Autos «mellizos»: aumentan los casos en la provincia

Las autoridades presumen que el número de autos robados con documentación adulterada, luego comercializados en el mercado provincial, puede llegar a ser sensiblemente mayor.
Fuentes policiales explicaron esa posibilidad en dos razones: la primera y principal, un robo —perpetrado en 2005— de 100 mil títulos originales y vírgenes (sin datos) del automotor, documentación oficial recién salida de imprenta, que se presume está siendo diseminada por distintos puntos del país. Entre ellos, Entre Ríos.
La segunda consiste en la decisión de la fuerza policial de prestar especial atención al tema, tras la detección de un número importante de personas en Paraná (unas 150 entre 2005 y 2006), que resultaron engañadas al comprar un auto de buena fe y luego descubrir que era robado.
Tal es la envergadura del problema que la conducción policial decidió crear un área específica dentro de la fuerza, denominada División Sustracción de Automotores. Además, del inicio de cursos para capacitar al personal a cargo de los controles callejeros.
Ángel Iturria, perito en Documentología, Balística y Papiloscopia de la Policía de Entre Ríos, coordinador de la carrera de Criminalística en la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader), echó un poco de luz sobre una práctica hasta ahora no revelada en forma pública.
Iturria dijo que la maniobra, en la mayoría de los casos, se basa en el uso de cédulas y títulos originales de identificación del automotor, sin uso, documentación que fuera robada a principios de 2005 en el trayecto entre las empresas impresoras de los formularios (Ciccone Calcográfica o Boldt SA) y la Dirección Nacional del Registro de la Propiedad del Automotor, en Buenos Aires.
Con los papeles oficiales en blanco y los vehículos sustraídos, “los adulteradores” cumplimentan una serie de pasos. Primero: completar esos papeles con datos sacados de otros autos similares a los robados. ¿Cómo hacen? Observan en la calle un vehículo de la misma marca, color y modelo y toman los datos de la chapa patente. Con esa información, “el adulterador” se presenta en el Registro de la Propiedad con un formulario 02, expresando intención de compra, y fácilmente obtiene toda la información del vehículo que observó en la calle: número de motor, de chasis, si el vehículo puede ser vendido o transferido.
De esa manera, llena la documentación oficial y blanquea la situación del vehículo malhabido. Es la primera fase para la existencia de “autos mellizos”.
Segundo paso: avanza en la adulteración de un número denominado de control que tienen los títulos de propiedad en la parte superior del papel. Al respecto, Iturria explicó que ese cambio se vuelve necesario debido a que fue denunciado el robo de los 100 mil papeles —por lo que el número original sería una forma fácil de dar con la documentación— y porque el dato debe guardar relación con el del vehículo de referencia, falsificación que sólo puede percatarse exponiendo el documento a la luz ultravioleta.
Un tercer paso implica el reemplazo de los números originales que el vehículo robado tiene en el chasis y en el motor, por los nuevos datos que figurarán en los papeles, cuya detección demanda una pericia más ajustada, para ver si el número ha sido “limado” y reemplazado por otro.
El cuarto paso consiste en la colocación de chapas patente falsas (se consiguen en casas especializadas en la venta de accesorios).
Así, finalmente, se produce el nacimiento de un “auto mellizo”.

Controles deficientes

El fenómeno que toca con fuerza desde el año pasado a la provincia, y principalmente a Paraná, ha dejado en evidencia que los controles policiales en la calle —tal cual se realizan— no son efectivos. Es que la detección de un vehículo adulterado —en su carrocería y en sus papeles— se puede lograr a través de una inspección especial, que radica en fijar la atención en aspectos hasta ahora casi no tenidos en cuenta. Por ejemplo, en cómo está impreso el número de control en la cédula. Para eso se requiere una determinada capacitación del personal, y fundamentalmente del instrumental necesario, acotó Iturria.
Sucede que ese tipo de adulteraciones en papeles y en partes del vehículo bien pueden pasar desapercibidas a simple vista, sin posibilidades de ser detectadas si el personal no está instruido y equipado para hacerlo.
La idea entonces, indicó el perito, “es capacitar a la persona que tiene que controlar autos y motos en documentología (es decir, saber qué observar en los papeles) y en la verificación del automotor”. Y a eso están avocados en la fuerza, ya que se dictó un curso al que asistieron representantes de cada departamental, informó el perito.
Pero para hallar las irregularidades en los documentos, los efectivos debieran contar con al menos dos elementos: una lupa cuenta hilo y una lámpara con luz ultravioleta.
Con la luz ultravioleta se detecta rápidamente la adulteración del número de control en los papeles, y con la lupa, distintos elementos de seguridad incorporados en la impresión.
El inconveniente es que aún no se ha provisto de ese equipamiento a los puestos camineros, por lo que el control en las calles sigue siendo enclenque.

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