La carátula de la causa es homicidio simple. Briceño quiere discutir el cambio de calificación de la misma. En ese sentido, dijo que la calificación “contraría la prueba objetiva” existente. “La prueba corrobora los dichos de ella: es una bala de rebote”, indicó. Eso, para el letrado, es prueba palmaria de que no hubo intenciones de matar.
El domingo pasado, en inmediaciones de Concejal Veiga y Teniente Ibáñez, un hombre de 32 años perdió la vida tras recibir un disparo en el esternón por parte de una agente policial. El disparo se habría efectuado tras recibir agresiones físicas cuando intervino en una pelea entre dos bandas de la zona. Tras el hecho, la gente de la zona prendió fuego la moto de la mujer.
Esta mañana temprano, antes de la audiencia, Briceño dijo que pudo dialogar con la mujer, quien le indicó que cuando pasaba por Concejal Veiga en dirección a la Comisaría del Menor a prestar servicio, fue interceptada. “Ocupan toda la calle y no la dejan seguir su derrotero”, explicó. El jefe de policía de Concordia, Jorge Cancio, indicó ayer por la mañana que el protocolo indica que, en situaciones en que un funcionario policial se ve sobrepasado y es amenazada su integridad física, debe “pedir apoyo” para “tratar de calmar las aguas; de apaciguar el problema”.
A su vez, según el abogado, la mujer, tal como lo marca el protocolo, requirió refuerzos. “Pero cuando intentó pedirlo al Comando recibió un pequeño golpe que le hace caer el teléfono”, dijo. Luego si pudo efectuar el llamado reclamando apoyo a la Comisaría 2º o a la del Menor.
En consecuencia, explicó que la funcionaria policial “estaba sola y rodeada por un número importante de gente agresiva, no sabemos si alcoholizada o drogada”. Más adelante, dijo que la situación se fue agravando a medida que transcurría el tiempo: primero las agresiones fueron verbales y luego físicas.
“Incluso, la agredieron primero verbalmente y luego físicamente. Tiene un golpe importante en el brazo derecho, aplicado probablemente con esas tablas tipo costanero”, dijo.
Más adelante, dijo que requirió el auxilio de la fuerza policial y debió ingresar a un domicilio para resguardarse. Con respecto al acto de desenfundar el arma reglamentaria y realizar un disparo intimidatorio, Briceño hizo hincapié en las circunstancias que motivaron a que tomara esa decisión: “había entre 12 y 15 personas que la rodeaban y la agredían”.
Además, Cancio mencionó ayer que cuando se utiliza el arma reglamentaria en esas circunstancias, el disparo debe ser efectuado al piso. Pero no sobre cualquier superficie sino buscar una que sea blanda para que el proyectil, de plomo o encamisado de cobre, se introduzca en el mismo y no produzca un daño colateral. Y descartó que se pueda gatillar apuntando al cielo porque “todo lo que sube baja” y luego esa bala perdida puede ocasionar un “daño impensado”.
No obstante, -según la versión de la defensa- a pesar de seguir el protocolo, el balazo terminó rebotando e impactando en la humanidad de un vecino matándolo prácticamente en el acto.