Ariel Gorostegui: Un radical con formación Trotskista

La cita era a las 8.00 de la mañana en un céntrico bar de Concordia; según cuentan las malas lenguas Gorostegui llego más que puntual; llegó a las menos cinco, por lo que aprovechó para hojear los diarios locales mientras llegaba el incorregible encargado de hacer las preguntas. Sentado de costado para permitirse la clásica pose de cruzarse de piernas, apoyando el codo en la mesa, y recostando el periódico sobre sus extremidades inferiores, el aspirante a ocupar una banca en el Deliberante local, parecía muy tranquillo. A menudo, quitaba la vista del diario y miraba la plaza desde su mesa de café. De vez en cuando –algo que se repitió varias veces durante la entrevista- saludaba a algún transeúnte que pasaba por la vereda, haciendo un gesto con la mano. Por lo demás, cuando el grabador comenzó a contar los segundos, Gorostegui simplemente se dejó llevar hacia donde las preguntas le guiaran. El resultado es la siguiente conversación:

JUNIO- ¿Cómo te acercas a la política?

Gorostegui -Mi formación política o mi actividad en la militancia se remonta a mi pasado estudiantil, en la ciudad de Buenos Aires, donde comencé a militar en el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), que es de origen Trotskista, y ahí permanecí hasta que me recibí de abogado. Si bien yo nací en el seno de una familia radical, e incluso yo estaba afiliado al radicalismo cuando militaba en el Trotskismo, porque simplemente no me exigieron en el MST que me afiliara, y siempre milité desde la base, desde el llano, hasta ahora que empiezo a tener un lugar en la dirigencia.

– ¿Cómo se da este acercamiento a la militancia a través del MST?

– yo siempre tuve inquietud, desde la infancia, la política fue algo que siempre me atrajo, pero fue en la Universidad de Buenos Aires, a raíz del contacto con libros y cátedras que iban a ese sentido, lo bueno de la UBA es que había pluralidad de pensamiento, incluso había cátedras, desde conservadoras hasta las ideas revolucionarias; entonces al tener un contacto con documentos y libros en ese sentido, me empecé a sentir cómodo, y fui descubriendo cosas que por mi educación primaria y secundaria en un colegio católico, me habían estado vedadas. Por ejemplo a nosotros, de Marx y Engels se nos comentaba lo malo, pero no había tenido oportunidad por mi mismo de conocer muchísimos aspectos de su filosofía que desde mi punto de vista son muy buenos.

-¿A qué escuela ibas?

-Fui al Colegio Capuchinos desde el jardín de infantes; tuve una educación fuertemente religiosa y por ende no conocí otra realidad, nunca había podido elegir, porque no tenía contacto con otros autores; de hecho yo tengo un debate hoy con mi esposa, porque estoy convencido de que mi hijo cuando tenga edad, tiene que ir a una escuela pública, porque quiero que tenga la posibilidad que yo tuve recién cuando fui a la UBA, que pude abrir la cabeza y elegir con que ideales me identificaba más.
Hoy elijo estar acá (por el radicalismo), desde hace tiempo y estoy muy cómodo, me he vuelto reformista, pero lo bueno es tener la posibilidad de poder elegir

-¿Cómo ves la educación pública hoy?

– Se que hay desigualdad de oportunidades con respecto a los chicos que van a escuelas privadas. Yo siempre marco a nivel universitario; yo empecé estudiando en la Universidad Austral, becado, después la tuve que dejar porque me bajaron la beca para dársela a mis compañeros que eran los hijos de los dueños de Argentina, y en esa universidad sobraban los libros, cuando en la UBA teníamos que pedir turno, reservarlos para poder leerlos, esa desigualdad –que es económica, pero que incide en la calidad del aprendizaje- no debería existir, a veces los chicos que están en la universidad pública corren con esa desventaja, pero como dije anteriormente, también es cierto que ya es una gran ventaja la de poder elegir y que no nos oculten las ideas y autores que no coinciden con lo que nos quieren enseñar.
Y después se han visto avances, en lo que es la tecnología, creo que es un acierto del gobierno nacional, el haber implementado el programa Conectar Igualdad por ejemplo, pero hay otros matices que hacen que la escuela pública tenga sus bemoles, y sus problemas, también está el tema salarial del docente, que lo vienen reclamando desde hace mucho tiempo y creo que con justa razón, porque deberían estar mejor remunerados los docentes; pero eso requiere de una reforma profunda del sistema educativo y de un convencimiento tanto del gobierno que le toque estar como del pueblo, de que la educación es fundamental para resolver problemas, a veces problemas que son tan urgentes como el tema de la seguridad.

