Schell, que fue secuestrado y torturado durante la última dictadura militar, relató este lunes que durante su cautiverio el capellán policial Christian Von Wernich le aplicó «tortura moral» con el fin de quebrarlo psicológicamente.
Schell, testimonió este lunes ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, que desde el 5 de julio último juzga a Von Wernich por siete homicidios, 31 casos de torturas y 42 casos de privaciones ilegítimas de la libertad.
El hombre fue secuestrado por fuerzas policiales en noviembre de 1977 cuando se dirigía a su casa y estuvo detenido clandestinamente en la Brigada de Investigaciones de Quilmes, donde fue visitado por el sacerdote.
El testigo afirmó que «lo recuerdo y aún me duele que un sacerdote haga estas cosas».
«Diez días antes de mi liberación, en febrero de 1978, nos piden que no tengamos nada ’despelotado’ en el calabozo porque venía ’El Cuervo’ y me dicen ’vení alemán, que hoy te toca a vos’ y me llevan a otro lugar, me sientan en una mesa y aparece este señor (por Von Wernich) con un asistente que le cebaba mate», recordó.
Schell relató que el cura le preguntó «¿por qué estás acá?, y yo le dije ’por pelotudo`». Ante esto, según el testigo, Von Wernich le respondió: «no me cabe ninguna duda», tras lo cual le preguntó «¿qué cagada hiciste, andabas poniendo bombas?».
«Yo hacía política de base, soy militante de barrio, le dije y él me respondió ’vos hacías las cosas mal’. Yo voy a buscar juguetes, llevar remedios, hay que ayudar al prójimo, esa es mi misión, le dije», recordó.
Charla con Von Wernich
Schell explicó que en esta oportunidad, el sacerdote imputado le preguntó si era católico «y yo le dije que venía de una familia profundamente católica, un tío de papá era obispo», ante lo cual Von Wernich comenzó a preguntarle acerca de a qué iglesia concurría, quién era el cura de la misma.
«Quiso sacarme cosas, quiénes son tus amigos, preguntaba. En un momento dado me dice ’¿vos estás de novio?’…’Sí, le dije’ y entonces me dice ’cagaste, ahora te van a cerrar la puerta en la cara’», afirmó.
El secuestrado le respondió a Von Wernich que entre su novia y él «existe amor y me va a estar esperando. Tal es así que todavía está conmigo y es mi compañera».
«Me dice (Von Wernich) que ella tiene una familia y que la familia me iba a echar, lo mismo los vecinos. Me dijo que si lograba salir me iban a rechazar», remarcó el testigo.
También recordó que enfrentó al cura y le espetó que «yo estoy seguro que voy a salir, yo no maté a nadie, me juzgarán ustedes como militares, pero a mi el que me tiene que juzgar es su jefe, aunque no sé si su jefe es Dios, el que está arriba».
«’Soy sacerdote’, me dijo él y «yo le aclaré que él era capellán, que es un cura con jinetas, y le dije que para mí no era cura, que era un hijo de puta», afirmó.
Asimismo, según su relato, increpó a Von Wernich y le dijo «¿qué me va a hacer, me va a pegar?…¿qué le hace una mancha más al tigre?…me dieron tantos golpes», ante lo cual el cura «se rió cínicamente y me aclaró que él no le pegaba a nadie y otra vez me dijo que me iban a cerrar las puerta en la cara, que la sociedad me iba a rechazar».
Destacó que el cura lo visitó vestido de civil y con el cuello sacerdotal y que «se movía como pancho por su casa» en ese centro de detención.
Torturas
Schell también recordó que «durante las torturas me preguntaban quién era mi responsable, qué grado tenía en la organización y yo les explicaba que era militante de base de la Juventud Peronista, que nunca pertenecí a Montoneros».
Le dijo al Tribunal que «lo que más dolía era sentir cómo torturaban a otros pero además nos mostraban fotos de personas muertas a balazos y nos preguntaban si las conocíamos. Todo era muy loco, muy terrible».
Schell proporcionó los nombres de los represores a cargo de ese centro y de sus compañeros de cautiverio, entre los que mencionó a Alberto Lucero «a quien le decíamos Tarzán, porque andaba a los gritos y en pelotas porque de las torturas sufridas no podía aguantar el calzoncillo. Años después lo vi y me dijo que se le habían secado los testículos por la picana».
«Estaba (el represor) al que le decíamos Capacha, que era el que aplicaba máquina y otro que le decían Carátula y que nos hacía formar fila y practicaba karate pegándonos», agregó.
En otra oportunidad fue interrogado por un hombre al que le decían Coco, quien según presume el testigo sería Guillermo Suárez Mason, y al ver su ascendencia alemana, le dijo «vos sos rubio, qué hacés junto a tantos negros».
Asimismo, la misma persona, al ver un tatuaje de una cruz esvástica invertida que tenía Schell en su antebrazo izquierdo, ordenó a los otros policías que lo trataran bien y le dieran buena comida.
Relató que los represores «nos daban comida cuando se acordaban. Le teníamos miedo a la polenta porque nos traían polenta con purga y después había que embocar en un bidón que usábamos como inodoro».
El cura se equivocó
Con emoción recordó que tras ser liberado, al llegar a su barrio y ver a varios de sus vecinos éstos lo recibieron con abrazos y palabras de afecto, al igual que su novia, Ana,
actualmente su esposa y madre de sus cinco hijos.
«Me abrazaban, me besaban y yo pensaba ’mirame cura h de p, esto son los que me iban a cerrar la puerta’. Porque él fue el que más me lastimó. Para mi era una profunda satisfacción ver que no salió como él (Von Wernich) quería, sino como tenía que ser», concluyó quebrándose en un sollozo.
Durante la audiencia de este lunes, prestó también declaración un ex delegado del Astillero Río Santiago, Alberto Derman, quien si bien no conoció a Von Wernich supo de su existencia en los centros clandestinos por el relato de otros detenidos.
«Supe que otros detenidos recibían la visita de un cura que les daba una especie de homilía muy particular porque los instaba a colaborar, les decía que eran culpables de lo que les estaba pasando», sostuvo en relación a las torturas.
Además, prestaron declaración Juan Carlos Guarino, un ingeniero electrónico al que lo interrogaban sobre interferencias en las transmisiones de televisión y Norma Esther Leanza y Alcides Antonio Chiesa, quienes estuvieron detenidos en la Brigada de Quilmes.