“Es una decisión espantosa, pero al mismo tiempo necesaria en función de dar algún marco de racionalidad a la gestión cultural. El 65 por ciento del presupuesto en cultura se destina a salarios, a este tipo de contratos que además no le hacen nada bien al empleo público”, buscó justificar Avelluto. Aseguró que casi la totalidad de los despedidos habían ingresado al ministerio el año pasado. “El crecimiento fue algo completamente desmadrado, y no se verifica en ninguna escala de crecimiento de las actividades, ni en la transformación de la secretaría en ministerio que sucedió en 2014”, aseguró en una entrevista radial.
Pese a las justificaciones del ministro, en la concentración espontánea que hubo el viernes frente a la sede ministerial, delegados y empleados aseguraban que había casos de despedidos que trabajaban desde 2012 y que ya estaban incorporados a la planta transitoria. Con el método que las autoridades macristas ya convirtieron en rutina, los empleados se toparon al llegar con agentes de seguridad privada que les pedían el documento antes de ingresar. Si no figuraban en la lista de los habilitados, no se los dejaba pasar.