-¿Cómo es eso de estudiar con los dueños de la Argentina?

-Fue una experiencia interesante, yo nunca me sentí cómodo en la Universidad Austral, pero el nivel académico es excelente, tiene previsto un sistema de cursado y de estudio Full Time; no se puede trabajar, nadie puede porque era de mañana y de tarde, con profesores tutores, era muy personalizado, los cursos eran muy chicos, los profesores eran de primera, y estaba el componente ideológico que a uno lo incomodaba; uno a veces y a esa edad tal vez apostando a formarse lo mejor posible en el plano profesional apostando al futuro, tolera ciertas cosas.
En ese momento yo no pensaba tanto en la militancia, en parte porque tampoco el entorno ayudaba, no había pluralidad de ideas y hasta entonces pensaba en lo profesional exclusivamente, y a medida que mi vocación política fue creciendo, me iba desanimando, y la gran ayuda que me dan es cuando me bajan la beca, yo no pude aportar la diferencia económica que eran $450 dólares, más lo que costaba mantenerse, y me fui.
Ahí fue que caí en la UBA, y entré en un mundo totalmente distinto pero por contraparte me sentía bien, porque podía elegir donde estar y hasta podía elegir las cátedras, de acuerdo al profesor que elegía.
Y además la diversidad, porque así como podía tener compañeros que eran hijos de obreros, tenía otros que vivían en barrio Parque, y eso fue fantástico, porque por ejemplo en la Austral, no había diversidad, estábamos los becados que éramos los menos, y los demás eran por ejemplo; la hija de Adolfo Rodríguez Saá, o los hijos de los empresarios más poderosos del país.

-Es decir que además de la apertura ideológica que tenias para elegir, también se te presentaba un panorama más amplio, de gente con la que relacionarte

-Sin duda, y además me sirvió mucho la labor que hacíamos en el partido que yo militaba, que era el MST, porque que hacíamos apoyo escolar en la villa 31, y eso me fue dando un roce que me abrió otras puertas a otras inquietudes, me dio sensibilidad porque la pobreza no se lee en los diarios pero está, y en esos trabajos, que los hacíamos los sábados por la mañana, podíamos tener un contacto directo con la gente, y sirve también para desmitificar, porque a mí nunca me pasó nada malo en la villa 31, conocí gente maravillosa y los deshonestos eran los menos, yo veía más hechos de inseguridad en Figueroa Alcorta e Italia, o en Avenida Libertador, que en la Villa 31.

-Me comentabas hace un rato que uno de los autores que te había impactado en la UBA, había sido Michel Foucault, ¿Cómo fue ese descubrimiento?

-A Foucault lo conocía solamente por el nombre, conocía que había muerto en la década del 80 y que era un neo nietzscheano, y a partir de ahí no conocía más nada: A raíz de haber caído en una cátedra de derecho penal de la parte general, que era una cátedra neo nietzscheana, lo primero que nos dieron a leer fue Vigilar y Castigar de Michel Foucault, y me deslumbró esa visión de la realidad, y la arqueología que plasma Foulcault, y avanza cronológicamente en el tiempo para analizar la realidad y ese tipo de lecturas te van cambiando la forma en la que observas la realidad.

-¿Cómo llegas a esa primera militancia?

– Se da por unas ganas enormes de militar, de trabajar para cambiar la realidad, esas ganas que uno tiene cuando es estudiante joven y lee determinados autores, y en ese momento en la UBA había de todo, había Maoístas, Comunistas Puros, Estalinistas, y estaban, en la línea Trotskista, el Partido Obrero (PO), y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), me incliné por el MST y un día pasé por la mesa, me presenté y dije que quería militar, y cuando pasaba eso en un partido de izquierda, que éramos tan pocos era como una fiesta, me acuerdo que fuimos a tomar mate a la plaza que está en frente de la facultad y en seguida me puse a trabajar.

-¿Qué te enseñó ese periodo de militancia en la izquierda revolucionaria?

