Una pancarta se pasea frente a las cámaras de todo el mundo, donde se lee: «Busco el futuro, ¿dónde lo escondieron?. Las copas están llenas, no cabe más una gota de soberbia, democracia maltratada, hipocresía a medida. Otros exclaman: «Reparto besos, repartan sus fortunas» “!Este es nuestro mundo: Paraísos Fiscales, infiernos terrenales!. Una fuerza conmovedora festeja la rebelión, incendian barricadas, abren horizontes, “!Pueblo derramado no será embotellado! ¡Salud!” Río que avanza abre cauce y nuevos paisajes. Claro que da miedo, a veces arrasa diques de contención. El pueblo grita “!Viva la France!”
Porque cuando Francia tiembla, terremotos anuncia. Así lo enseña la Historia.
1789 Revolución francesa (Si lo sabrá Luis XVI), la Comuna de París, Napoleón, Mayo del 68…sacudieron al mundo, no solo al pueblo francés. Ya toda la prensa europea refleja preocupación. Es que la resistencia llegó para quedarse, porque si las barbas francesas veis cortar, poned las vuestras en remojo…temen que el «mal» ejemplo se contagie a otros países. Es evidente que Marzo 2023 va mucho más allá del cuestionamiento del régimen jubilatorio como nos quieren hacer creer.
Marzo 2023 abre una fuente de interrogantes sobre el sentido del trabajo: «La vida vale la pena ser vivida», «Cambio cadenas por alas», exclaman los jóvenes franceses. Otros proclaman «trabajar menos, vivir más». Son consignas condensadas que muestran que el trabajo, para la mayoría de la gente, es vivido como un castigo, no como lo que tendría que ser, una actividad creativa de mujeres y hombres de esta tierra. Lo que sucede que la médula del sistema capitalista neoliberal está contaminada, así como la vida en Democracia .
Es que en el país de la «Liberté, Egalité, y Fraternité», la nueva Ley de Jubilaciones no fue votada por el Parlamento, porque el Poder Ejecutivo desenvainó el famoso Artículo 49.3 de la Constitución Nacional Francesa, que data de 1958 que dice que solo bajo un compromiso de necesidad urgente de responsabilidad, permite al gobierno adoptar un texto de Ley sin pasar por el voto del Parlamento, salvo moción de censura presentada dentro de las 24 horas. Cosa que no ocurrió porque Macron ocultó el decreto en esas 24 horas y luego fue tarde para reclamos. Esto enfureció al pueblo francés que se sintió defraudado.
Al momento de escribir estas líneas, me informo de que el Superior Tribunal de Justicia, aprobó el proyecto de aumentar la edad de jubilación de 62 años a 64 años y con 43 años de aportes. Todo con el pretexto de disminuir el gasto social que representa un 14% del PBI. De aplicarse esta ley, la reducción del gasto sería de $12.000 millones de Euros. Pero al mismo tiempo le pide al Parlamento un aumento del presupuesto en armas para ayudar a Ucrania por la suma de $100.000 millones de Euros. Y esto enfureció a los franceses porque se va a ver reducida su calidad de vida en la educación, salud, etc. Es el precio que tiene que pagar Francia por ser vasallo de la OTAN dirigida por los EEUU.
El Presidente leyó un discurso al que pocos le prestaron atención y luego viajó a China, llevando consigo a la presidenta del Parlamento Europeo Úrsula Von Leyden que se la pasa despotricando a China. Craso error.
Nadie sabe las implicancias de este movimiento de Macrón como si fuese una demostración de fuerza política usando a un Tribunal adicto para tratar de destrabar las protestas. Otro error. Las intuiciones políticas dicen que se siente como unas ondas de «tsunami» para explotar en cualquier momento. La sociedad francesa vive una gran incertidumbre, como la vivimos nosotros, atrapados en la incertidumbre que trae el neoliberalismo europeo traccionado por los «anglosajones» de EEUU, Inglaterra, Canadá y Australia.
Existe en las sociedades de Europa toda una disociación que se ensancha como placas tectónicas, que abre grietas que se van agrandando a medida que van comprendiendo que sus líderes los ha involucrado en la maquinaria neoliberal que puede conducir a la destrucción de Europa toda si sigue la escalada de violencia que se está insinuando en las fronteras rusas.
Los franceses ya no saben en qué mundo están viviendo. Si en mundo del 1% de la nube de las élites, que no se mezcla con los humanos comunes que cada vez sufren más privaciones en energía, alimentos, educación, salud etc. Ven que esfuma ese estado de «bienestar» que habían logrado después de la Segunda Guerra Mundial (Por supuesto que dejamos para otro debate sobre las riquezas obtenidas de su pasado y presente colonial).
