Cuando Miranda ingresó en el Concejo (99-03) como parte de la Alianza, desde el Frepaso quisieron imponerle seis colaboradores. “No acepté porque me parecía que era incoherente con la realidad y con el discurso que había tenido previamente en la campaña. Yo había dicho que el pecado de la municipalidad es que está llena de gente que no trabaja”, recordó.
No obstante, dijo que otro concejal del mismo partido, Ramón Almeida, que había ingresado por la renuncia de Susana Paoli: “metió las seis personas que yo no había querido más dos hijos que todavía están en la planta municipal”. “Los ocho que metió todavía están en la municipalidad”, señaló.
“No es tan intensa la actividad del concejal como para que se justifique tener cinco colaboradores”, añadió. Miranda recordó que el único colaborador con el que contó fue un profesional. “Más que nada eran asesores. Hay dos profesiones que son ineludibles: el abogado y el contador. El abogado porque tenés que interpretar y crear ordenanzas. Y el contador porque se habla de tributo, de porcentuales, y todo lo que tiene que ver con la actividad contable”, señaló.
Además, opino que no es necesario tener empleados para atender a la gente. Y añadió que en pocas oportunidades los visitantes del Concejo van a presentar proyectos. “Lo que va a hacer la gente a la municipalidad es, vamos a decirlo ‘en criollo’, a ‘manguearte’. Y yo terminé con esa práctica porque nunca di nada a quienes me venían a ‘manguear’”, resaltó.
“He visto que en la lista que publican que cada concejal tiene un pariente. Inclusive hay un tal (Eduardo) Mozetic que tiene un sólo colaborador y casualmente tiene el apellido de él”, manifestó. “Zadoyko, el hombre que aparecía como la estrella del Concejo, aparece con seis o siete colaboradores, es una barbaridad lo que ha hecho este muchacho”, expresó.
El desatino de los 90
“Este es un mal que no podemos atribuírselo exclusivamente ni a Bordet ni a Casañas ni a los concejales que están actualmente”, dijo. No obstante, recordó que el intendente y su vice fueron concejales durante la segunda mitad de la década del 90. “Y fue esa década donde se produjeron los mayores desatinos”, indicó. En 1991 había 1150 empleados en el municipio. “Se incorporaron 1000 empleados de la mano de (Jorge) Busti y 500 de la mano de (Juan Carlos) Cresto. Es decir, 1500 personas”, indicó. Al final de la década la lista excedía largamente los 2000 empleados.
Miranda aseguró que mediante el empleo público se disfrazó la desocupación masiva. “Mucha gente en la calle fue a parar a la municipalidad. Y a partir de ese momento, la municipalidad comenzó a andar a los tumbos”, mencionó. El ex edil aseguró que “se dice que hay 5000 personas que cobran sueldos” del municipio aunque la afirmación la brindó sin mayores argumentos. “Es un desatino espectacular”, añadió.
El ex concejal señaló que no se puede seguir pagando tasas a los efectos de sostener un municipio “incapaz de las cosas más elementales”. Como ejemplo, señaló que no puede administrar la costanera y por ello tuvo que crear un ente específico. “Tampoco puede embellecerla porque Parques y Jardines que debería ir a colocar plantas, cortar el césped, no puede porque eso esta a cargo de una institución privada que es un vivero de la zona norte”, indicó.
“Aquel estado que se criticaba en la década del 90, el estado elefantiásico, estamos llegando a lo mismo. Las instituciones nacionales, provinciales y municipales están llenas de gente y sin estructura para llevar adelante sus funciones”, indicó. Y añadió que la prosperidad del trabajo “en negro” en la ciudad se debe a que los organismos que deben controlar “no tienen camioneta, no tienen personal capacitado, no tienen combustible, no tienen esto, no tienen lo otro”.