“Hasta el momento, el informe autópsico no confirma que haya habido acceso carnal”, dijo. Pero deduce que hubo un intento frustrado porque observó que el cadáver estaba “con los pantalones bajos”. Perroud dedujo que el homicidio se debió a una tentativa de encubrir ese hecho. La pena máxima de un homicidio calificado es la prisión perpetua; el homicidio simple es penado con un máximo de 25 años.
Aparentemente, el detenido la había abordado en el boliche “Mambo” esa misma noche. “La prima dice que este sujeto se le acercó cuando Tiguá había ido al baño y le dijo que estaba enamorado de su prima y que haría cualquier cosa por tenerla. Cuando la prima vuelve del baño, el detenido se le acerca invitándola a bailar o a tomar algo, eso no se sabe”, dijo Perroud.
El detenido presentaba además unos rasguños en su piel y el cuerpo de la víctima tenía rastros de piel humana debajo de las uñas. El letrado espera el resultado del análisis de ADN que realiza el departamento de Genética del STJ (Superior Tribunal de Justicia). “Estuve consultando hoy de mañana con Chajarí y todavía no había resultados pero no creo que demore mucho más allá de 15 o 20 días”, expresó.
Para Perroud, en caso de coincidir los vestigios de epidermis hallados en las uñas con el genoma del detenido, la prueba sería “lapidaria”. “El ADN tiene un margen de error sumamente escaso”, explicó.
Pero el letrado aseguró que, aún sin esa prueba, el caso está “concluido”. Es que tiene en cuenta el resto de los elementos que se han ido colectando y los dichos de los últimos testigos que la vieron con vidas. Entre las pruebas que se incorporaron al expediente, figura la ropa que vestía esa noche y que fue secuestrada. El juez de instrucción, Edgardo Redruello, ordenó el allanamiento del domicilio a pocas horas de aparecido el cadáver. “Curiosamente, toda la vestimenta había sido lavada”, dijo Perroud. Pero lo más extraño es que también lavó un cinto de cuero y un zapato de “nobuk”. “Son elementos que es muy extraño que se los lave”, añadió.
Tiguá falleció asfixiada en su propia sangre; tenía un cordón atado alrededor de su cuello a casi 1 cm. de profundidad por la presión que habían ejercido y, además, le había pegado con una “tabla de grosor importante” en la cabeza que le produjo una hemorragia interna. “La madera estaba en el lugar del hecho, era de un tacho para revolver pintura”, expresó. El asesinato ocurrió detrás de un vestuario de la cancha de fútbol de “San Martín” de San Jaime.
El sospechoso, según datos que maneja la querella en forma extraoficial, habría estado involucrado en un caso de similares características y fue absuelto.
Por otra parte, “no se descarta que haya intervenido alguien más pero hasta el momento no surge elementos que permitan suponer que haya existido otra persona”, indicó Perroud.
El abogado supone que el juicio oral no se realizará este año. “Faltan hacer un montón de cosas en la etapa de investigación y estamos bastante cerca de fin de año”, expresó.
Hasta el momento, se realizaron dos marchas para reclamar el esclarecimiento del asesinato. El 27 de septiembre habrá una nueva movilización. “Es una comunidad pequeña pero se ha movilizado casi en su totalidad a partir de este hecho. Fueron marchas multitudinarias”, indicó.