El 6 de agosto de 2004, a las 8:15, Miguel Ángel Lencina, principal sospechoso del secuestro y posterior desaparición de Fernanda Aguirre, fue encontrado muerto por personal de la Comisaría Quinta de Paraná.
Estaba colgado de las rejas del patio interno de la dependencia policial. Las primeras versiones aseguraban que los agentes trataron de reanimarlo, pero cuando llegó el juez su cuerpo estaba tendido en el piso sin vida.
En un informe elaborado por el programa Nunca es Tarde de Canal Once, Moyano manifestó que al llegar, «se hizo todo el levantamiento del lugar y pudimos observar con qué material se había ahorcado».
En este punto, el médico relató que «no era ni una frazada ni una colcha como se dijo sino que era una especie de cubrecama de poliester». Sobre la manera en que Lencina pudo haber cortado el elemento, Moyano señaló que en la dentadura encontraron «algunas fibras, pero terminamos encontrando muchas más en la suela de las zapatillas». De ello se deduce que «lo primero que hizo fue cortar la tela y después ir desgarrándola pisándola y tirando».
Luego indicó que la prueba de resistencia realizada al lazo, arrojó que «soportaba 147 kilos y perfectamente el peso de Lencina. Éste fue enrollando esa tela sobre si mismo y formó un cordel. Cuando vimos el surco de ahorcadura en la piel, tenía el calcado perfecto de la tela que había utilizado».
Si bien los familiares de Lencina denunciaron que lo había matado la policía, la versión final estuvo ratificada por la autopsia oficial. Según Moyano, las lesiones por estrangulamiento y ahorcadura son distintas. Y Lencina, «tenía absolutamente todas las lesiones que se producen en la asfixia mecánica por ahorcadura, que fue de lo que murió. En una situación así, lo que está comprometido no solamente es la respiración sino la circulación de los vasos más importantes que van al cerebro», manifestó.