CELEBREMOS LA VIDA, DEFENDAMOS EL DERECHO A TENER DERECHOS

Es en esta última década, con presidentes como Lula, Kirchner, Tabaré Vázquez, Lugo, C. Fernández, D. Rousseff, Mujica, sumando a Chávez, Correa y Morales, que el Mercosur deja de ser la mesa de negocio de los intereses transnacionales, y pasa a ser por convicción política de sus pueblos y gobiernos la “mesa grande” de la estrategia latinoamericana para potenciar los países del cono sur, porque la desigualdad en América latina no es producto de la naturaleza ni de ningún orden divino, es producto de los gobiernos que década anteriores traicionaron a sus pueblos, anteponiendo las reglas del capitalismo y del poder mundial central.

Es sabido que los movimientos sociales en América latina, y en particular en los países del Mercosur, en los muchos periodos de dictaduras o gobiernos “democráticos” que implementaron el neoliberalismo, fueron los que sostuvieron la gran resistencia para que no arrasaran con todo y a su vez  resguardaron la democracia. Sin duda, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo de Argentina, constituyen por excelencia el ejemplo de lucha enfrentando a la dictadura cívico – militar, y de perseverancia en busca de justicia para condenar a los responsables y encontrar a las y los nietas/os nacidos en cautiverio. Pero también, es otro símbolo de la lucha social la gesta sindical en Brasil, nacida en pleno periodo dictatorial, que inteligentemente con el liderazgo de Lula da Silva conformó el Partido de los Trabajadores –el PT- para dar la disputa política con el programa de las y los trabajadores. Por otra parte, fue un faro alumbrando en las tinieblas del saqueo a Bolivia, el movimiento que conduce Evo Morales, reivindicando la cultura y costumbres de los pueblos originarios  aymaras y quechuas, que se hace visible al mundo con la gran marcha “por el respecto y la dignidad” en los años noventa.

El gran protagonismo de los movimientos sociales y partidos políticos que enfrentaban el avance del neoliberalismo en América del Sur al final del siglo XX, que pretendía constituir un nuevo orden mundial destruyendo lo alcanzado por los pueblos en la etapa del Estado de bienestar, tuvo su máxima expresión de coordinación y encuentro en el “Foro Social Mundial”, en instancias realizadas en Porto Alegre – Brasil – en los primeros años de este siglo XXI. En esos espacios se encontraban y reconocían luchas que parecían antagónicas, “comunidades eclesiales de Base” y el “movimiento social de mujeres”, por ejemplo. Eran multitudinarias las reuniones con el “movimiento sin tierra” de Brasil, o los “movimientos piqueteros” de Argentina, se debatían fuertemente  en torno a la situación de constante represión a  la comunidad LGTBI, o la naturalización del trabajo que realizaban niñas y niños; los talleres en torno al agua dulce y el desarrollo sustentable y sostenible eran una usina de saber ancestral y creación de alternativas al capitalismo global.

Es por eso que en las cumbres sociales del Mercosur de este nuevo tiempo, esa perspectiva del desafío continuo de los pueblos por pensar desataduras al orden hegemónico establecido que mata la vida de las y los pobres, y construir conciencias para la liberación, se instaló como el bien más preciado a continuar.

La vitalidad de las organizaciones sociales en América del Sur  que defienden, visibilizan, reclaman derechos es presente en el cotidiano. La ciudadanía deja de ser una cascara que canturrean los gobiernos neoliberales, y pasa a ser política concreta. Correr las fronteras de la inclusión con convicción y lucha es una constante. La cumbre social es el espacio por excelencia para compartir y repensar estrategias que permitan en toda la América del Sur, vivir con dignidad y respetando la dignidad a todas las personas. El colectivo del LGTBI da cuenta en Argentina, en Uruguay del significante de ciudadanía “El derecho a tener derechos”, pero enseña que aún  hay que erradicar el discriminatorio “ustedes y nosotros”, y reconocernos en el “somos iguales y diferentes”, como plantea el INADI. El respecto a la identidad de género autopercibida es la expresión más clara de la dignificación de las personas trans, pero es insuficiente si esa ciudadanía no atraviesa a toda la Patria Grande.

