El Comunicado :
Pero los errores del pasado no habilitan a seguir cometiendo otros errores, sobre todo cuando los desvaríos del pasado lo tienen como uno de sus principales protagonistas. Por el contrario, debieran servir para aprender de ellos, y para proyectar a futuro un verdadero plan de salud pública, del que hoy carecemos.
Debieran mostrar la necesidad de no perpetuar la improvisación y el inmediatismo como únicas estrategias. Lo que no se dice hoy es que uno de esos desvaríos fue la absurda decisión de construir este nuevo edificio hospitalario. Y, sobre todo, lo que no se dice es cómo la provincia va a solucionar los tremendos problemas de salud pública que sufren los entrerrianos.
Decíamos en 1996: «preocupa cómo se inserta el tema de los nuevos hospitales dentro del marco más amplio de las políticas de salud. De poco servirá que el Estado provincial destine cifras faraónicas a la construcción de nuevos hospitales modelo, si por otra parte no se aplican recursos a políticas efectivas de atención primaria de la salud, con énfasis en la prevención, en la mejora de las condiciones del medio ambiente, y en la lucha contra la pobreza. Debiera tomarse conciencia que el hospital debe transformarse en el último recurso a los fines de ejecutar acciones de recuperación de la salud, pero teniendo en cuenta que en gran medida la internación hospitalaria es el reflejo del fracaso de las políticas previas de prevención y promoción. En una provincia con altísimos niveles de desempleo, urge revertir las condiciones sociales de los sectores marginados por una política económica que concentra la riqueza en pocas manos y condena a la exclusión social a millones de argentinos. De otra manera, la desnutrición infantil, la contaminación ambiental y su incidencia directa en enfermedades prevenibles, las adicciones, la violencia, etc., serán la contracara grotesca de los nuevos hospitales». Y – lamentablemente – lo tenemos que decir de nuevo. Es hora de reconocer que la provincia carece de una línea clara en materia de políticas de salud pública. Y su definición no puede ser obra de un grupo de iluminados que nos digan qué es lo que hay que hacer. Así se decidió el nuevo hospital de Concepción del Uruguay, una obra que no hubiera figurado como prioritaria en ningún plan con criterios racionales de asignación de los recursos, y que ha significado un monumental incremento de deuda pública.
El año pasado proponíamos un Sistema Integrado y Solidario de Salud Pública, para garantizar cobertura en salud a todos los entrerrianos, integrando eficazmente todos los recursos de la provincia, la Red Pública, el IOSPER, el PAMI y las Obras Sociales. Ese sistema debe formar parte una política integral de salud pública, en el marco global de una política social que procure revertir la exclusión social que sufren tantos de nuestros ciudadanos hoy en día. Exclusión social que requiere de estrategias novedosas y no meramente del asistencialismo clientelar que ha convertido a nuestra provincia en un gigantesco comedor comunitario. Cada niño entrerriano tiene derecho a comer en su casa, con su familia, y es obligación esencial del Estado agotar esfuerzos en pos de avanzar en el logro de este objetivo. La inversión social tiene retornos económicos: genera aumento de la actividad económica, proporciona ingresos fiscales y empleo al consolidar el mercado interno, y ahorra gasto sanitario y social. Una sociedad integrada es una sociedad más competitiva, y más eficiente. La estabilidad política y la seguridad son también consecuencia de la estabilidad social. La inversión en desarrollo social es también inversión de capital humano, fundamental para el futuro de la provincia. La inversión educativa, la inversión sanitaria, y en promoción social son inversiones productivas de largo plazo, además de la expresión del grado de modernidad, de libertad y de desarrollo de una sociedad. El radicalismo renueva su compromiso con la búsqueda de un desarrollo social presidido por los principios de equidad, solidaridad, y participación popular».