Tanto Francisco Bruno como Hernán Boraglio, el autor material del robo, reconocieron el delito del hurto de una supercomputadora, valuada en 10 mil dólares, que fuera robada a uno de los ex socios, Pablo Yelín, en el negocio de la minería de criptomonedas.
Ambos acusados deberán esperar que el juez de Garantías, Darío Mautone, evalúe la evidencia y dé a conocer, el próximo 5 de octubre, si acepta el acuerdo alcanzado entre las partes y determine la sentencia para los imputados.
La sentencia podría ser de un año de prisión condicional, más dos años de reglas de conducta.
Lo que se investigó fue el robo de una computadora valuada en 10 mil dólares que se usa para hacer “minería de criptomoneda (Las cripto-monedas se pueden comprar con una tarjeta de crédito o, en algunos casos, a través de un proceso llamado “minería”. El “minado” es el proceso en el que se crean nuevas monedas digitales, el cual se realiza mediante computadoras que resuelven problemas matemáticos complejos —que no pueden resolverse a mano— por lo que se requiere de grandes cantidades de poder computacional y de energía)
Según explicaron oportunamente fuentes judiciales a este medio, de la investigación se podría desprender otra por lavado de activos o evasión impositiva, pero depende de la Justicia Federal y, en todo caso, a la AFIP para determinar si tanto víctima, victimario y socios realizaban su actividad de manera ilegal.
Según pudo saber DIARIOJUNIO, cada computadora da una rentabilidad estimada en 300 dólares semanales que ingresan de manera informal.
La valiosa computadora fue sustraída meses atrás en una propiedad sobre Avenida San Lorenzo (Este) que alquilaba Bruno, junto a Pablo Yelín, la víctima del robo, y otros tres socios.
Según se pudo desprender de la investigación, se trataba de una sociedad de amigos que habían sumado sus computadoras, un total de 5 máquinas, para realizar lo que se conoce como “minería de criptomonedas”.
La sociedad habría finalizado por motivos que se desconocen y, tres semanas antes del robo, todos los socios, excepto Yelín, habían retirado sus computadoras del lugar. Lo que dio a suponer que se trataba de un robo comprendido dentro del círculo interno, por el motivo que esa información la conocían muy pocas personas.