Carretera La Cruz: El barrio que hay detrás del prejuicio

El diálogo con los vecinos y comerciantes del barrio Tiro Federal, en rigor los mas activos en el reclamo del traslado de la presencia policial hacia el sur, nos dio como primer objeto de análisis, el barrió Carretera La Cruz, señalado por la mayoría de los vecinos del Tiro Federal como el “Foco” del delito que hace de Gruta de Lourdes y Tiro Federal una “Zona Caliente”. Esta visión del problema, seguramente alimentada por hechos policiales acaecidos en ese lugar que tuvieron amplia trascendencia pública, nos llevó a recorrer directamente el barrio que se erige al pie de la defensa sur, o mejor dicho que se extiende desde el boulevard Chacabuco y el punto más al sur de la Defensa.

En una zona que está catalogada como una de las más peligrosas y con mayores índices de homicidios de la ciudad, la gran mayoría de los vecinos se las rebuscan para trabajar de lo que puede. Según pudo observar DIARIOJUNIO, los que no tienen trabajo se lo inventan; desde ladrilleros o pescadores, carreros y recolectores informales, hasta horticultores que pelean con la escases de agua, el herrero, los mecánicos, criadores de animales menores y los cientos de obreros de la construcción que viven en la zona, todos se quejan del prejuicio que hay sobre el barrio, y contrastan que a diferencia de lo que presume el imaginario social “el Carretera es uno de los barrios más tranquilos”.

En rigor, la zona es la que más homicidios registra de toda la ciudad, y en efecto hay puntos de venta de droga que los vecinos identifican claramente, pero que al igual que con otros problemas, han aprendido a convivir, y sobrellevar, sobretodo porque también es un barrio donde el Estado no es autoridad y casi no hay presencia Policial. La seguridad y la justicia, como la mayoría de las cosas, la hacen los vecinos por su propia cuenta, en un Estado de hecho, que se rige por las relaciones humanas y el poder fáctico, más que por las normas de la democracia republicana.

EL CARRETERA DE A PIE Y EN BICICLETA

No sería la primera vez que lo recorriéramos, pero si la primera oportunidad en que lo hiciéramos con ese prejuicio (foco del delito) por punto de partida.
Debemos comenzar por decir que fuimos a pié unas 20 veces y en bicicleta en tres oportunidades, recorriendo el barrio como lo hace cualquier vecino de punta a punta, tomando fotografías y hablando con personas de distintos sectores y estratos sociales de ese barrio, y no hemos sido ni asaltados, ni amenazados, ni siquiera intimidados por ningún vecino ni transeúnte. Y debemos aclarar también que no hemos visto presencia policial en ninguna de las oportunidades en que visitamos el barrio.
La situación más riesgosa por la que tuvimos que pasar, fue cuando un remisero casi nos atropella en su afán de salir rápido de la zona.
La situación, que a este cronista resulto extraña, se reproduce todos los días en el Carretera, y a los vecinos de bien, que son la mayoría, ya les produce indignación, la manera en que para el resto de la ciudad, la zona sur es el gran basural y a la vez la fabela de Concordia.

“los remiseros salen a toda velocidad como si uno los fuera a asaltarlos así como te pasó a vos recién, pero no es solo eso, a mi me a pasado de ir a buscar trabajo y cuando digo mi domicilio ya me miran feo” contó Santiago Presas, un vecino del barrio que tiene una huerta de permacultura en su casa, y es además promotor del sistema Pro-huerta del INTA en el barrio: “No cobro un mango, lo hago por los vecinos, porque hay mucho terreno para plantar, pero lamentablemente muchos abandonaron por los problemas que tenemos con la escasez de agua”. Explicó mientras colocaba un cartel en el frente de su casa que dice: “llegaron las semillas del Pro-huerta”

El Carretera La Cruz es un barrio donde se conjugan elementos de la urbe y del campo. Donde es común ver que algunos vecinos crían animales como caballos, chanchos y gallinas, tienen hornos de ladrillo o hasta fabricas de maceta en el fondo de su casa, otros son empleados y se levantan temprano para ir a su trabajo, o para ir a pescar religiosamente todos los días; pero existe también una minoría -que es tomada por el todo en el imaginario social- que percibe sus ingresos de la venta ilegal de estupefacientes. Esta actividad clandestina es ejercida a la vista de todos, y ha llegado a naturalizarse.

