Luego de la lectura de los alegatos, Giménez y el cabo José Darío Leiva, pidieron la palabra. Son los dos policías más involucrados en el hecho. Incluso, la defensa reconoció que son responsables de los delitos de privación ilegitima de la libertad, apremios ilegales y homicidio culposo. En cambio, el Dr. Perroud, abogado defensor, aseguró que el chofer Orlando Omar Barrios tuvo una participación secundaria en los hechos y pidió la absolución de todos los cargos para el sargento Néstor González.
Giménez, sabedor que era la última oportunidad de expresarse que tenía antes de que las jueces dicten la sentencia, dijo: “cuando se equivoca uno, es más fácil cortar por lo más bajo y los señores jefes siempre salen con los laureles”.
“Todos sabemos que acá nadie ha sido bueno, ni los jefes, ni los subalternos, todos tenemos nuestras falencias, somos seres humanos. Pero creo que deberíamos medir a todos con la misma vara”, expresó, mientras la esposa de Leiva le tomaba la mano a su conyugue –estaba sentadas en la fila siguiente- que se secaba las lágrimas en un pañuelo.
A Giménez se lo vió nervioso e inquieto durante la lectura de los alegatos. Movía sus piernas eléctricamente y se apretaba las manos mientras estaba sentado en primera fila. Leiva, en menor medida, también agitaba sus piernas. En cambio a González y a Barrios se los notaba más serenos, sosegados, aunque ambos miraban el piso mientras Giménez hablaba. “Esto venía de hace rato, no es el primer caso que sucede acá en Concordia. Han pasado varios casos”, añadió el oficial.
“Me gustaría que el día de mañana, si me dan sentencia, cuando yo salga, si tengo la posibilidad de salir, pueda ir a una Jefatura y ver que ha cambiado”. La frase “si tengo la posibilidad de salir”, tiene una connotación preocupante. Un colega de otro medio digital aseguró que ayer, luego del lapidario informe del forense, el acusado le pidió el arma reglamentaria a un policía de custodia. “Dame la pistola que me suicido” habría dicho Giménez en voz baja.
“No sólo hay que tomarlos a esos problemas internos que hay, tanto como personal como la falta de presupuesto para la vestimenta del personal como la falta de edificios”, dijo, con un tono tembloroso, como de quien está a punto de “quebrarse” por la emoción.
Vender el arma para comer
“Creo que Su Señoría tiene la posibilidad de revertir eso, que haya una policía mejor, que no se la trate como que todos los policías son delincuentes, dentro de la institución hay muchos policías buenos que queremos que la sociedad esté protegida”, indicó.
Giménez afirmó que “hay personal policial que va a comer a la comisaría, que no tienen que comer en la casa ni que darles de comer a la familia y a mí eso me parte el corazón”. Giménez se describió como un oficial que podía mantener: “a mí y a mi familia”. Pero se deprimía al ver a personal subalterno que “vendía la pistola para que le dieran alimentos”.
El policía aseguró que hay muchas cosas “mal” en la institución, “que no sé si no las ven o se hacen los desentendidos porque yo sé que hay jefes departamentales, de provincia, que son todos cargos políticos. Cuando ellos se mandan sus cosas malas, nadie les dice nada, porque nosotros somos subalternos, subordinados ¿Quién les dice a ellos que son delincuentes, asesinos, estafadores? ¿Quién les dice ‘usted tiene que estar tras la rejas’? nadie”.
El acusado apuntó a las autoridades judiciales. “Hay responsabilidades de ustedes, su señoría. Entiendo al señor fiscal que esté enojado con el accionar policial, pero si tienen las herramientas de poder cambiar eso ¿porqué no las utilizan?”.
Giménez instó a las camaristas a verificar en la comisarías si el personal “come bien, viene bien descansado, bien vestido, si tiene una obra social digna. No la tiene, lo sé porque sé lo que pasa en una comisaría”.
Agregó que: “si me tengo que hacer responsable de mis actos, me hago, pero me indigna ver jefes sigan siendo policías, sigan siendo jefes y sigan haciendo sus cosas mal”.
“Es la única manera que podamos tener una policía que cuide a la ciudadanía, para que las personas puedan andar libremente, que la familia pueda ir a un parque y no esté pensando que le están robando la casa, o que en el camino viene uno y la asalta”, dijo.
Mensaje a los padres
Giménez también se refirió al homicidio de Víctor Balbuena. “Entiendo el dolor, soy huerfano, me mataron a mi mamá cuando era chico”, indicó. También se dirigió a la madre de Balbuena, Yolanda Aragón, “no quise quitarle la felicidad de su hijo”, dijo.
“Yo no tuve a nadie, podría haberme perdido en la calle pero quise ser alguien en la vida, por eso entré a esta institución y allí me enseñaron a respetar la vida”, expresó.
También envió un mensaje a los jóvenes en general y a los padres. “Se está perdiendo la juventud, falta la esencia familiar. Hay chicos que a los 12 o 13 años comienzan en la droga, con el alcohol, delinquen. ¿Qué futuro van a tener?”, expresó.
Giménez aseguró que esos menores crecen masticando “odio contra la policía”. También envió un mensaje para los padres de Alem, Balbuena, Morales y Rodríguez. “Donde están cuando sus hijos andaban en la calle. Se olvidan de ellos y después se acuerdan cuando pasa algo”, indicó. Aunque la jueza, Dra. Mariela Rojas, le pidió que se circunscribiese a los hechos que se juzgan, Giménez prefirió no hacer más declaraciones.
El cabo José Darío Leiva, también pidió la palabra. “Sabemos que cometimos errores, los asumimos, si los tenemos que pagar, los vamos a pagar, pedimos perdón públicamente a la madre y al padre de Balbuena”.
“Lo único que quisiera es no dejar a mis hijos en la calle. Quiero seguir criando los nueve hijos que tengo, no quiero dejarlos librados a la suerte de la calle”, aseguró.
En cambio, Barrios y González, quizás esperanzados en la benignidad del Tribunal, prefirieron hacer silencio. La lectura de la sentencia será el próximo jueves a las 7:30 de la mañana.