Las organizaciones de personas con discapacidad discuten todo el tiempo a la sociedad el paradigma de la normalidad, interpelan a los gobiernos por la implementación en toda su extensión de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. Esta ganando terreno cada vez más aquel planteo de Eva Perón: “los derechos de la ancianidad”, porque forma parte ineludible de la responsabilidad generacional con las viejas y los viejos, garantizando la seguridad social.

Los pueblos originarios han puesto sobre la mesa el debate  de la propiedad privada, categoría capitalista, con el respeto a su cosmovisión del uso colectivo de los recursos naturales, debate que desafía al resto de los grupos sociales a incorporar una mirada integral del problema, y no parcial ni de priorización de problemas sectoriales. Esta realidad se enlaza con las y los que luchan por la defensa de los recursos naturales de la voracidad económica de las transnacionales, porque instala la reflexión política  sobre la pobreza y los modelos de desarrollos, y a su vez evita caer en planteos que transformen en una máscara de ONG para conseguir financiamiento de empresas privadas del “primer mundo”.

Las nuevas formas de colonización de los pueblos latinoamericanos instalan el flagelo de la droga, y allí se generan respuestas de vida organizada, como son los grupos de “madres contra el paco” por ejemplo, pioneras en poner en discusión de qué tipo de organización social hablamos si a los pibes y a las pibas pobres los arrebatan con las balas de las drogas. Complejizando esta realidad el debate se plantea fuerte, áspero, en Uruguay se logra la despenalización de la Marihuana, perspectiva diferente a la de la confusión entre cultura del cannabis y narcotráfico. Otro debate fuerte que no se esconde, sino que se aborda, junto con el tema de la violencia institucional.

Las organizaciones que luchan por el respeto a la niñez, para que el derecho a vivir la infancia feliz sea una realidad en América Latina son muchas y atraviesan todo el continente. Las violaciones a los derechos de niñas, niños y adolescente hacen urgente toda intervención, el reclamo es clamor cuando existen malos tratos y abusos sexuales; está instalada la necesidad de políticas públicas efectivas de desinstitucionalización de niñas, niños y adolescentes sin cuidados parentales. Se extienden las denuncias de medicalización de la infancia, ante el avance de intereses de laboratorios sobre la patologización  de  toda conducta en la niñez que no responda al “deber ser” instituido.

El movimiento social de mujeres latinoamericano es pujante y con grandes lazos entre las feministas de todos los países. Han logrado instalar en las agendas de todos los gobiernos el femicidio como el resultado extremo de la violencia de género: “te matan por ser mujer”. La lucha contra la trata de personas con fines de explotación sexual hoy es política pública de los gobiernos del Mercosur; se han instalado debates en torno a los derechos sexuales y reproductivos, constituyendo hoy un reclamo central la despenalización y legalización del aborto junto al respeto por el derecho a decidir de las mujeres, para no constituir ciudadanías de segunda.

Este breve, y acotado repaso por algunas de las organizaciones sociales que luchan en América del Sur por una vida justa y digna , nos dan un muestra de la vigencia de los derechos humanos, de la constante generación de ciudadanía nueva, de la necesidad de construir conciencia que los intereses de todos los pueblos de América Latina son comunes; porque la desigualdad social agrava los problemas sectoriales, porque por ejemplo, en Argentina la mayor percepción y motivo de discriminación es la situación socio económica: ser pobre. 

Es por esto y mucho más, que las cumbres sociales constituyen  para toda luchadora, todo luchador por una vida digna y con justicia social, la oportunidad de discutir, reflexionar, proponer junto a hermanas y hermanos latinoamericanos la profundización de las ciudadanías, seguir corriendo las fronteras para cada vez ser más pueblo organizados con derechos, porque hoy tenemos gobiernos que son un reflejo de sus pueblos, gobiernos que miran a sus pueblos, por eso la cita de este jueves 11 y viernes 12 de diciembre en la Cumbre Social Mercosur de Paraná, es una cita de honor, es una cita con la historia, depende de nosotras y nosotros que sigamos siendo las y los artífices de nuestros propios destinos. La fuerza y rebeldía  de Néstor Kirchner y Hugo Chaves está aquí. Celebremos la vida.

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