Para entender este comportamiento, es importante aclarar previamente que de lo que surge del dialogo e incluso de los antecedentes periodísticos, la norma en este y otros tantos barrios marginados es la de solucionar las cosas por cuenta propia, ya que la policía, la justicia y el Estado en general, lejos está de ser una autoridad.

El antecedente del caso López, cuyo debate judicial cubrió ampliamente este diario, es un claro ejemplo de cómo la policía es prácticamente testigo de las venganzas y apremios que los vecinos aplican ante la falta clara de un estado de derecho.
En este caso, se trataba de una mujer a la que los vecinos le quemaron la casa e intentaban matarla, porque había colaborado con el homicidio de Marcelo “Peje” López. Durante el juicio oral, el comisario Pedro Moyano, ex jefe de la comisaría primera, declaró que cuando llegó al lugar una turba de vecinos ya había incendiado la vivienda e intentaba asesinar a Carina Ventos arrojándola al interior de la casa en llamas. El funcionario policial, disperso a la multitud y rescató a la mujer, pero al día siguiente fue severamente repudiado por los vecinos: “la hubieras dejado que la maten” le reprocharon los vecinos en una reunión de seguridad mantenida en el Club Tiro Federal.

Podemos contar aquí también, una media docena de homicidios por ajuste de cuentas, que ocurrieron en los últimos años donde las causas del fatal disparo iban desde el robo de una rueda para el carro, hasta una deuda impaga por estupefacientes. En casi todos los casos, las victimas y victimarios eran adolescentes o jóvenes.

“loco, yo llego al barrio y todos vieron el hecho pero nadie quiere soltar prenda” confirió un fiscal a DIARIOJUNIO, en oportunidad de investigarse un homicidio en esa zona.
Caminando un poco el barrio uno puede entender porqué ocurre tal cosa. No solo en la zona sur, sino también en otros barrios de la ciudad. Sin ir mas lejos hace poco menos de un mes, en el barrio Fátima, delincuentes balearon la casa de una vecina que salió de testigo en
Un caso de homicidio. “Si sabía que me iba a pasar esto no declaraba” dijo la mujer a los funcionarios policiales

“no, avisar a la policía no, acá si te roban tenes que salir a buscar a ver quien fue y ponerle los puntos nomás” dijo uno de los vecinos en la misma línea, al ser consultado por DIARIOJUNIO.

INSTITUCIONES
En este marco cabe señalar que en el barrio propiamente dicho no hay instituciones del Estado activas, que tengan una política de abordaje territorial. Las dos escuelas de influencia en el barrio, no están dentro del mismo, y se erigen del otro lado del boulevard Chacabuco, con una dinámica que requiere que los chicos acudan a ellas y se inserten en ellas para poder acceder al derecho a la educación. Una postal que pudimos retratar, es la de chicos caminando por arriba de la defensa para ir a la escuela o algunos otros que son trasladados en moto o carro por sus padres, aunque, como lo retrata Santiago: “Los chicos van a la escuela en general, pero por ejemplo si uno no quiere ir más no va más y listo, y muchas veces son chicos que no quieren ir más porque tienen problemas con alguien en la escuela y dejar la escuela es la forma de evitar ese problema”

