El acusado escuchó la sentencia sentado en su silla en soledad debido a que su abogado defensor, Alejandro Giorgio, Defensor de Pobres y Menores, no estaba en la sala al igual que ningún familiar. Como única compañía tenía a tres policías que los custodiaban parados detrás de él. De pantalón jean oscuro, camisa a cuadros, zapatos marrones y tatuajes en ambos antebrazos, escuchó la sentencia casi sin inmutarse y nunca dejó de mirar hacia delante, donde se ubicaban las juezas. Quizás no quería cruzar su mirada con de los familiares de Tiguá, que se encontraban sentados en las últimas sillas de la sala.
La joven que concurría al noveno año del turno noche de la Escuela Nº 22 “Yapeyú”, salió el 17 de junio de 2007, sábado por la noche junto a su prima y otros compañeros hacia una confitería bailable, donde permaneció hasta aproximadamente las 4 de la mañana. Posteriormente se dirigió a su casa adonde nunca llegó.
De inmediato la pesquisa se orientó hacia Segovia porque los testigos lo ubicaron en la discoteca esa noche. Más aún, en un momento Segovia se acercó a la prima de Eliana, y le dijo que “iba a hacer lo que fuera para andar con ella porque le gustaba”.
El cuerpo fue hallado al otro día, pasadas las 14 hs., en un descampado cercano a los vestuarios del club San Martín de esa localidad, muy cerca de la vivienda de los Tiguá. Eliana falleció asfixiada en su propia sangre (tenía un cordón atado en su cuello donde dejó una marca profunda) y tenía un golpe en la cabeza propinado con una tabla gruesa que fue hallada cerca de su cuerpo con manchas de sangre. Los análisis revelaron que provenía de Tiguá. Las juezas adhirieron a los alegatos del fiscal y del abogado querellante que sostuvieron que Segovia la siguió a Eliana, intentó violarla y, al no lograr su cometido por la resistencia, la golpeó y estranguló.
La prueba más importante en contra de Segovia fueron restos de su piel (corroborados por un análisis de ADN) debajo de las uñas de la víctima. Para el fiscal, Carlos Larrarte, y el abogado querellante, Darío Perroud, era un indicio inequívoco de que Eliana había intentado defenderse de un ataque sexual. Además, el pantalón y la bombacha habían sido bajados y así fueron encontrados.
En cambio, Segovia adujo que había sido rasguñado cuando peleaba con el novio de la víctima luego de que la prima le avisara donde la iba a encontrar. Pero el celular que encontraron no registraba esa llamada. Segovia alegó que había un segundo aparato que se perdió en el allanamiento de su vivienda donde habría recibido la llamada pero no se acreditó su existencia. Y la descripción física que hizo del novio, un agente de policía que negó haber estado en la escena del crimen, no convenció a León, Rojas y Pérez.
Además, las prendas que utilizaba Segovia esa noche fueron encontradas el domingo secándose en un alambre, porque habían sido lavadas. Otro indicio que las juezas no pasaron por alto. Al mismo tiempo, descartaron que el sentenciado sea inimputable y afirmaron que es consciente de las consecuencias de sus actos.
La lectura de la sentencia comenzó a las 12:30 y finalizó pasadas las 13 hs. Una vez fuera de la Sala la madre de Eliana, con lágrimas en los ojos, se abrazó con sus familiares. “Esperaba la pena máxima porque yo sé con esto a mi hija no me la devuelven pero tengo un poco más de tranquilidad al saber que este tipo no va a andar suelto en la calle”, expresó Alejandra.