Por eso, para comprender en cierta medida el porqué del asesinato de Urquiza, debemos analizar el contexto histórico en el cual Urquiza, en la década de 1840, ya se vislumbraba como el hombre que entrañaba un real y auténtico peligro para Rosas. Para ese entonces las miradas de todos los unitarios que deseaban la caída de Rosas empezaron a volverse a él. Urquiza era un militar entrerriano, un federal que acepta la política de Rosas y que cada año le renueva el poder de representante de las Relaciones Exteriores de la Confederación. Pero el poder de Rosas empezó a resquebrajarse y todos veían en el caudillo entrerriano al único jefe capaz de encabezar un movimiento contra Rosas. Y es así como Urquiza comienza a dar forma política y militar a los sueños de los grandes liberales de la época: Sarmiento, Alberdi, Mitre.
Así las cosas el caudillo entrerriano comprendió que Rosas representaba un nacionalismo de resistencia, defensivo, incapaz de desarrollar una política de desarrollo nacional con el extranjero. En cambio, Urquiza representaba a los ganaderos entrerrianos entregados al desarrollo del mercado lanar que Inglaterra necesitaba. Además, los liberales porteños reclamaban por el retorno del libre cambio y la oligarquía bonaerense ganadera estaba harta del personalismo rosista. Por eso algo tenía que pasar…Y pasó Caseros, una batalla de menos de tres horas se volcó en favor del caudillo entrerriano. Este luego, entró triunfante e Buenos Aires al frente de sus tropas y ante el espanto de los liberales porteños no se privó de de lucir el cintillo federal.
Por eso las luchas federales que habrían de sobrevenir luego de Caseros, deben entenderse así: ¿Desde dónde se tenía que organizar el país? ¿Desde Paraná o Buenos Aires? ¿Qué clase social llevará adelante el proceso? ¿Los ganaderos bonaerenses y la burguesía mercantil del puerto o los ganaderos entrerrianos como socios mayores de los intereses federales de las demás provincias? Este es el marco conceptual del enfrentamiento entre Buenos Aires y Paraná, o sea entre Urquiza y Mitre.
Los porteños no lo quieren a Urquiza, y así los viejos socios de Rosas, establecen una alianza con los viejos unitarios, aquellos de ideas europeas y unitarias que se habían exiliado en Montevideo. Entonces se produce un golpe, el del 11 de septiembre de 1852. Urquiza permanece en Paraná. Fue elegido entonces Gobernador de Buenos Aires Valentín Alsina, y Jefe de las Fuerzas Armadas a Bartolomé Mitre. Durante años Urquiza acepta su papel de caudillo de los intereses del Litoral y de las provincias. De este modo y ante el intento de Buenos Aires de separarse de la Confederación, monta a caballo y sin más vence a Mitre en la batalla de Cepeda. Pero se niega a entrar en Buenos Aires. Luego seguirán los enfrentamientos que tienen su culminación en la batalla de Pavón, el 17 de septiembre de 1861. Y es aquí donde comienza la tragedia nacional aún no resuelta: Urquiza tenía a su merced a las tropas de Mitre, pero inexplicablemente retrocede, a pesar de los ruegos de sus oficiales superiores, y pasa a ser una batalla que Urquiza no se decidió a ganar. Una batalla que le entregó a Mitre. Y -lo que es peor- a Buenos Aires.
Hasta el día de hoy se discute si Urquiza hizo lo que hizo en beneficio de la Organización Nacional. Y si bien Urquiza se hizo el distraído recluido en su estancia, los entrerrianos y los demás federales que ansiaban el poder nacional rumiaron el rencor y la indignidad ante la insólita retirada de los campos de Pavón.
Para colmo de males, el 3 de Febrero de 1870 Sarmiento llega a Paraná en un barco bautizado con el nombre de Pavón. Algunos historiadores interpretan que ese gesto de Sarmiento significaba un doble mensaje: lo reconocía como vencedor de Caseros, pero le recordaba también que era el derrotado de Pavón, o sea el hombre que había aceptado la supremacía de Buenos Aires sobre las provincias federales.
Por eso, y algo más, es que el agravio de Sarmiento no quedaría impune. Los entrerrianos, esos que querían seguir luchando en Pavón, estaban «macerando» su odio y preparaban sus puñales. La suerte del vencedor de Caseros estaba echada.
Sólo le restaban dos meses de vida. El 11 de abril de 1870, cincuenta hombres comandados por Simón Luengo irrumpen en el palacio de San José. Urquiza está en la galería con uno de sus ministros y los oye proferir gritos de: !!Muera Urquiza!! !Viva López Jordán!. Urquiza se defendió valientemente, pero ya era tarde para eso.
Los Federales duros hubieran preferido que fuera valiente con Buenos Aires, antes de serlo contra los que ahora lo atacaban. Recordemos que López Jordán había sido el lugarteniente de Urquiza que más empeño puso para continuar la batalla de Pavón. Luego se levantará en armas contra la ciudad portuaria, pero será derrotado. Tiempo después lo asesinaron de un tiro por las calles de Buenos Aires.
Ahora la Organización del país ya quedaba en manos de Buenos Aires. Y son los provincianos, Sarmiento (sanjuanino), Roca (tucumano), Avellaneda (tucumano), quienes realizan la organización centralista y macrocefálica del país que todavía sufrimos.
¿Alguien se puede imaginar cuál sería el destino de Argentina sí Urquiza no se hubiera retirado de Pavón?
Los que leen e interpretan la Historia tienen la palabra.