Dentro del barrio existe un edificio municipal que figura como Centro Cultural Carretera La Cruz, y es administrado por una ONG, presidida por una vecina del barrio. En el lugar se practica boxeo, aunque el entrenador, un vecino del barrio lo hace ad honorem.
Fuera de esa actividad, el centro permanece cerrado y para utilizarlo para festejar cumpleaños o incluso velorios, los vecinos deben abonar un canon que varía entre los 150 y 400 pesos.
“ahí se podrían enseñar oficios, o hacer deportes para que los chicos tengan más posibilidades de procurarse un buen futuro, en vez de eso lo que le están enseñando es todo lo malo, porque los chicos para jugar a la pelota tienen que meterse por un agujero en el tejido” señaló Fernando Bravo, un joven referente del asentamiento que se ubica a las espaldas de ese centro cultural.

Para atender demandas puntuales como la merienda, y la enseñanza de oficios, y deportes, en el barrio, han surgido instituciones promovidas por los cultos religiosos, tales como el complejo EMAUS, ligado al catolicismo a través de la iglesia Gruta de Lourdes, y otro recreativo infantil, perteneciente a una iglesia evangélica.

LA RELACIÓN CON EL ESTADO

La búsqueda del mango diario es una constante en muchos de los vecinos del barrio y en gran medida la mayoría de ellos se lo procura trabajando. “Cuando no hay trabajo se lo inventa”, dijo Roberto Riguera, quien se dedica a hacer macetas de cemento desde hace quince años, cuando en medio de la crisis, quedó sin empleo en la fabrica de bloques en la que trabajaba, y comenzó a fabricar moldes de cemento para subsistir. Hoy tiene una clientela fija que le compra su producción en toda la ciudad, y recorre con su hermano a pie la ciudad de punta a punta. “la falta de agua es un problema porque se nos puede quemar el cemento si fragua muy rápido, pero vamos guardando en tachos” señaló.

Algo similar le sucede a Santiago Presas, quien desarrolla un sistema orgánico de acumulación de agua, para abitar que el suelo de su huerta pierda humedad, estancando lo poco que hay y haciéndola circular por todo el terreno, el que rellenó con aserrín y otros componentes que ayudan a retener la humedad. “Acá estamos en pleno invierno y se corta el agua al mediodía durante unas cuantas horas, y en verano es de esperar que no haya agua durante todo el verano” relató.

Santiago es promotor del programa Pro-huerta, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, y aunque aclara que lo hace “de onda”, a colaborado con sus vecinos en su intento de imitar el proyecto que él mismo montó en el fondo de su casa. “El tema del agua acá por ejemplo es muy critico, entonces el verano pasado cuando salía el agua salía de dos a tres de la mañana. Y hay que manejar esos factores y ver como pueden saltearse y otras veces tenés que dedicarte a otra cosa porque la carencia es demasiado grande; hay mucha gente que arrancó con huertas y cosas así también y tuvo que abandonar porque no tuvo como regarlas o no tenía como protegerla de los perros, gatos, caballos, que hay también mucho bicherío suelto acá, que es una particularidad del barrio que por un lado es muy hermosa y por otro lado te genera ese tipo de problemas”

LA RELACIÓN CON EL RÍO, LA SELVA EN GALERÍA Y LA BASURA

Santiago es además de vecino del barrio, un defensor del medio ambiente, y en ese interés se ocupa de recolectar periódicamente la basura que arrojan en la zona tanto vecinos del barrio como vecinos de otros barrios que vienen exclusivamente a tirar sus desechos en el barrio del fin de la ciudad. “Acá estamos en un entorno muy pobre de a ratos, hay mucha gente que vive de la basura cirujeando con su carro y mucha gente que vive de los basurales juntando de lo que tiran los cirujas, el invierno es una etapa muy cruda para la mayoría de la gente acá que no tienen ningún recurso y no sabe lo que va a comer al día siguiente, y se vive de los basurales, del río, de la selva, porque sino fuera por la selva no habría de donde sacar leña para hacer un fuego. Y todo eso genera problemas ambientales porque se degrada el ambiente pero las necesidades humanas son mucho más urgentes que fijarte donde tirás una bolsa porque primero tenés que saber si vas a comer hoy mañana para poder pensar donde dejas la bolsa”