-Yo siempre cuento que en los partidos de izquierda revolucionaria, la impresión más fuerte que me quedó es la notable capacidad que tienen sus cuadros, y la honestidad que tenían, yo creo que si la sociedad tomara conciencia de eso podría crecer mucho más la izquierda.
Nosotros éramos el ala estudiantil del partido, y era impresionante la preparación, la formación, la lectura que tenían los cuadros dirigentes: Ese partido está conformado principalmente por obreros y estudiantes; los obreros, eran militantes a los que les constaba leer o no tenían tiempo para leer, pero lo que tenía el partido era que había un grupo de intelectuales que daban cursos de formación, y era fascinante porque uno podía aprender hasta economía dentro del partido, entonces no es una casualidad; mucha gente dicen ¿cómo Lula que era un tornero fue presidente del Brasil y lo impulsó?, pero lo que no conoce esa gente es que el Partido de los Trabajadores tiene un cuerpo de intelectuales que forman a sus cuadros dentro del partido.
Era notable el empeño que todos ponían en aprender y en formarse, pero también teníamos un problema, el gran problema que tiene la izquierda revolucionaria y por eso está en constante crisis, es que hay mucho debate de ideas, todo el tiempo se está debatiendo ideas, y todo se cuestiona, incluso si la orden viene del dirigente más encumbrado dentro del partido, se la va a discutir, se la va a refutar y si alguno no está de acuerdo se termina yendo del partido y en ocasiones llevándose algunos que coincidieron con esa postura y forman otro partido, entonces es permanente la crisis y se atomiza, se van a un extremo.

-¿Cuánto tiempo militaste en el Trotskismo?

-Y prácticamente fueron cuatro años, después cuando me recibí y empecé a trabajar tomé distancia del partido y ya no volví más, pero quedan cosas…

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo el trabajo en la Villa 31. Eso te queda para siempre, te da la claridad mental de conocer los problemas, de poder palparlos, de desmitificar muchas cosas, lo que yo veía era que en su inmensa mayoría era gente que quería trabajar, que quería progresar y que sus hijos se eduquen, que querían la mejor educación para sus hijos; asistían a las reuniones de padres, uno veía como los padres se privaban para darle a los hijos, yo en ese entonces ni me imaginaba que iba a ser candidato a concejal por la UCR pero me acuerdo y pienso, que si uno no conoce esas realidades, o mira al problema como desde un pedestal, difícilmente pueda resolver algo.
Conocer la realidad de las personas, te ayuda a romper con los mitos; la mayoría de la gente que está en condiciones desiguales quiere salir de su situación, a mí jamás me han pedido un subsidio, y tampoco ahora que recorrimos los barrios como candidato a concejal por el radicalismo, nadie me pidió un subsidio, la gente lo que pide es trabajo, la gente quiere trabajar, y tomando contacto con los vecinos de las barriadas vamos rompiendo mitos, la gente me pedía trabajo, o mejoras estructurales de servicio público.

-¿Qué pensás de asignación por hijo?

-hubieron muchísimos aciertos del gobierno en materia de asistencia social, el plan Argentina Trabaja, o la Asignación Universal por Hijo, están bien, me parece acertado, incluso fue una idea de la oposición, para ser honestos fue un proyecto de Carrió. Hay gente en situación de riesgo y el subsidio con un objetivo social no está mal, en la medida que se vayan generando políticas para ir remplazando el subsidio por oportunidades, ya sea de los chicos, para seguir estudiando o sus padres para obtener un empleo digno; creo que como medida está muy bueno, hay que mantenerlo, hasta tanto se generen las condiciones optimas para ir remplazando estos subsidios y planes por trabajo genuino.

-¿Cómo pasaste de la izquierda revolucionaria, al reformismo de centro?

– y… me aburguesé (risas)

-¿Qué crees que te diría un ex compañero del MST si te viera hoy?

-Y me diría eso, que me aburguesé… me pasaron dos cosas con respecto a esa pregunta, que me impresionaron, la primera fue encontrarme con un ex compañero en Florianopolis, nos abrazamos y le comenté de mi vuelta al centro, el se reía, y me acuerdo que le reproché “bueno vos tan trotskista tampoco sos porque veraneas en Florianopolis”. Y la otra anécdota que me impresionó fue que uno de mis compañeros de ese partido, un pibe que era un dirigente muy formado, terminó siendo legislador porteño, un día lo vi en el diario, y lo vi y me impreionó para bien, con 27 años el pibe era legislador por el MST.

