Con el testimonio de Félix Román se reanudó la audiencia caratulada “Harguindeguy y otros”. Se trata de tres causas acumuladas, y en este caso se investigan los delitos de allanamiento ilegal de domicilio, privación ilegítima de la libertad y aplicación de torturas en perjuicio de 30 víctimas, y cuatro casos encuadrados bajo la figura de la desaparición forzada de personas, en perjuicio de los militantes concordienses Sixto Zalasar y Julio Solaga y otros dos de Gualeguaychú. Los máximos imputados son
Albano Harguindeguy (como Ministro del Interior durante la última dictadura tenía bajo su control los centros clandestinos de detención y tortura: los regimientos de Concordia y Gualeguychú y la policía federal de Concepción del Uruguay) acusado por delitos ocasionados a 30 víctimas. Particularmente en este tramo de la causa el otro imputado es Miguel Dasso quien se desempeñara como Jefe del Área Concordia del Ejército. Cabe destacar que Genaro Díaz Bessone, jefe del Comando del Segundo Cuerpo del Ejército hasta octubre de 1976 y ex ministro de Planificación de Jorge Rafael Videla fue aparatado de la causa por una decisión de los magistrados teniendo en cuenta pericias médicas.
Félix Román: el testimonio de nueve meses de privación ilegitima de la libertad
Sin ahorrar detalles y con un testimonio que varias veces lo llevó a estar al borde de las lagrimas, Félix Roman, ex secretario general del Sindicato de Trabajadores Municipales de Concordia, narró ante el Tribunal como se produjo su detención y como fueron los días posteriores.
Román contó que el 24 de marzo de 1976 “un trágico día para mi” alrededor de las seis de la mañana, cuando él se estaba cambiando para ir a trabajar a la municipalidad sintió un golpe muy fuerte en su puerta. “La que era mi mujer en ese momento pego el grito ` son del Ejército y te vienen a buscar`” narró el testigo.
Román dijo que se trató de un operativo conjunto del que participaron personal de la Policía Provincial, la Gendarmería Nacional y el Ejército. El testigo dijo que del operativo participaron “entre 25 y 30 efectivos” y que cuando abrió la puerta de su casa se encontró con unos siete u ocho militares armados, que le gatillaron. “Por favor, que yo estoy desarmado”, les pidió a los uniformados. Continuando con su relato Román dijo que en su domicilio también se encontraban su esposa y sus dos hijos de 4 y 1 año de edad. “Los efectivos estaban armados hasta los dientes y me gatillaban, yo les pedía que no me maten. A mi mujer también la arrinconaron. Nos tuvieron así durante casi media hora, que fue lo que duró el operativo”. Varios de los uniformados entraron es su casa y revolvieron todo, pasado unos 20 minutos vino uno y dijo “está limpio”. Ahí Román fue esposado y subido a un Unimog. “Una vez arriba el superior a cargo, que era de Ejército les dijo a los otros soldados ´cualquier movimiento le tiran a matar´” refirió el testigo.
Román fue el primer preso político capturado por la dictadura en Concordia y trasladado a las barracas del Regimiento de Caballería de Tanques 6 Blandengues, donde la máxima autoridad era Dasso. En el mismo día fueron llegando más detenidos y los días siguientes también. “Creo que yo era el primero que llevaron detenido, después empezaron a traer a más personas. Creo que llegamos a ser unos 40 detenidos”, comento en este tramo de su relato Román.
Encuentro Con Dasso
Al tercer o cuarto día de su reclusión en el Regimiento el ex sindicalista se encontró con Miguel Dasso. Al respecto el testigo dijo que Dasso le pidió que diga la verdad sobre el Estatuto de Reorganización Nacional y él le respondió que diría la verdad sobre la Constitución Nacional, que era lo que él respetaba. “Por mi respuesta Dasso se enojó mucho” afirmó Román.
Me preguntó si sabía por qué estaba detenido y le dije que mis actividades eran lícitas y a la luz del día, que no perseguía ningún interés económico y que lo hacía porque estaba comprometido con la gente necesitada”. La respuesta del jefe del Área de Defensa 225 fue que lo detuvieron porque las Fuerzas Armadas tenían “suficiente documentación que lo comprometía con grupos de la subversión y con grupos armados”. No obstante, no le exhibió esas pruebas ni dio mayores explicaciones. En ese momento Román le dijo a Dasso “yo le pido que me dé una razón legal por la que yo estoy detenido” a lo que el militar le respondió “acá las preguntas las hago yo”.
Continuando con su testimonio Román dijo que luego de pasar 12 o 13 días en Concordia él y un grupo de detenidos fueron trasladados en colectivos. A un grupo lo mandaron a C del Uruguay y al otro en el que se encontraba él lo trasladaron al Servicio Penitenciario de Gualeguaychú. “Allí el padecimiento fue tremendo, horrible.Me alojaron en un calabozo mugriento, deplorable. Lleno de ratas, de cucarachas”, narró el testigo. “A los pocos días llegó Juan José Durantini que se alojo en el mismo calabozo que yo”. Román contó que Durantini estaba muy mal psicológicamente, muy angustiado “yo lo tenía que alentar para que no se volviera loco”.
Román contó que solo una vez recibió la visita de su mujer con sus hijos, a los que pudo ver nada más que media hora. El testigo refirió que la visita fue concedida gracias a la intervención del padre Fortunato quien en aquel momento hablo con el Mayor Valentino (imputado) para que les permita que sus familiares pudieran verlo.
A principio de julio se realizó el segundo traslado, esta vez al penal Coronda. Según interpretó el testigo, las decisiones eran dictadas por Juan Miguel Valentino, entonces jefe del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada II con asiento en Gualeguaychú. Si bien aclaró que mientras estuvo detenido no pudo ver personal del
Ejército dentro de la cárcel, remarcó que se sabía que “era el jefe de área y el que daba las directivas hacia el jefe del penal”.
El operativo se llevó a cabo a primera hora de la mañana. Los trasladaron en un colectivo con las ventanas tapadas al aeropuerto local. “Además de las esposas nos vendaron los ojos y nos pusieron una capucha negra. Cuando nos sacaron del colectivo y nos subieron al avión, nos sentaron en línea y nos encadenaron”.
En la cárcel de Coronda estuvieron totalmente incomunicados hasta el 23 de diciembre cuando fueron trasladados a Paraná. Ya en la capital provincial quien los recibió fue el Teniente Coronel Trimarco quien le hizo una arenga y les dijo “tendrán que comprender que esto es una guerra y que con ustedes nos confundimos”. Luego de eso Román y Durantini junto con un grupo de presos más fueron liberados.
A lo largo de su relato Román también hizo referencia a que antes de que se produjera el golpe militar en Concordia ya las cosas no andaban bien. Menciono que el 24 de junio de 1975 Amílcar Reali, por ese entonces secretario General de gremio de los municipales, había sufrido una atentado terrorista en su casa y que en agosto del mismo año habían puesto una bomba en la sede del sindicato de los municipales ubicado en calle Chile y Balcarce.
Por estas razonen Román incitó al Tribunal a que también se investiga los hechos de terrorismo que se produjeron en Concordia previo a que se produjera el golpe militar.