A casi 36 años de la desaparición de Sixto Zalasar y Julio Solaga (ambos militantes de la Juventud Peronista) sus familiares revivieron los hechos ante el Tribunal de Paraná. Fueron testimonios desgarradores de personas que hasta hoy buscan la verdad de lo sucedido y exigen a las fuerzas de seguridad que brinden esa información y ven en la apertura de esta causa una gran oportunidad.
La primera en declarar fue María Estela Solaga hermana de Julio Solaga. María relató los cómo ocurrieron los hechos aquel 22 de noviembre de 1976, noche en que fue secuestrado su hermano. Dijo que Julio estaba en frente de la casa de su madre charlando con un vecino, George Wilson, en calle Damián P Garat, cuando tres personas se lo llevaron por la fuerza.
Precisamente fue Wilson quien luego de presenciar el secuestro fue corriendo a avisarle a María lo que había sucedido. “Tres personas corpulentas, vestidas de civil, se dirigieron decididamente a mi hermano. Dijeron que eran de la Policía Federal y le pidieron el DNI a mi hermano y a Wilson. Cundo mi hermano se identificó le dijeron que estaba detenido y se lo llevaron en un Renault 12 Blanco sin patente” refirió
María lo que le había contado su vecino, hoy fallecido.
Wilson llamó por teléfono al Comando Radioeléctrico para denunciar el secuestro, le dijeron que debía comunicarse con la Jefatura Departamental y más tarde se presentó en su domicilio personal de la Policía de Entre Ríos. Al otro día personal de la policía le informó que la búsqueda había sido infructífera, por lo que se dirigieron a la Gendarmería. Según relata Solaga, integrantes de la fuerza, a cargo del comandante Suárez, fueron a su casa y realizaron un “allanamiento encubierto”. “Nos dimos cuenta que en lugar de buscar a mi hermano nos estaba investigando a nosotros” refirió la testigo, y también dijo “le preguntaban a los vecinos que clase de familia éramos que ideas teníamos”.
María también refirió que unos días después Alfredo Francolini,” a quien conocía porque era cliente de nuestro negocio, nos dijo que nos quedáramos tranquilo que estaba en el Regimiento por averiguación de antecedentes”.
Al día siguiente, desde la fuerza de seguridad le informaron que “la búsqueda fue infructuosa”, por lo que hicieron la denuncia en Gendarmería. En las actuaciones se encomendó la investigación al comandante Suárez, quien fue al domicilio de Solaga con otros uniformados.
El encuentro con Dasso
Lugo de varios intentos fallidos de reunión con el entonces jefe del Regimiento de Caballería de Tanques 6 Blandengues y jefe del Área de Defensa 225 Naldo Miguel
Dasso, finalmente el 22 María Solaga y su madre fueron recibidas por el Teniente Coronel.
Dasso estaba muy molesto y nos dijo “que porque habíamos ido a Gendarmería si él era el jefe del área. Que si el no daba orden nadie era detenido” y que seguramente mi hermano se había ido de la ciudad con el grupo al que pertenecía.
En un segundo encuentro que tuvimos con Dasso, el manifestó que no sabía de mi hermano, pero un momento dijo “cuando sepamos lo que dicen en Santa Fe, vamos a saber qué pasa”. Así que él estaba al tanto de lo que pasaba con mi hermano remarcó
María.
Según lo dicho por María, su hermano habría estado detenido primero en el Regimiento de Concordia, luego fue trasladado a Paraná, a Santa Fe, a Rosario y, finalmente, a La Plata, donde se perdió todo registro de él. De este último destino, María Estela tuvo conocimiento a través de un ingeniero naval retirado, de apellido Maqueira, quien se desempeñaba como docente en la ENET Nº1 de Concordia, a quien también conocía porque era cliente de su negocio. Al finalizar su testimonio María leyó una poesía dedicada a su hermano.
El segundo testimonio estuvo a cargo de Sandra Daniela Zalasar, quien tenía solo 8 años cuando se produjo el secuestro de Sixto, su padre. La declaración de Sandra fue la de una niña que ve, sin comprender, como su padre es metido en un auto a los golpes por personas desconocidas. Un testimonio muy fuerte y cargado de dolor. Daniela dijo “Son 36 años de espera, lo único que quiero rogar es que me ayuden a encontrar a mi papá” y continuando con su relato dijo “no tengo odio, ni rencor porque el dolor es tan grande que no hay espacio para otro sentimiento”.