Asimismo, Presas cuenta que “al margen de otros prejuicios como el de la seguridad, la mayoría de la gente trata a toda la zona sur como un gran basural, yo acá estoy cansado de ver camionetas 4×4 que vienen y tiran bolsas de basura delante de mi casa y se vuelven al centro a vivir su vida limpia y eso también es un insulto para toda la gente que vive acá, porque no es que nacimos en la basura y nos encanta estar llenos de basura sino que no hay un plan para manejar eso y es responsabilidad del que viene y tira”

RELACIONES HUMANAS

Según lo ve Santiago, y coinciden los demás vecinos entrevistados que prefirieron el anonimato, “Hay una ausencia del Estado que hace que sean las relaciones humanas las que definen las cosas, por ejemplo el tratamiento de la seguridad se hace de persona a persona, entre vecinos nos cuidamos las cosas y nos preocupamos de resolver nuestros problemas y cada cual hace lo que mejor puede y a veces pasan hechos como los que han pasado hace poco tiempo donde la gente se toma la justicia por su propias mano y arregla las cosas de una forma muy cruda pero que es una solución en cuanto a un problema que la policía o la justicia no le dan soluciones”, para Presas, “lo que se ha naturalizado es la falta total de respuestas del Gobierno, y lo que te genera es una creatividad de la gente para lograr el peso que te permita poner el pan en la mesa o la ropa, o lo que sea, y un gran respeto y solidaridad entre las personas”

“como casi todos saben que no va a haber una autoridad que venga a arreglar el cable que se calló o el caño que está perdiendo es como que las cosas se arreglan entre los que vivimos acá y las cuestiones de seguridad también” opinó.

Frente a lo de Santiago, vive Pepe, un herrero de oficio que se dedica a hacer canoas de chapa, aunque también hace todo tipo de trabajos en metal, es admirable cómo construye botes de ese material con tachos de aceite desplegados, reutilizando el material con una calidad realmente impactante. “pepe es el industrial del barrio, y es el primero que te soluciona todos los problemas, si se cae un cable en una tormenta por ejemplo se trepa y lo engancha” cuentan los vecinos.

HACER TRABAJO DE LA NADA
El caso de Pepe, de Santiago y el de Roberto son solo algunos de los que pudimos retratar, en los que los vecinos logran fabricarse su propio trabajo, desde aprovechar las semillas del Pro-Huerta pese a la escasez de agua, hasta aprovechar el metal de unos tachos de aceite, o como Roberto, que compra macetas para hacerse sus moldes con el mismo cemento, y luego las produce en serie y sale a venderlas con un carro. También están los cerca de una decena de vecinos que traen barro de la laguna o del río para hacer ladrillo, o lo hacen del otro lado de la defensa, los que se pasan pescando todo el día, los que crían animales, y también, los que han resuelto sus necesidades económicas con actividades ilegales, como la venta de droga, o el contrabando de comestibles al Uruguay.

EL ABORDAJE
Del recorrido del barrio, una de las cosas que claramente pueden advertirse es la necesidad de un abordaje territorial, que acerque y ponga en contacto a los vecinos con la diversa cantidad de recursos que el Estado tiene para facilitar su situación; desde garantizar derechos tan elementales como el DNI y la asignación por hijo, hasta asesoramientos en microcréditos para emprendedores y PYMES, y muchas otras políticas que el Estado garantiza y están a disposición pero que la mayoría de los vecinos de ese barrio desconocen, por falta de información. Lo que se puede evidenciar claramente es la falta que hace la figura del asistente social que acerque las instituciones a los vecinos, en lugar de dejar librada a la voluntad de estos su acceso a derechos muchas veces elementales. Y la necesidad de infraestructura en cosas tan puntuales como el agua potable.

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