Aunque ayer circuló la versión de que Ascúa permanecía internado, fuentes cercanas al funcionario lo desmintieron, en cambio, explicaron que sólo se sometió a un control de rutina en el Sanatorio Adventista del Plata, de Villa Libertador San Martín.
“Se trata de una afección al corazón producto de un pico de estrés y de los nervios de estos días. Pero es sólo algo del momento, y por eso tuvo que ir a Villa Libertador a hacerse un chequeo. Y la recomendación de los médicos es que se tome unos días, que esté calmo y que frene con la actividad que venía desarrollando”, dijo a EL DIARIO uno de los hijos de Ascúa.
La indisposición de Ascúa se produjo en medio del crítico momento por el que atraviesa el CGE luego de la polémica determinación adoptada el lunes de pedir renuncias masivas a todo el funcionariado político. La medida, consensuada con el ministro de Gobierno, Sergio Urribarri, persiguió el objetivo de separar de la función a la titular de Gestión y Programación Presupuestaria, Mónica Londero; al subdirector del área, Pedro Ramírez; el subdirector de Recursos Humanos, Sergio González; y el coordinador del área Ajustes y Liquidaciones, Gustavo Olivera.
Esos funcionarios, según se explicó desde el CGE, habrían quedado comprometidos en el informe que produjo la auditoría designada por el Gobierno en julio pasado. Pero la forma cómo se produjeron esos alejamientos tensó las relaciones entre Educación y el Ministerio de Gobierno, al punto que Ascúa amenazó anteayer con renunciar al cargo si no se respetaban las remociones dispuestas.
El entredicho, sin embargo, sólo enfrentó a Urribarri con el tandem compuesto por Ascúa y el vocal Alejandro Richardet; los otros dos vocales políticos del CGE, Roberto Matteoda y Carlos Suárez, tomaron distancia. “No es que querramos escaparle al bulto; pero lo único concreto que tenemos y para confirmar son las renuncias del área Contable y el subtitular, del área de Recursos Humanos y la Jefatura del área de Liquidaciones”, dijeron ayer.
Por su parte, Amalia Homar, vocal del CGE en representación de los docentes, reconoció que el cruce verbal entre Urribarri y Ascúa había generado en este último cierta incomodidad y malestar.
Homar sostuvo que en el Consejo “es uso y costumbre que cuando hay recambio de autoridades, los funcionarios políticos pongan su renuncia a disposición para que el nuevo presidente defina si los ratifica o hace algún cambio”. Por eso, se mostró “sorprendida” por la reacción que tal disposición encontró en otros ámbitos como el Ministerio de Gobierno.
Falta de autonomía
La conducción provincial de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer) se pronunció ayer respecto del entredicho suscitado entre el CGE y el Ministerio de Gobierno y al respecto sostuvo que el hecho y la posterior polémica que se desató “pusieron en evidencia la existencia de una confrontación entre el Ministerio de Gobierno y la conducción del Consejo General de Educación, situación que genera una profunda preocupación en nuestro gremio, por cuanto demuestra la falta de autonomía del CGE”.
“Estos hechos ratifican lo que desde hace tiempo denunciamos: que no existe en esta gestión de Gobierno una política definida y seria, que dé solución a la crisis que atraviesa la educación pública entrerriana”, indicó el gremio. Y cuestionan, además, la falta de definiciones claras. “También sólo por versiones periodísticas conocemos los docentes algunos anuncios del Consejo de Educación, como la prolongación del ciclo lectivo, la aplicación de descuentos por días de paro o la declaración de la emergencia educativa, pero no existe instrumento legal o administrativo alguno que disponga tales medidas”, destacó.
