Dos horas antes, era todo incertidumbre, aunque la cancha estaba lista y repleta de carteles de “Todo por Concordia”, el aguacero generó confusión a tal punto que se anunció por radio que se suspendía e inmediatamente se desmintió, cuando el tiempo esbozaba una leve mejoría.
A las 16:30 hs, el estadio de Victoria estaba repleto por doquier. La tribuna, con capacidad para 500 personas, se completó 20 minutos antes de que comience el encuentro. La gente que decidió a último minuto desafiar el cielo amenazante y los nubarrones que goteaban con variada intensidad, no encontró lugar disponible cerca del alambrado en ninguno de los cuatro costados.
En consecuencia, cualquier elevación servía para poder ver un poco mejor: los muros que rodean la cancha, las columnas de iluminación que hace tiempo que no sostienen nada, los techos de la boletería y de la casa del cuidador ubicados a la entrada y hasta las vías del ferrocarril que pasa por detrás de uno de los arcos. Incluso, dos tarimas colocadas al costado del ingreso a la cancha para que se sienten Macri y sus acompañantes fueron desbordadas por los curiosos.
Es que el titular xeneize no fue a dar el puntapie inicial y a sentarse a un costado, tal como se preveía. Para sopresa de todos, decidió ponerse la camiseta (eligió la 11), entró a la cancha y fue directamente a hacer movimientos precompetitivos con la Tercera, en las cuales faltaron los apellidos de quienes suelen alternar con la primera. Descartados Mauro Boselli o Ever Banegas que viajaron a México, tampoco vinieron Andrés Franzoia, Nicolás Bértolo o Matías Fischer; ni siquiera Bruno Urribarri, hijo del candidato a gobernador del PJ.
El apogeo del espectáculo para Macri y Saliva se produjo antes de que el árbitro Jorge Segovia diese el pitazo inicial. Camuflados en el medio de la tribuna, los seguidores de Todos por Concordia, vestidos con las remeras amarillas de campaña, corearon los apellidos de ambos, quienes se acercaron a saludar y a tomarse fotos con cuanto particular les solicitaba. La mayoría del público estaba compuesto por chicos que esperaban ver en vivo algunos de los rostros que sólo conoce por TV.
Inmediatamente luego de comenzado el partido, se advirtió que el espectáculo futbolístico no iba a ser el mejor. Es que la lluvia anegó algunos sectores del rectángulo de juego y, a pesar del esfuerzo del esfuerzo de los Bomberos Voluntarios por extraer el agua, se debió jugar con numerosos charcos. La pelota no rodaba, solía clavarse en los charcos y las únicas jugadas al ras del piso se veían por uno de los costados de la cancha que había absorbido bien el agua. En ese costado, justamente se acomodó Macri dispuesto a jugar como carrilero.
Y jugó el primer tiempo y parte del segundo. Aunque pidió el cambio luego de que le quitasen la pelota por enésima vez. Estaba cansado de pedirle al técnico rival que les indicase a sus dirigidos que lo dejaran jugar en soledad. Mucha gente se divirtió al verlo jugar, aunque más de uno hubiese preferido que jugase Alfredo “Murciélago” Graciani, un centrodelantero que hizo una mortífera dupla de ataque con Gabriel Batistuta a principios de la década de 90, quien estuvo en la cancha acompañando a la delegación.
Los árbitros decidieron finalizar el encuentro, iban 1 a 1, a los 25 minutos del segundo tiempo, porque la cancha ya no daba más. Y el verdadero objetivo de quienes organizaron la fiesta deportiva estaba cumplido. Para el club concordiense, ver el estadio repleto como hace mucho tiempo no lucía y dejar la puerta abierta para poder jugar la revancha contra la tercera en la Bombonera pero como preliminar de un partido por la Copa Libertadores.
Aunque la gran mayoría concurrió ver a la reserva de Boca Juniors, desde hace mucho tiempo que el fútbol y la política se confunden. El PJ entrerriano (ausente ayer excepto por las remeras de la lista Nº 100 con las que Victoria entró a la cancha) se ha aprovechado muchas veces de esa química, de la cual Macri es un experto y “Mandy” está aprendiendo. El partido fue el cierre de campaña más multitudinario en Concordia para las elecciones que se avecinan.