Anoche, ni bien el réferi uruguayo diera el pitido final para que la selección masculina de futbol gritara campeón después de 28 años sin títulos oficiales y el mejor jugador del mundo, Lionel Messi, pudiera contar su primer logro con el equipo mayor, tras muchas e inmerecidas decepciones, la algarabía se desató en todo el país, y la ciudad de Concordia no fue la excepción.
Largas colas de vehículos, con parlantes que apuntalaban cánticos de hinchada y giraban alrededor del centro a bocinazos, y una multitud con bombos, fuegos artificiales y cohetes se concentraron en inmediaciones de la plaza principal de la ciudad para festejar el logro deportivo hasta pasadas las 2 de la madrugada.
Como en el velorio de Maradona, poco le importó al pueblo la pandemia de Coronavirus y poco pudieron hacer las autoridades más que controlar los actos inevitables que generan ciertas pasiones en la Argentina.