Sr. Diputado Nacional
Miguel Bonasso
– Estimado Miguel
– Escribo con dolor porque creo no merecer el concepto vertido por usted en el diario La Capital de Rosario.
– Me considero un militante de la política, título que me lo gané desde los 14 años, cuando abracé la causa del Peronismo.
– En mi vida he tenido muchos honores, dos veces intendente, diputado nacional, senador nacional y tres veces gobernador de Entre Ríos (sin reelección). Todos mis cargos han sido por la voluntad del pueblo de mi provincia. Y en la última elección gané por la mayor diferencia en toda la historia de la política entrerriana.
– Fui un detenido desaparecido. En 1983, siendo intendente incorporé a mi gestión muchos compañeros de la tendencia que sufrieron cárceles, torturas y persecuciones. Lo que dio lugar a que la oligarquía gorila de la época me llamara “el intendente rojo”. En 1988 (primer gobierno provincial), creé la Secretaría de Derechos Humanos y en 1989, la primera Cátedra de Derechos Humanos, junto a la poetisa y profesora Marta Zamarripa. Y creamos la Semana de la Memoria en todas las escuelas entrerrianas.
– Como diputado de la Nación, y presidente de la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamentos, rechacé junto a otros diputados el diploma de diputado del genocida Domingo Bussi. Fue el primer caso en la América democrática donde la violación masiva de los derechos humanos, quebró la legitimidad del voto popular. Como “hito histórico”, lo definieron los Organismos de Derechos Humanos.
– Ya en el Senado de la Nación, y siendo presidente de la Comisión de Acuerdos, rechacé el ascenso del teniente coronel Rafael Braga y del Capitán de Fragata Julio César Benotti. Fue la primera vez que desde el reinicio de la democracia en 1983, la Comisión de Acuerdos rechazó el ascenso de militares involucrados en violaciones de derechos humanos.
– Cuento esto con orgullo y sin sentirme más que nadie, tan sólo un militante político que no ha renunciado a los sueños ni a la construcción de un país más justo.
– De la misma manera tengo el orgullo de haber sido, no sé si el único, pero sí de los pocos gobernadores que se opuso públicamente a los “indultos”. Dije que sentía asco que los genocidas estén en libertad. Fue en un reportaje para la revista “Análisis” que dirige su amigo Daniel Enz.
– En cuanto a mi relación con el Código Penal, quiero expresarle que durante el gobierno de Sergio Montiel se creó un organismo, la Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA), declarado por el Congreso de Abogados expresamente inconstitucional, y durante cuatro años se dedicó a perseguir compañeros y en forma particular a mi persona.
– Al frente de este organismo estaba un ex juez y colaboracionista de las dictaduras militares, Oscar Rovira. El, mediáticamente, sin pruebas, con bases jurídicas inexistentes y argumentaciones falaces, me hizo 12 denuncias penales, buscando, como él mismo lo confesara, el desprestigio político y la condena social de mi persona.
– Las 12 causas cayeron por inconsistentes, ningún juez me citó ni me procesó. Y en todos los casos jamás antepuse los fueros legislativos y estuve a disposición de la justicia como un ciudadano común.
– Recientemente un ex – funcionario del gobierno radical, el Sr. Cabrera confesó públicamente que la creación de la FIA tenía como finalidad mi persecución y el desprestigio de mi credibilidad ante los entrerrianos. Algo que a la luz de las últimas elecciones, no pudieron realizar.
– Siempre en este tiempo duro para mí, la familia y los compañeros, tuve presente la palabra del General Perón cuando dijo: “…a los hombres públicos, más que las imputaciones deshonestas, les debe interesar la inexistencia de bases para tales imputaciones. Los que operan sobre mentiras que no alcanzan a conformar ni una verdad a medias, tienen el vuelo corto…” En esto, tampoco se equivocó Perón.
– Puede ser cierto que he estado junto al Código Penal, pero también debe decirse que lo hice por falaces imputaciones de un gobierno antipopular, oscurantista, autoritario y profundamente gorila.
– Me permito una reflexión: el enemigo es muy poderoso y fuerte como para que se divida el campo popular.
– En cuanto a si estoy más cerca o más lejos de la política, no lo se ni me importa saberlo. Sí me preocupa saber si estoy cerca del pueblo y sus necesidades, y quédese tranquilo Bonasso, que lo estoy.
Le dejo mi afecto.