Cuando el IAPV decidió redistribuir las 100 Viviendas que la gestión radical había otorgado a igual número de familias, 30 familias no esperaron a que sus viviendas fuesen sorteadas y decidieron ocuparlas preventivamente. Los avatares que les tocaron atravesar fueron reflejados por los medios y son ampliamente conocidos. Hasta ahora se mantienen allí.
Menos conocida es la suerte de quienes salieron favorecidos pero no pudieron ocupar sus hogares porque la treintena de familias ya se habían atrincherado. Una de esas historias las protagoniza Marta Troncoso, 27 años de edad, titular de un Plan Jefes de Hogar, quien está casada con Juan Antonio Palacios, recolector municipal.
“Nosotros hicimos una nota al IAPV pidiendo otra casa porque en el lugar donde estábamos nos apuraban mucho”, dijo Marta. El 23 de abril de 2004, la nota ingresó al IAPV. En el escrito, la familia pedía que se tomase en cuenta su reclamo debido a que tienen una de sus hijas con una afección asmática. Marta tiene dos vástagos: Camila, 3 años, y Ayelén, 8 años.
El mismo camino; diferente destino
Luego de haber entregado la carta, un día -a fines de ese mismo abril- Marta fue a visitar a su cuñada. Recorriendo el barrio 100 Viviendas, la mujer encontró una casa deshabitada. La vivienda es la N° 14 y está ubicada en la esquina de Federación y Yamandú Rodríguez. Dijo: “acá es la oportunidad”. Y, sin pensarlo dos veces, se metió junto a su familia.
“A los siete días, empezó a aparecer la policía”, recordó. Mientras tanto, esperaban una respuesta de la nota que habían enviado en abril del año pasado. La respuesta nunca llegó.
Marta y su familia alcanzaron a habitar la casa durante 10 meses. Durante ese transcurrir, consiguieron que Obras Sanitarias los admitiese tácitamente como propietarios, debido a que les emitía la factura a su nombre. En cambio, la Cooperativa Eléctrica nunca les otorgó una factura porque no tenían los papeles que acrediten su condición de propietarios.
Este es un dato que llama la atención. Marta y su marido no tienen papeles que los acrediten como ganadores del sorteo efectuado en el Gimnasio Municipal. “A nosotros no nos dieron eso. Supuestamente, los hicieron desaparecer a esos papeles”. Marta aseguró que se enteró que habían ganado porque en los ventanales del frente del IAPV había un papel y su marido figuraba a la cabeza del sorteo. ¿No tienen una copia de esa lista? “No, porque al tiempo se sacó esa lista”, respondió Marta.
El 18 de febrero de este año, Marta y su familia fueron desalojados. El desalojo fue pacífico: “el gerente del IAPV (Carlos Olivera) estuvo a una cuadra de la casa, ni a la casa fue. El único que estuvo fue el señor Rodríguez, que entró adentro y se fijó como yo la entregaba a la vivienda, en que condiciones. La policía estaba afuera”.
Tirar plata
Hoy, la familia vive en La Bianca. Alquilan un departamento de $ 200. Pero no quieren gastar ese dinero en un alquiler, prefieren pagar la cuota de una vivienda con ese dinero. Se anotaron para conseguir una de las viviendas que los desocupados del Plan “Techo y Trabajo” construyen en las afueras de ese barrio.
“Mi marido, después que nos sacaron, ha ido muchas veces a hablar con Olivera”. El marido denunció la existencia de un departamento desocupado que nunca fue pagado en La Bianca. Hicieron una nota para tratar de obtenerlo. “Mi marido iba siempre y el decían que estaba todo bien. Hasta que un día le dijeron que no se podía hacer más nada porque el departamento fue vendido a otra persona”, dijo Marta.
“Yo quiero el techo de mi hija. Son $ 200 que se tiran y encima va subiendo eso”, finalizó.