– y un día así como pasaste por la mesa del MST en la UBA, ¿te pasaste por el comité de la UCR?

– Si, fue un proceso… Yo me vine a trabajar, me alejé del partido y esa llama se fue apagando: Acá no había MST, y elegí volver a las raíces de mi familia, yo estaba afiliado ya a la UCR porque a pesar de haber militado cuatro años nunca me afilié al MST, no era algo que se tuviera muy en cuenta, creo que ni me lo propusieron; lo único que te exigían era estar comprometido con la causa.
Y volví y una vez más busqué mi lugar, en el radicalismo hay distintas corrientes, obviamente no hay trotskismo pero si un radicalismo más reformista o progresista, así como también hay gente que todavía se considera de la línea nacional que era la fundada por Balbín, y yo empecé tibiamente a arrimarme en el partido en 2005, porque vivía la mitad de la semana acá y la otra mitad en Buenos Aires, y en 2006 cuando me radique definitivamente en Concordia ya empecé a participar activamente, así que tengo unos seis años de militancia en el radicalismo.

-¿Cómo surge tu nombre para el primer lugar en la lista de concejales?

-Habría que preguntarle a los que la armaron… (risas).
Realmente no sé, simplemente me lo propuso Horacio Giorgio, una vez que se definido que él sería el candidato a Intendente de esa lista, y no hubo ninguna objeción.
Una de las cosas que tienen de bueno mi partido es que el afiliado te exige, y si no cumplís te condena, uno está permanentemente monitoreado por el afiliado y permanentemente se le recrimina o se nos exige y eso hace que uno camine derecho, y si le faltan fuerzas la sacan de donde sea porque después uno rinde cuentas en el comité todos los años, es decir tenemos un celo de control interno muy importante y eso es muy bueno.

-Varios politólogos hablan desde hace unos años de que la política en Argentina se mide y se cocina en términos de control del aparato partidario, o de manipulación de esa estructura cosificada en la que se han transformado los partidos; algo que se hace más evidente en el peronismo por ser el partido que ha gobernado la mayor parte del nuevo periodo democrático, pero que, al menos desde 2009 con la elección legislativa en pleno conflicto sojero, y ahora con la inesperada fusión Alfonsín-De Narvaez, se pudo ver también en el radicalismo; esto de entregar la estructura al candidato que más posibilidades tenga de ganar, sin medir si su ideología representa tan fielmente la doctrina del partido. ¿Coincidís con esto?

-Yo creo que por ahí la ambición electoralista hace que los partidos tradicionales cometan el error de girar en la búsqueda de una oportunidad, por eso lo decía Yrigoyen, y lo decía Raúl Alfonsín; que el radicalismo puede darse el lujo de perder mil gobiernos pero nunca perder la doctrina y los principios, ese mensaje que es parte de la doctrina que a veces nos olvidamos, y que es lo que nos permitió perdurar durante más de 120 años como una opción.
Obviamente que se deja un poco de lado la formación de la doctrina y del militante, y se empieza a ver al partido como un aparato, creo que es un problema de todos los partidos, porque se está viendo en todos, pareciera que es en realidad la política la que va para ese lado donde se empieza a priorizar la figura en vez de las ideas.

-¿Cómo se lee en este contexto la unión del Alfonsín con Francisco De Narváez?

-Yo no la puedo leer, indudablemente es una estrategia electoral, a mi me descolocó, no lo comparto, si bien es necesaria siempre la pata peronista, porque Raúl Alfonsín ganó en los 80 porque también lo votaron los peronistas, me descolocó esa opción. Para mí no fue una buena decisión, no lo fue en términos ideológicos y tampoco en términos electorales, más si uno lo compara con la consecuencia inmediata que tuvo que fue el alejamiento de Hermes Binner, que a mi modo de ver es una persona con muchas más sintonías con nuestra propuesta y hubiera reforzado en términos electorales muchísimo el proyecto nacional del radicalismo. Pero bueno, Alfonsín lo decidió así y nosotros vamos a continuar en esto siempre con Alfonsín.

-La entrevista siguió un rato más, Gorostegui, habló sobre sus propuestas como candidato a concejal de concordia, y el roll que espera cumplir en el concejo; pero eso para la próxima….

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