Cámara rechazara el acuerdo con el FMI, anunciado apenas 24 horas antes.

Paradojas de la representación política. Aunque el 75 % de la población argentina rechaza acordar con ese organismo, entre los diputados hubo abstenciones y votos en contra.

Los votos en contra vinieron del macrismo. Las abstenciones del Bloque Justicialista y el Frente Renovador. Para Graciela Camaño apenas había tenido lugar “una llamada telefónica”. Horas más tarde, la llamada se convertía en los lineamientos de un acuerdo que implicará mayor injerencia imperialista sobre la economía nacional.

Ironías, cruces y un chivo (de verdad)
Elisa Carrió llegó al recinto pasadas las 11.30. Se fue cerca de las 13 h. La diputada “trabajó” apenas hora y media. En su única intervención recordó que había pagado $ 6.000 por un chivo. Un pequeño lujo que pocos pueden darse. A no ser que tengan la posibilidad de canjear pasajes.

La media sanción de la norma se explica más por el enorme malestar social que por la voluntad política de la llamada oposición. “No somos golpistas”, repitió Diego Bossio en reiteradas ocasiones. El ex titular de la ANSES kirchnerista ratificó la moderación de su espacio político. Mucho más tarde, el salteño Pablo Kosiner insistió en la idea, recordando las leyes de ajuste que ese espacio colaboró a aprobar. Y de pasó aclaró que ya trabajan hacia el 2019 con el Frente Renovador. A confesión de partes….

El Frente de Izquierda, dejando en claro su propia posición, señaló que apoyaba el proyecto de manera crítica. “Vamos a acompañarlo porque significa un paliativo para millones de personas que hoy están sufriendo este brutal ajuste”, señaló Nicolás del Caño en su intervención.

La extensa sesión fue productiva en chicanas, ironías y cruces. El macrismo repitió hasta el hartazgo las críticas a la “herencia recibida”. El kirchnerismo enrostró los ajustes actuales olvidando sus (múltiples) concesiones al gran empresariado en 12 años. Desde la izquierda, Del Caño se encargaría de recordarles el eslogan de “pagadores seriales” que tan efusivamente reivindicó una expresidenta en 2012.

Vetadores seriales
El radical Facundo Suárez Lastra extendió la mano obligando a su interlocutor a estrecharla. Ansiaba recibir más felicitaciones. Minutos antes había pedido de manera enfervorizada que Macri vetara la ley que se discutía. “Tiene la obligación”, exclamó mientras se ganaba los aplausos de los pocos diputados oficialistas presentes en la sala en ese momento.

El diputado porteño no fue el primero ni el único en hablar de veto en el bloque oficialista. A esta altura ya es un secreto a voces que el macrismo prepara esa herramienta en caso de que el Senado complete la aprobación de esta norma.

 El actual presidente, cuando ocupaba el cargo de jefe de Gobierno en Ciudad de Buenos Aires, fue bautizado como “Capitán Veto”. Se prepara para revalidar el apodo. La media sanción de este miércoles debe ser considerada a la luz de esa perspectiva.

El Congreso y las calles
“El chori está a $ 70, pá”, contestó el joven. El cronista recordó haber pagado $ 50 por el mismo producto. Apenas mes y medio atrás. A su pensamiento acudieron el ministro Dujovne y la (absurda) meta inflacionaria del 15 %.

A escasos cien metros, unos 4.000 trabajadores cantaban el clásico “camioneros, carajo”. Bastante menos de los 15.000 que se había anunciado extraoficialmente que llegarían.Muy lejos de los 150.000 que coparon la 9 de Julio hace casi tres meses. Ni el descontento social ni la crisis dejaron de crecer en ese lapso.

La convocatoria de este miércoles, donde pudo verse a dirigentes como Pablo Moyano o Hugo Yasky, distó años luz de aquella otra del 21F. Los agrupamientos afines al kirchnerismo movilizaron (más que) modestamente. La hiperactividad en las redes contrastó con lo limitado en las calles.

El peronismo volvió a evidenciar que la vara de su accionar es puramente electoral, mirando hacia el 2019. Una vara que mide demasiado bajo para la situación en curso, donde el oficialismo solo asegura el veto.

La presencia en las calles correspondió, desde temprano, al Frente de Izquierda que también aportó sustancialmente en la movilización de la tarde. Allí estuvieron Myriam Bregman, Patricio Del Corro, Néstor Pitrola y Marcelo Ramal, entre otros. El sindicalismo combativo dijo presente a través de sus principales referentes pero también con la participación de cientos de trabajadores, que se acercaron con sus agrupaciones. Estudiantes secundarios, terciarios y universitarios también concentraron frente al histórico edificio del Congreso.

La izquierda marchó no solo para rechazar el tarifazo, sino para volver a plantear la urgente necesidad de un paro nacional y un plan de lucha, única perspectiva realista frente a la dureza oficial. Solo poniendo en movimiento la fuerza de millones de trabajadores se puede derrotar el intento que hará Macri de vetar la norma aprobada.

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