Al respecto del momento de la detención de su padre Daniela, muy conmovida dijo: “Mamá salió corriendo porque escucho unos gritos de papá. Mi hermana y yo salimos detrás de ella. Llegué hasta la vereda. Me quedé como paralizada. Los gritos de mi papá eran muy fuertes, sin parar. ‘Elba me llevan. Me van a matar, ayudame’”.
“Lo sentaron en la parte trasera del auto, un Renault 4L celeste, con manchas blancas”, describió y dijo “Cuando lo suben al auto, le empiezan a pegar para que se calle. Le daban trompadas en el estómago. Daniela cuanta que salió corriendo para calles Las Heras “yo creí que si llegaba antes que ellos pasara y me paraba adelante ellos iban a parar”.
Luego de que sucediera el secuestró Daniela cuenta que ella escucho hablar a su mamá y a su abuela de Dasso y que a sus 8 años ese nombre siempre resonaba en su casa.
También dijo que a los 14 años comprendió que se había tratado de la Dictadura y que pasaba con las personas que eran secuestradas como su papá.
La testigo dijo que esta es una de las primeras veces que cuenta con detalle los hechos ya que le resulta muy duro y que ante cuando le preguntaba por su padre decía “todavía no volvió del trabajo”.
La tercera en declarar fue Consol Elba Inés. La testigo dijo que Sixto estaba saliendo para el trabajo, a las 6: 45 de la mañana y que luego de tomar unos mates con él ella se volvió a acostar con sus hijos. Pasado un ratito escucho los gritos de Sixto que decía “Elba ayudame, me quieren matar”. La testigo cuente que salió corriendo.
Mi intención era subir al auto. Uno de ellos le dijo a mi suegra que lo llevaban por sospechas, que se quede tranquila. Otro me apuntaba con un arma, me enteré que en la Central de Policía le decían Morenito, trabajaba en Investigaciones”, narró. Entonces Elba estaba a días de dar a luz a su último hijo, quien nunca pudo conocer a su padre.
Enseguida comenzó la búsqueda de Sixto Zalasar. “Fuimos a la (Comisaría) Cuarta (de la Policía de Entre Ríos) y de ahí al Regimiento”.
A los tres meses fueron citadas para una reunión con el jefe del Área 225. El señor Dasso aseguró que no lo habían tomado, aunque tenía órdenes de hacerlo, porque ‘andaba en cosas raras’. Señaló que esos días había intervenido personal de Inteligencia que venía de otra parte.
La testigo también hico referencia a que el cocinero de la Policía de Entre Ríos, Alfredo
Hermosin, a quien conocían porque era vecino, les había dicho que Sixto estaba en el calabozo de dicho destacamento, Pero cuando fueron a llevarle comida y ropa personal de la Policía le dijo que ahí no se encontraba.
La última en declarar fue Graciela Margarita Zalasar, hermana detenido y desaparecido de Sixto. Refirió a la información que les brindó el ex agente Hermosid, quien les dijo que estaba en la Jefatura a disposición del teniente coronel Dasso. También dijo que tiempo después una vecina le dijo que quien se había llevado a su hermano era Miguel
Castaño, quien vivía en el mismo barrio y trabajaba como chofer de Campbell el jefe de la Jefatura de Policía de Concordia. Cabe recordar que Castaño esta citado para declarar mañana.
En otro tramo de su testimonio Graciela contó que en una oportunidad se había entrevistado junto con su marido con el sub-comisario de la Policía Cabrera y que él no sabía nada y “el que decide acá es Dasso nos dijo el sub comisario y nos sacó a los empujones”, refirió la testigo.
Delincuentes Continuos.
Al terminar su testimonio se dirigió a Dasso y a todos los funcionarios militares: “le digo al señor Dasso que se ponga la mano en el corazón, que nos diga que si lo mataron, dónde están sus restos. “Estos represores nos siguen castigando porque no nos dan información”.
Mañana a partir de las 10 30 se reanudaran las testimoniales. Se espera que declaren:
Ledesma Julia Clelia, Bonelli Rubén Edmundo, Castaño Miguel Arcángel.