Ni siquiera en la anterior administración había sido objeto de semejante decisión arbitraria por parte de la dirección de ese vespertino. Si bien la relación laboral era informal y consensual, va de suyo que después de largos años de trayectoria periodística tanto en medios radiales, televisivos y gráficos, es que por lo menos merezco una comunicación previa a mi desafectación como editorialista, y no después de haber enviado dos artículos pos-eleccionarios.
Al consultar por esa decisión a la dirección del mismo, esta se sintió agraviada por lo que consideraba una exigencia desmedida de mi parte. Quienes me conocen, y en esta sociedad sobran de a miles, saben perfectamente que siempre me he manejado con respeto e independencia periodística con todos los sectores políticos, y mis expresiones y opiniones siempre estuvieron documentadas para evitar cualquier suspicacia.
Pero si un diario se dirige a la distancia, sin conocer el «humor» de la sociedad, ni la percepción que ella tiene sobre los formadores de opinión, es que entonces se tiene la posibilidad de cometer este tipo de decisiones, más allá del derecho que tiene la empresa editorial de decidir el presente y el futuro de un periodista en ese medio. Ya ha pasado el tiempo del autoritarismo en cualquier plano en la vida civil en nuestra sociedad.
Solo me resta decirles a mis consecuentes lectores que lamento muchísimo, no poder por ese medio, seguir volcando mis opiniones periodísticas con la misma autenticidad e independencia irrenunciable de quienes tenemos la responsabilidad de informar objetivamente.
Solo me queda agradecer a Ud. la posibilidad de difusión en su apreciado medio de esta desafortunada circunstancia que me toca vivir.