En la reunión de ayer también estuvo presente la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Romina Picolotti, quien aseguró estar estudiando la iniciativa de la legisladora entrerriana y se comprometió a enviar la semana que viene sus comentarios sobre el mismo.
La diputada Blanca Osuna por su parte, remarcó que “el Diputado Dante Dovena –presidente de la Comisión de Industria- planteó que en conocimiento de la contaminación y la suciedad que genera la producción de celulosa, hay mucha expectativa para que se dictamine sobre el proyecto, que se orienta al reordenamiento y a la prevención para la no contaminación de este tipo de fábricas”, agregó Osuna.
Cabe destacar que las plantas que actualmente existen en nuestro país son Celulosa Puerto Piray, Papel Misionero y Alto Paraná (en la provincia de Misiones), Celulosa Argentina (Santa Fe), Papelera Tucumán (Tucumán), Ledesma y Papelera del NOA (Jujuy), Papel Prensa y Massuh (Buenos Aires) y Productora de Pulpa Moldeada (Rio Negro).
Las emisiones de dioxinas y furanos se producen en todas las combustiones de elementos biológicos y se agravan con la presencia de compuestos clorados.
En el proceso de la conformación del papel, la pasta no sufre por lo general una transformación química sino básicamente un secado. Pero los desechos de este proceso contienen ingredientes de la pasta original. Dado que la pasta contiene residuos coloreados, al no tener la blancura requerida para algunas aplicaciones, se utiliza cloro para el blanqueo. Esta situación genera compuestos clorados que contienen distintos porcentajes de dioxinas, sustancias cuya depuración suele darse en décadas.
Cabe destacar que el dióxido de cloro, elemento central en la producción de dioxinas, es una de las sustancias venenosas más tóxicas, capaz de originar graves trastornos de salud y de reproducción en todos los seres vivos.
El proyecto de ley presentado por la legisladora entrerriana establece que las acciones de reducción de emisiones de las plantas existentes y de limitación a la emisión en plantas nuevas deben cumplir con los compromisos del Convenio de Estocolmo, con aplicación de las mejores tecnologías disponibles y las mejores prácticas ambientales.