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Baldosa por la Memoria

En ese camino necesario, el 16 de marzo, en el marco de del Mes de la Memoria, se realizó en el Parque Ferré, ámbito significativo de su existencia, el acto de  colocación de una Baldosa por la memoria de Jorge Emilio Papetti.

Las baldosas por la memoria son marcas urbanas que trazan un puente entre el pasado y el presente, evitando el olvido y fortaleciendo las políticas de Memoria, Verdad y Justicia.

Jorge Emilio Papetti nació el 27 de abril de 1953 en Concordia. Vivió frente al Parque Ferré, lugar de encuentro de los chicos del Barrio, de interminables juegos al aire libre (1). Cursó sus estudios en la escuela Benito Garat y Capuchinos el nivel primario y Gerardo Victorín en el secundario. Fue elegido “mejor compañero”.” Siempre formó parte de grupos de trabajo comunitario, donde se sumaba con su alegría y su solidaridad. De ese modo se relacionó con el Padre Andrés Servín, que a finales de la década del 60´ya promovía la autoconstrucción de viviendas. El compromiso social y la sensibilidad lo caracterizaron. Soñaba con una sociedad distinta, igualitaria, inclusiva. En 1971 ingresó en la carrera de Geología en la facultad de Ciencias Naturales y Museo  de la Universidad Nacional de La Plata. Por su buen desempeño en el aula y su pasión por la ciencia, hacia el segundo año de cursado fue ayudante de clases prácticas.

El 9 de junio de 2012, al conmemorarse el día del Geólogo,  Julio Benítez escribió en el diario “El pregón” de Gualeguay “en este aniversario, quiero recordar y rendir homenaje al amigo y compañero Jorge Emilio Papetti, con quien compartí una etapa de mi vida, de sueños y utopías… una buena persona, pensante, sencilla, cuestionadora, idealista, buen estudiante, militante político del movimiento de Iglesia y Cambio en Argentina (MICAR), y luego fuimos compañeros de militancia en la Federación Universitaria para la Revolución Nacional (FURN), agrupación política de la Juventud Peronista , a la cual pertenecía el ex Presidente Néstor Kirchner. Luego se formó la Juventud Universitaria Peronista, de la cual fue un entusiasta activista”. Jorge cursó la carrera  hasta 1975, cuando regresó a su ciudad  natal. Entonces se sumó a trabajar con  el cura tercermundista,  Amadeo Ismael Dri, en el Barrio Martín Fierro, quien acompañó a la familia, luego, en su larga búsqueda.

El retorno a Concordia fue para cumplir el Servicio militar obligatorio en el Regimiento de Caballería de Tiradores blindados 6 Blandengues, donde el 16 de marzo de 1977, mientras estaba de guardia, fue detenido. Faltaba apenas un mes para que le dieran la baja. Iba a ser reconocido como el mejor Dragoneante. Desde entonces permanece desaparecido”. (2)

Por el impulso de la incansable lucha de sus familiares y organismos de Derechos Humanos, tres ex militares fueron condenados en 2020 por la desaparición de Papetti. Gonzalo López Belsue recibió ocho años de prisión, Naldo Miguel Dasso, ex Jefe de Regimiento y José Anselmo Appelhans, Director de la Cárcel de Paraná, a prisión perpetua por sus crímenes de lesa humanidad.

 

“AQUÍ FUE FELIZ”

“Jorge Emilio Papetti, detenido-desaparecido 16/03/77, Militante popular, 30.000 Detenidos Desaparecidos Presentes, Baldosas por la Memoria, Entre Ríos”, es la inscripción que contiene la baldosa colocada en el Parque Ferré.

En un acto conmovedor, que movilizó múltiples emociones y reflexiones, María Ema Papetti valoró la gran significación de los actos que mantienen viva y activa la memoria, y sobre todo la recuperación de la Verdad a través de la Justicia. Recordó a Jorge como un ser solidario, alegre, inteligente, comprometido junto a otros con el sueño de un país donde todos pudieran vivir bien, con casa, trabajo, comida, educación, escuela, salud, un país equitativo, donde no existieran niños en la calle, ni padres sin trabajo. Un país libre y soberano. Su felicidad no solo radicaba en la alegría de vivir junto a su familia, disfrutar de juegos y amigos en la infancia, allí, en el Parque Ferré, sino también era  indisociable de la solidaridad concreta con quienes lo necesitaban. Fraternidad en la que se conjugaban en una unidad inescindible el pensar, el sentir y el hacer. Desde la adolescencia en la realización de obras de teatro para ayudar a sus compañeros en el viaje de egresados, hasta su opción militante, comprometida en la acción por un mundo más igualitario, cuando se acercó a los Sacerdotes Pepe Temón y Andrés Servín, que habían hecho la opción por los pobres, como ya en su militancia universitaria.

La inscripción nos lleva necesariamente a pensar en la felicidad, ese estado tan buscado por los seres humanos como difícil de definir.

Es un concepto filosófico que tiene una larga historia que lo liga a la búsqueda de la plenitud, de la imperturbabilidad, del equilibrio, del placer o de evitación del dolor o el sufrimiento, etc.

Hay también, creo, una dimensión ética -política de la felicidad. Sobre todo a partir de la imposición de los valores del neoliberalismo, del individualismo extremo, de la “libertad” entendida como afirmación del egoísmo, de la insolidaridad, el “sálvese quien pueda” y la competencia exacerbada, se fue dando, de modo brutal, una privatización de la felicidad. El concepto quedó, en este contexto histórico, asociado al consumo, al tener, a la propiedad. Al goce ilusorio de objetos alienantes, objetos de consumo que, una vez usados y agotados, vuelven a vaciar de sentido la subjetividad. Una felicidad que excluye al “otro”. Que lo sitúa como enemigo, competencia, amenaza.

Jorge Emilio Papetti fue, aquí, feliz, porque vivenció el amor de su familia, el cariño de sus amigos, las alegrías de los juegos infantiles y juveniles, pero fundamentalmente porque comprendió, como muchos compañeros de su generación, que no es posible “ser feliz en un mundo infeliz”, que no es posible ser feliz si existe el hambre, la miseria, la pobreza, la injusticia. Si existe una brutal desigualdad entre los seres humanos. Y a partir de esa convicción comprometió su vida, solidariamente, en la transformación de ese mundo, de esa sociedad. Y ese compromiso, no solo debe ser rescatado como memoria. Debe ser un legado que nos obligue con el mismo proyecto de un mundo mejor. Sobre todo hoy, cuando las condiciones de miseria, pobreza y desigualdad continúan perpetuando la infelicidad de nuestro pueblo.

 

(*)Psicólogo. MP243

(1) La información utilizada está contenida en el libro “No son solo Memoria. Historias de detenidos desaparecidos de Concordia. Compilación Gisela Anabel Romero. Ministerio de Cultura y comunicación, Gobierno de Entre Ríos.

(2) Cita del libro “No son solo Memoria…”

 

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