El abogado acudió acompañado por sus representados. “Participaron ellos y pudieron hacer algunos aportes a la situación general de cómo era el Seminario, como estaban ubicadas las cosas, las cosas que cambiaron porque recordemos que pasaron más de 20 años y han cambiado algunas cosas como la disposición de las camas”, indicó.
Entre la pieza que utilizaba Ilarraz y el pabellón, ubicados en el primer piso del edificio, hay cierta distancia, pero están comunicados por un pasillo. “Se ve desde la habitación el pabellón”, indicó. Según la querella, los abusos seguían un patrón de conducta y sucedían, en la mayoría de los casos, en el dormitorio y en los baños.
Las víctimas de Ilarraz recordaron las situaciones de abuso vividas, especificaron los lugares donde estuvieron, cuestiones de rutina como el lugar donde se bañaban, comían, dormían y a qué hora se levantaban. Pero lo más importante fue la visibilidad “dentro de la habitación y para afuera también”.
Luego de recorrer el lugar con las víctimas, hicieron lo mismo brevemente con el imputado. El abogado remarcó que muchas de las expresiones del cura, por ejemplo, respecto de la disposición de las camas, la antigüedad de un determinado escritorio o si había un muro o tabique que separaba las camas, coincidieron con la de los seminaristas. “Esas cuestiones de parte de las víctimas resultaron totalmente veraces”, mencionó Halle.
En la actualidad, los seminaristas y el prefecto religioso siguen durmiendo en los mismos lugares. No obstante, Halle sostuvo que vio “muy abandonado o deshabitado” al edificio. Hace dos o tres décadas había 300 o 400 internos. Hoy hay 25 y, sumando a los estudiantes externos, los cursantes son un centenar. La falta de matrícula, a título personal opinó Halle, no se debe a los hechos que se juzgan sino a la falta de actualización de la institución religiosa al mundo actual. “Recién en estos últimos 10 años hubo algunos cambios que son declarativos más que nada”, indicó.
Desde que se inició el juicio, el 16 de abril, Halle destacó que el testimonio de las víctimas fue “muy intenso”, “muy fuerte y muy emotivo”. “Entramos en el calor del debate enseguida”, resaltó. También testimoniaron sacerdotes y ex sacerdotes que acreditaron los hechos denunciados. “Nuestra prueba es contundente”, señaló. De la misma forma, el abogado indicó que los testigos que llevó la defensa de Ilarraz son sacerdotes que pueden dar fe de cuestiones ajenas a los hechos de abuso; de circunstancias propias de la vida interna del Seminario.
Para esta tarde se esperan tres testimonios más de personas que estuvieron en el Seminario y fueron testigos de cómo funcionaba el mismo aportados por la defensa del sacerdote. Para la querella, el testimonio más esperado es el de una persona que tomó declaración a una de las víctimas en 1995, cuando se hizo la denuncia en sede eclesiástica. “Tenemos interés de que venga a declarar”, indicó.
Mañana y el miércoles concurrirán a Tribunales más testigos. No obstante, Halle centró sus expectativas en la presencia de los peritos psicológicos. “Analizaron hace un tiempo a las víctimas, hicieron un informe y ahora lo tienen que explicar”, dijo el querellante. “Son muy importantes para nosotros” para da veracidad a las expresiones vertidas en la denuncia por las víctimas.
“Y el jueves y viernes tenemos los alegatos para cerrar el debate y pasar a sentencia”, acotó. Según lo que explicó, aún no tienen definido cuál será el pedido de pena para Ilarraz. “Estamos ultimando detalles, y esperando una definición de Fiscalía para ver si nos adherimos. Esperemos que las penas se ajusten a la culpabilidad de los hechos cometidos”, explicó.