Buscan un ex policía represor de Entre Ríos desde fines de 2014

Es uno de los más de cincuenta represores prófugos, lo buscan todas las fuerzas nacionales, Interpol emitió un alerta roja para su localización y captura y el Ministerio de Justicia estableció una recompensa de 500.000 pesos para aquellas personas que brinden datos útiles sobre su paradero. Pero Carlos Luis Carvallo sigue prófugo.

El ex policía provincial y agente civil de inteligencia está imputado por secuestros, vejaciones, apremios ilegales y torturas contra detenidos políticos en la Comisaría de El Brete, cometidos entre 1976 y 1977, en una causa que tramita como un desprendimiento del expediente principal por delitos de la dictadura en la denominada Área Paraná, que tuvo sentencia condenatoria para siete represores a fines del año pasado.

Un informe de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, publicado a raíz del aniversario del último golpe cívico-militar, señala como “relevante” que “a través del paso de los años no deja de haber un número muy estable de imputados que decidieron fugarse y evadir el accionar de la justicia”. En total son 57. Uno de ellos es Carvallo. Por 44 de ellos se ha establecido una recompensa del Ministerio de Justicia. Uno de ellos es Carvallo y, en su caso, es una de las más altas: 500.000 pesos.

Sin embargo, a más de un año desde que el juez federal de Paraná, Leandro Ríos, dictara la orden de detención, su paradero sigue siendo un misterio. Se habla de que podría estar en Brasil o Paraguay, pero son rumores.

Los afiches con la foto de Carvallo invitan a quienes tengan datos sobre su paradero a comunicarse con el Programa Nacional de Coordinación para la Búsqueda de Personas Ordenada por la Justicia (Buscar), al teléfono (011) 5300-4020.

 También identificado como Carlos Luis Gómez Carvallo o Carlos Luis Carvallo Lombardi, nació el 15 de octubre de 1954 en Oberá, Misiones, tiene 61 años, cumplió funciones como oficial ayudante de la Dirección Investigaciones de la Jefatura Departamental Paraná de la Policía y también operó como personal civil de inteligencia del Batallón 601, con funciones en el Destacamento 122, con sede en Santa Fe pero que extendía su jurisdicción a Paraná. Su rol como espía era el de “agente de reunión”, es decir, alguien que se infiltraba en sindicatos, universidades y organizaciones políticas y sociales para recabar información que luego transmitía a los militares.

En 1979 volvió a Misiones y comenzó a trabajar como periodista.

Hasta que se ordenara su arresto, Carvallo era una de las voces de El show de los impactos, por FM Show, junto con Alfredo Abrazián, dueño de la radio y cuñado del ex ministro Domingo Cavallo. El programa era uno de los de mayor audiencia.

Se lo vio por última vez el lunes 17 de noviembre de 2014 en la radio. Ese día el juez Leandro Ríos ordenó la detención. El martes ya no se presentó en la emisora y desapareció de los lugares que solía frecuentar.

A mediados del año pasado, Interpol emitió un alerta roja en 190 países para su localización y detención; y a fines del año pasado su nombre fue incluido entre aquellos por quienes el Estado Nacional ofrece recompensa.

Sin embargo, un año y meses después, su paradero sigue siendo un misterio.

La víctima

Manuel Ramat, un ex detenido político, contó en sede judicial que en junio de 1976 policías vestidos de civil, pertenecientes a la Dirección Investigaciones de la Policía, allanaron la casa de sus padres. Uno de ellos se presentó como “Carvallo” y junto con otro de apellido Ojeda, que dirigía el procedimiento, se lo llevaron detenido, aunque por unas horas.

No tendría la misma suerte el 30 de septiembre, cuando se presentó con su abogado en la Jefatura de Policía. Allí estuvo unas horas hasta que Carvallo fue a buscarlo con un chofer. Después de dar varias vueltas, el periplo terminó en un lugar que presume sería la Comisaría de El Brete. Fue interrogado en el sótano de la sede policial, mediante amenazas, golpes y puntapiés, y obligado a escuchar cómo torturaban a otro secuestrado.

“Las condiciones eran inhumanas, había que comer con las manos y a ciegas; y las torturas eran a cualquier hora”, contó. En ese lugar volvió a aparecer el mismo “oficial de apellido Carvallo”. En una sesión de tormentos le dijo “que desde 1975 estaban recibiendo instrucción de los militares sobre cómo torturar”.

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