El proyecto de resolución plantea solicitar al Poder Ejecutivo Provincial y a la Municipalidad de Concepción del Uruguay que dispongan acciones conjuntas tendientes a concretar:
– La reformulación y actualización del Plan Estratégico de Concepción del Uruguay.
– La conformación de una unidad de planificación y gestión encargada de coordinar acciones en el desarrollo de grandes obras y proyectos urbanísticos.
– La convocatoria a un concurso nacional de ideas para la elaboración de un plan maestro de ordenamiento del borde costero de la ciudad, y en el marco de éste la convocatoria a un concurso para revisar el proyecto tendiente a dotar a la ciudad de una costanera sobre el río Uruguay en la Isla del Puerto.
– La elaboración de un plan de gestión ambiental, teniendo en cuenta el carácter de área natural protegida de la isla, y la sanción de normativa municipal y provincial tendiente a regular el uso del suelo para evitar la especulación inmobiliaria.
Artusi calificó como “corolario de un proceso inconsulto, improvisado, caprichoso e inconsistente desde el punto de vista urbano y ambiental”, la obra anunciada por el gobierno que comprende un puente sobre el riacho Itapé, a la altura de la defensa Sur de Concepción del Uruguay; un portal de acceso; un camino, desde el puente, hacia el otro lado de la Isla del Puerto, que se transforma en una costanera sobre el brazo de la China (frente a Camba Cuá) hasta el faro de la Stella Maris; un par de pequeñas playas con sus respectivos paradores, Norte y Sur, con frente al río Uruguay y un museo y sala de exposiciones en proximidades de la Stella Maris.
La obra cuesta $ 100 millones y se financia con un crédito del Fondo Fiduciario Federal de Infraestructura Regional, y ya está adjudicada por Vialidad provincial a una empresa constructora local.
Los argumentos que se utilizan para intentar justificar la obra pueden resumirse en 3 aspectos: La ciudad necesita recuperar su contacto con el río; con playas degradadas, sin costanera como otras ciudades hermanas; el crédito está direccionado a esta obra y no se puede utilizar para otra cosa; o lo tomamos o «la plata se va para otro lado»; el proyecto es la única manera de volver a posicionarnos como un atractivo turístico que tiene a las playas como uno de sus ítems principales.
Los tres argumentos “esconden numerosas falacias que es preciso desenmascarar, y que en el debate desordenado y maniqueo que prima por estos días”, rara vez aparecen:
– Es absolutamente cierto que la ciudad necesita recomponer su relación con el borde ribereño, y que últimamente hemos vivido un poco de espaldas al río, pero ello no es sólo por culpa del puerto y de la naturaleza: no pueden obviarse al menos 4 factores, de los que los sucesivos gobiernos municipales deberán hacerse cargo:
– La degradación del Balneario Banco Pelay, no sólo por la falta de inversiones como producto de su carácter inundable, sino por la absoluta carencia de un proyecto de desarrollo turístico a largo plazo para el área, y por administraciones indolentes que permitieron su decaimiento y hasta la pérdida de su prestigio.
– La degradación del Balneario Itapé y su área circundante, por todo lo dicho a propósito de Banco Pelay, más la contaminación de sus aguas por la falta de una planta de tratamiento de los efluentes cloacales de la ciudad. Vale la pena recordar, porque quizás sobre todo los más jóvenes lo desconocen, que el proyecto original de la Defensa Sur incluía una planta compacta de tratamiento de líquidos cloacales, que hubiera permitido sanear las aguas del Balneario.
– Sobre la decadencia de la Costanera Norte sobran palabras… Basta recordar, para los que tenemos algunos años, lo que era el Parador de la Salamanca y sus bungalows; y compararlo con las ruinas actuales. Algunos dirán que faltaban muchas cosas, que los bungalows eran pequeños, que no había playa, etc.. Pero toda la zona tenía (y sigue teniendo) un potencial enorme como área verde de esparcimiento de acceso público, y un gran valor paisajístico.
– Buena parte del borde costero es inaccesible para el público porque los clubes náuticos de la ciudad han protagonizado – con la complicidad del municipio – un proceso de ocupación y de uso del suelo absolutamente inadecuado, que atenta contra los más elementales preceptos urbanísticos y aún contra el Código Civil. La última perlita de este proceso de degradación de la ribera es la construcción de un enorme y espantoso mamotreto de chapa destinado a albergar lanchas que obstruye las visuales hacia el arroyo, al lado del cual el cartel publicitario de una empresa de seguros invita a “disfrutar el paisaje”…Sería francamente jocoso, si no fuera que sucede en nuestra propia ciudad.
– Es obvio que a esta altura de las circunstancias, con un crédito otorgado, con un contrato firmado, es difícil revertir el destino de los fondos; en todo caso la responsabilidad es de quienes avanzaron de manera absolutamente inconsulta (hasta los concejales desconocían el proyecto). De todos modos, como intentaremos demostrar, debería ser factible revisar algunas cuestiones.
– El tercer argumento que se esgrime es peligroso; es una especie de justificación de la decadencia de las demás playas, y podría llevar a su absoluta ruina y decadencia. Concepción del Uruguay tiene población y potencial de recepción de turistas como para tener muchas y hermosas playas; Paso Vera, Banco Pelay, La Toma, Camba Cuá, el Balneario Itapé; y quizás, las playas de la Isla del Puerto. Hay que cuidarlas y jerarquizarlas a todas. No nos resignemos a perder el Balneario y las demás playas.