Bar: El cambio en secundaria apunta un «cambio en la formación integral de los adolescentes”

Bar, ponderó el cambio que se introdujo este año en toda la escuela secundaria en Entre Ríos, que además de ser obligatoria en toda su extensión, tiene nuevos contenidos, otro formato y una novedad: la aparición de docentes tutores que acompañan el trabajo del docente, y particularmente del alumno con dificultades en disciplinas clave como Lengua, Lenguas Extranjeras, Matemática y Química.
La denominada transformación curricular de la escuela secundaria arrancó en 2008 con el ciclo básico, y en 2010 avanzó sobre el nivel orientado, los últimos años, a través de una experiencia piloto en 67 establecimientos, y este año se generalizó a todo el sistema. La novedad pedagógica se introdujo a pesar de las fuertes resistencias del sindicato docente, que acusó al Gobierno de actuar con imprevisión y alertar sobre la pérdida de puestos de trabajo por parte de docentes que, en la nueva estructura, se quedaron sin horas frente a alumnos.
Lejos de esos augurios, y a pesar de pronósticos desalentadores, Educación avanzó con los cambios en la escuela. “Queremos un cambio de concepción, un cambio de paradigma, un cambio en la formación integral de los adolescentes”, dice ahora Bar. “Pretendemos a una escuela que apunte a una formación integral, que sea más interesante, más atractiva, que el adolescente asista con gusto pero para eso debemos introducir nuevos contenidos, nueva metodología, nuevo sistema de evaluación. Sin estos componentes básicos, no habrá cambios en la educación secundaria”, señala.

Otro escenario. La transformada escuela secundaria tiene nuevos contenidos, y eso generó una reubicación del personal docente; algunos, que perdieron horas y no encontraron espacio, fueron puestos al frente de tareas de apoyo, en forma de tutorías, de modo de evitar la repitencia. Y una duración de seis años, incluyendo el antiguo séptimo grado.
Pero también se suprime el damero de 190 orientaciones distintas que hasta ahora coexistían en la escuela, herencia de distintas transformaciones curriculares que quedaron a mitad de camino, la última, la que ensayó en la década de 1990 la Ley Federal de Educación. Reformado, ahora el nivel secundario otorgará un único título de bachiller, en seis grandes ramas, Ciencias Sociales, Humanidades, Ciencias Naturales, Administración y Economía, Artes y Comunicación.
La decisión tendrá un beneficio para el alumno: en caso de que decida mudarse de un establecimiento a otro, aún dentro de la provincia, no será necesario que rinda equivalencias.
Pero Bar acepta que “en educación, los cambios son lentos. No se da de un día para el otro. La cultura institucional es muy fuerte, y también la resistencia al cambio. Hay una cultura de no querer cambiar. Esto lleva su tiempo. La historia nos va a demostrar, como en mi anterior gestión con la transformación curricular en el nivel primario y superior, que este cambio era necesario. Aunque los logros se verán en cinco años”.
Y más todavía: “A pesar de los augurios del gremio –el gremio no es otro que la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer)–, no vemos esa reacción de rechazo en las escuelas. Al contrario, hay aceptación. El año pasado pusimos en experiencia este cambio en 67 escuelas de la provincia, y en todas esas escuelas se dio otro clima de trabajo. No sólo hay nuevos contenidos, sino también nuevas estrategias, articulación entre los docentes, el rol del asesor pedagógico ha sido fundamental”.

Más inversión. La transformación, asegura Bar, apunta a conseguir que haya más chicos adentro del aula, y que esos chicos adentro del aula puedan completar todo el trayecto de la escuela secundaria. “Esto implica una inversión fuerte por parte del Estado para poder lograr que todos estén adentro, y con calidad –apunta–. Que todos estén adentro implicó la inversión el año pasado de más de 14 mil horas cátedra para desdoblar cursos, y abrir nuevos cursos, con alumnos que se incorporaron producto de la Asignación Universal”.
Este año el crecimiento de la matrícula continuó, aseguró, lo cual demandó la creación de otras 12 mil horas cátedra. ”Nosotros, cuando pusimos como eje la inclusión, tuvimos pretensión tener más alumnos en las escuelas. Pero el objetivo fue ampliamente superado. Tenemos la certeza de que ha aumentado la cantidad de alumnos, y también han crecido los índices de promoción de los alumnos. El crecimiento de la matrícula ha superado lo que ha ocurrido en las últimas gestiones”, puntualiza Bar.
A la inversión con recursos provinciales en la creación de cargos, se sumó en 2010 el aporte de la Nación, que invirtió en Entre Ríos 4 millones de pesos para sostener el programa de tutorías y las escuelas de verano que permitieron mejorar el rendimiento de los alumnos y evitar el fracaso. “Indudablemente, esto ayudó a que menos cantidad de alumnos repitan. El hecho de repetir desestimula, y lleva al alumno al abandono. Nosotros queremos que se evite la repitencia, pero no que se pase de año sin saber”, asegura la titular del Consejo de Educación.

Punto por punto
El cambio curricular alcanza a 130 mil alumnos que asisten al nivel secundario, y 22 mil docentes. El objetivo está centrado en apuntar al completamiento de todo el nivel por parte del alumno, evitando la repitencia y, sobre todo, el abandono. Para apuntalar el desempeño del adolescente, se ponen en práctica dos tipos de tutorías: las denominadas disciplinares, que abarca a 1.500 docentes y que supone dar un acompañamiento específico al alumno sobre una materia en particular, y que se realiza fuera del horario habitual de clase. Esa tutorías dan apoyo en materias como Matemática; Historia; Lenguas Extranjeras, Lengua y Química. Y las tutorías financiadas por la Nación, en el denominado Plan Mejoras, que abarca a 172 escuelas, e incluye a 900 docentes. Se enfocan en un acompañamiento más general en procura de evitar la repitencia, el abandono y la sobreedad. La escuela secundaria está en camino de otro cambio, en este caso metodológico, la incorporación de las netbooks dentro del Plan Conectar Igualdad. Ese programa supone una transformación también en los métodos de enseñanza, ya que se relativiza el uso de la tiza y el pizarrón.
Hay además horas no áulicas, “porque creemos que además de tener la clase presencial, el alumno necesita tener otros espacios para ser incluido, y con la posibilidad de recuperación de aquellos contenidos o capacidades de las cuales no está perfectamente acorde para promover”, dice Bar. El espacio vacío que se plantea en la transformación es el lugar de los padres, que están alejados de las aulas. “Tocará a la próxima gestión –evalúa– ver la forma en que asumen sus responsabilidades los padres”.
Fuente: El diario

Entradas relacionadas