Capitán de la historia

No había pasado un año de la muerte de José de San Martín, en Francia, cuando el general Justo José de Urquiza en nombre de todos los entrerrianos disponía erigir una columna en honor del vencedor de Chacabuco en la plaza central de Paraná, convirtiéndose en el primer homenaje del país, y estableciendo un valioso antecedente para que otros ciudadanos de la Argentina y del mundo pudieran imitar este gesto de reconocimiento y gratitud.

Al llegar por primera vez a Yapeyú, en Corrientes, o visitar El Prumerillo, en Mendoza, no pudimos dejar de valorar el perfil humano de San Martín, que al decir del historiador Mayochi, como soldado y estratega, posibilita exaltar una personalidad singular. También exhibir su ejemplo rector de ciudadano ético para así guiar la conducta de quienes los admiran.

Para conocer ese perfil, parafraseando a José Astolfi, bastará hacerlo descender por un instante del pedestal que sustentan el mármol o el bronce. Se le devolverán, así, exaltados, los rasgos morales y cívicos que lo hicieron merecedor del monumento que la gratitud nacional le levantó en pueblos y ciudades; plazas y escuelas.

Desde gurises estudiamos su vida, repasamos la hazaña del cruce de la cordillera y celebramos con alegría el aniversario de cada batalla, donde su enorme capacidad de mando y la visión de militar bien formado, le permitieron salir airoso en innumerables entreveros donde se puso en juego la libertad de medio continente.

Félix Luna nos dijo alguna vez que le hubiera gustado conocer al creador del Regimiento de Granaderos a Caballo, a «este hombre de bien que consagró sus años de ostracismo al cuidado y la educación de su hija. Un hombre que se sintió profundamente criollo, aun durante su larga estada, escribiendo a su amigo Guido que su sueño era tener una casa a orillas del Paraná para invitarlo a comer un buen pucherito».

Como hijos agradecidos, desde Entre Ríos recordamos al encendido lirio, junto al aborigen cauce de los caracoles. Serena templanza, americana, que ordenó los símbolos de la libertad. Porque su gesto de actitud argentina es un horizonte de esperanza, es un vínculo de patria para sentirnos cerca, para abandonar la hipocresía, cruzar la cordillera de la indiferencia y quedarnos, para siempre, en la verdad de la República.

 

Roberto Alonso Romani nació en Larroque, Entre Ríos, el 26 de enero de 1957. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social. Publicó 23 libros. Fue director de la Editorial de Entre Ríos, subsecretario, secretario de Cultura y actualmente se desempeña como Asesor Cultural de la Gobernación de la Provincia de Entre Ríos. Músico, Poeta e investigador histórico. Recibió el Premio Santa Clara de Asís y la Faja Nacional de Honor de la Asociación de Escritores Argentinos.

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