Los dichos del gobernador Sergio Urribarri en el último encuentro con el Foro de Intendentes del Justicialismo a propósito de la sintonía fina y de la necesidad de auscultar los números, tanto en materia de recaudación como de gastos, “Uds. intendentes hagan primero sus cosas y después vengan a verme”, tiene repercusión en su equipo de gobierno.
Ahora y en virtud de la imponente deuda que existe entre los adjudicatarios del IAPV, Urribarri instruyó a este organismo a salir a cobrar.
No se trata, nos dijeron, de sacarle la casa a nadie, pero iniciaremos las intimaciones para que aquellos que deban, paguen y para eso les daremos un plazo de no más de 10 días.
En diálogo con DIARIOJUNIO, uno de sus directivos, Alfredo Francolini, dijo “nadie podrá decir que no le damos posibilidades, el interés que le vamos a cobrar por el total de la deuda es del 1 % anual”.
En cifras, de los 24.000 adjudicatarios de viviendas IAPV, hay 18.000 que deben, o sea, la friolera de casi un 80 %, porcentaje que deja a las claras que nunca fue pensado como un sistema solidario pues este, implica que lo que cada uno paga por su vivienda sirva para construir otra que irá a cubrir la impresionante demanda.
Esas 18.000 personas o familias, son deudoras de un total de $ 130.000.000.- y de ese monto el 24 %, o sea, $ 33.000.000.- son de Concordia. En rigor, somos la ciudad que encabeza el rubro de deudores dejando en segundo plano a Paraná cuyos deudores representan el 17 %, o sea, un 7% menos de deudores que Concordia.
Mucho más atrás, quedan las localidades de Gualeguaychú y C. del Uruguay cuyos habitantes deben el 9 % del total provincial.
Entre los deudores aparecen personas o familias que deberían pagar cuotas de apenas $ 44, cifra irrisoria si se la compara con lo que miles de vecinos pagan por el alquiler de viviendas.
La explicación a tamaña dejadez, a esa actitud tan poco solidaria, la encontramos en el diálogo que mantuvimos con una familia de adjudicatarios de estas viviendas, la mujer, ama de casa, fue categórica “mi marido se ganó esta casa militando”, dijo sin inmutarse.
Ese tipo de reflexiones se escuchan a diario en Concordia y pertenecen no solo a los dueños de viviendas sociales sino a los agraciados con algún trabajo público, cuya reflexión es que “demasiado trabajé para que fulano de tal llegue a gobernador, intendente o diputado, así que ahora no me jodan”.
La destructiva idea del tome y daca, la militancia política o social no por convicciones, no por ideas, no por la solidaridad con el otro, sino para recibir algo a cambio del que llega al poder, hizo estragos y dejó una huella difícil de rellenar.
