“La historia de los trabajadores de San José, Villa Elisa o Liebig es una historia familiar ligada mucho más al trabajo operario, de trabajo estable. Vos ves lo currículums de esa gente y ves trayectorias laborales mucho más estables. En Colón es al revés, agarrás 100 currículums y esa gente agarra un laburo, deja, va a otro”, indicó.
Escher sostuvo que, en la provincia, Colón compite con Federación. Y a nivel nacional, está posicionado a la altura de la costa atlántica. “Es difícil comparar porque la costa tiene otro servicio y otra modalidad. Según los gustos, estamos siendo considerados porque el agua de río es más cálida y el clima es menos ventoso. Pero quien consume Mar del Plata, Pinamar o Mar de las Pampas y le gusta la vida de mar, no lo considera una competencia. Pero a quien le da lo mismo el mar o el río, la gente nos compara con esos destinos”, recalcó.
El responsable de Turismo remarcó además que a muchos le atrae la tranquilidad. Y no solo porque pueden salir a caminar tranquilos sino, recalcó Escher, por el buen trato del colonense. “Es amable, los trata sin conflicto”, indicó en referencia a la buena predisposición. Y quizás no es el mismo trato que reciben en la costa argentina.
Desglosando el número de plazas, Escher sostuvo que hay 5.000 plazas hoteleras, con un nivel de servicios que incluyen hasta calefacción para el invierno. “Con un nivel de servicios parecido a Buenos Aires o Paraná”, comparó. Otro porcentaje similar de plazas ofrecen las cabañas en zonas rurales con piletas. Y después hay muchos vecinos comunes que ofrecen casas o departamentos en alquiler. “Hay mucha gente que labura así y le va bien”, indicó. Después de todo, “Colon hace 30 años nació así: con vecinos que empezaron a hacer departamentitos”, recalcó.
Además de las 17.000 plazas formales, están los alojamientos informales. “Son casitas de vecinos que por ahí alquilan”, dijo. De hecho, Escher confirmó que esta semana están retomando con la política de salir a fiscalizar. “De la pospandemia para acá era difícil fiscalizar porque la gente no había trabajado en mucho tiempo. La sentían como muy dura la presencia del municipio velando porque los servicios que ofrecen fuesen reales”, indicó. En otras palabras, corroborar que la categoría del establecimiento basada en la cantidad de estrellas, fuese real. “Eso nos garantiza que la calidad del destino se mantenga. De lo contrario, si hay un hotel de cuatro estrellas pero brinda servicios por dos, el cliente va a decir que Colon que la promesa de servicio no la cumplen”, dijo.
“Saliendo de la pandemia ya van a ser dos años de trabajo continuo porque por suerte este año y el anterior trabajamos mucho. Entonces ya estamos en un buen momento para fiscalizar”, añadió. Lo mismo con el rubro gastronómico.
Respecto del perfil de los visitantes, Escher dijo que en su mayoría provienen de CABA, Gran Buenos Aires o Rosario, además de uruguayos que vienen de Montevideo, Maldonado y Salto. Y vienen personas de clase alta que pueden llegar a abonar una habitación en un hotel por una noche más de $ 30.000, incluyendo pileta y jacuzzi. “Solo salen a comer ya dar una vuelta”, indicó. Y después clase media que alquilan casitas o departamentos que lo usan para dormir o para cocinarse. “Después están todo el día afuera o van a una rotisería”, indico. Pero también hay muchos que optan por pasar el día en las playas y vuelven a sus hogares de noche ya que se domicilian en ciudades cercanas como San José, Villa Elisa, Liebig y hasta Concordia o Paysandú del lado uruguayo. “Se notan mucho los fines de semana; tenemos más de 12.000 excursionistas por día”, recalcó.
“Las islas están siendo muy consumidas por el colonense, por el excursionista, por el porteño. Muchos vienen con sus trailers y sus lanchas. El alojamiento de Colón está preparado para eso. Los chicos vienen, estacionan sus autos y su vehículo náutico. Hoy el cuello de botella, para que te des una idea, son las bajadas de lanchas. Hay cuatro y están saturadas. Nosotros estamos tratando de optimizar más la capacidad de carga de cada bajada. No está confirmado, pero estamos con dos o tres oferentes que van a hacer mejoras en ese sentido”, remarcó.
En las playas se pueden encontrar lanchas que llevan gente a las islas por $ 1.000, o que hacen excursiones por todo el río llegando hasta Liebig incluso y también quienes hacen las excursiones de todas las islas. “Algunas están acá enfrente y otras tenés que hacer unos kilómetros. Para ir al Caraballo tenés 45 minutos aproximadamente”, explicó.
Respecto de los precios, Escher remarcó que no está de acuerdo en señalar que la ciudad es cara. Como ejemplo, mencionó que la semana pasada estuvo gente de Ushuaia que venía para visitar las termas. Y le señalaron que se habían desviado por la costanera hacia la zona sur, al mediodía almorzaron en esa zona, luego fueron a la costa norte. Cuando se quisieron acordar, eran las siete de la tarde. “La habíamos pasado bárbaro y no habíamos gastado un ‘sope’ más que para el almuerzo y la habíamos pasado genial. En Colon no pagas estacionamiento, no pagás uso de parrillas, hay canchas de voley y de futbol en la zona norte y en la sur y no pagas por eso tampoco. Tenes mucho para hacer sin costo prácticamente”, indicó.
En lo que hace a la gastronomía, indicó que hay restaurantes cerca de las termas que se puede comer un buen plato de pastas por $ 1.000 o de pescado o milanesas por $ 1.200. “En la zona céntrica, algo más elaborado con un cheff te cuesta $ 1.800 o $ 2.000. Pero en Colon tenés para todos los gustos”, indicó.
Otro ejemplo, la entrada para el Parque Nacional “El Palmar” vale $ 800, la entrada a Molino Forclaz, uno de los lugares más visitados desde el punto de vista histórico, vale $ 800. “El disfrute de los atractivos turísticos es bastante más económico que los de la media”, indicó.