Los franceses como otras naciones (nosotros todavía no) ya no están fascinados por el cambio de paradigma que trajo la revolución del conocimiento producidas por el genial algoritmo de la inteligencia artificial donde se vive una vida virtual disociada de la vida real que se alimenta de realidades comunes. ¿Acaso a nosotros no nos pasa lo mismo cuando nos encandilan, nos absorben en el mundo virtual a fuerza de pantallas, redes, vídeos, que se repiten hasta el cansancio y donde cada uno de los mortales quieren ser protagonistas de este éxtasis tecnológico del Chat GPT? Es como una metástasis de un mundo virtual que nos va disociando de la realidad primaria de la cual dependemos como «homo erectus» al cual hemos llegado luego de millones de años de evolución animal.
Pero más allá de las motivaciones sociales y económicas por la cual los franceses han salido a las calles, hay algo más profundo, que es el deseo de ¡vivir!, de festejar, de soñar, de creer que un futuro mejor es posible.
No me animo hablar de la felicidad plena, pero sí la de la felicidad relativa para encontrar el sentido de la existencia. Por eso se rebelan contra el llamado «trabajo castigo» triturando sus días extenuados. Una pancarta lucía crudamente:» Trabajar para vivir, no vivir para trabajar», porque la plusvalía se las llevan las élites y la corrupción. Ellos se dieron cuenta, ¿por qué nosotros no?
En la historia de la humanidad, ya sea en la edad de piedra, de hierro, o del bronce, las evoluciones tecnológicas nos permiten leer la Historia antes de que se escriba.
La misma nos muestra que las tecnologías son mucho más que una manera de producir, constituyen antes que nada una forma de organización de la sociedad. Cada cambio de paradigma tecnológico interactuó con cambios profundos de la «organización social» del mundo. Así fue ayer con la invención de la máquina de vapor, la electricidad y es así hoy en la era digital con la difusión de las computadoras, internet, robots. ¿Quién se puede oponer a eso?
Las formas de producción y comercialización cambiaron profundamente. Las tecnologías siempre fueron un elemento central en las relaciones de poder, al interior de una sociedad, o a nivel internacional. Podríamos decir que el progreso tecnológico pertenece a toda la Humanidad, pero esto lamentablemente no pasa de ser un deseo piadoso. Porque la realidad es otra. Lo que se puede comprobar es el enorme aumento de la productividad, ya sea en las actividades agrícolas, industriales o de servicio, fue APROPIADO por una ínfima parte de la población mundial: las élites, que controlan las riquezas y las riendas del poder.
Las multitudinarias manifestaciones que estamos viendo en Francia, en Inglaterra y Alemania cuestionan la apropiación social del progreso tecnológico, el sentido y la calidad del trabajo de la sociedad.
Otras formas de organización, de la producción, de la comercialización y del consumo son posibles, muchas experiencias así lo aprueban, pero mientras la organización del mundo productivo esté formateada en función de la maximización de beneficios de sociedades y accionistas anónimos, llegamos a lo que llegamos.
Todo «modelo» tecnológico está asociado a un modelo de sociedad. Si el reconocimiento y el bienestar de los humanos estarían en el centro de las organizaciones tecnológicas sería otra la situación.
La experiencia nos muestra que cuanto más innovaciones tecnológicas, mayor es la disociación entre dichas tecnologías y la apropiación social de las mismas. Los seres humanos en general siguen siendo considerados como un elemento descartable en función de la optimización de los beneficios. Por eso muchos se plantean el viejo dilema: ¿Las tecnologías al servicio del hombre o el hombre al servicio de las tecnologías? Hasta ahora, en la Historia seguimos siendo castigados por haber probado la «manzana del conocimiento», y hemos sido expulsados como ciudadano-pueblo del paraíso de las élites que cada vez concentran más la riqueza. Por todo eso y mucho más, es que el pueblo francés se lanzó a las calles!
He tomado el «modo» francés porque en ciertos aspectos tuvo por ejemplo una «ruralidad» semejante a la Argentina, donde el productor tenía un contacto con la naturaleza, con la materia viviente, con los frutos de su labor. Hoy, tanto en Francia como en Argentina, en la tercera década del siglo XXI, civilización urbano-industrial de por medio, el sector terciario representa más de la mitad de los empleos. Ya sean repositores de supermercados, delivery de pizzas, etc. Cada vez más engranajes humanos de la gran maquinaria capitalista.
El proceso tecnológico que pertenece a toda la humanidad, podría ser utilizado para concebir otras formas de trabajo. No se trata de una utopía dicen los franceses, sino de plantearse problemas de fondo que aquejan a nuestras sociedades. Sin olvidar que la crisis del medio ambiente exige replantearse de manera urgente una necesidad de modificar nuestras relaciones con la naturaleza y las maneras de producir. En otras palabras, o replanteamos la vida o seguimos avanzando hacia el precipicio.
El presidente francés se equivoca cuando dice que: «la multitud no tiene legitimidad institucional, el único legítimo es el pueblo (refiriéndose a los ciudadanos que lo votaron). Pero esos mismos ciudadanos le reprochan haber dictado un decreto para aprobar un proyecto de ley sobre las jubilaciones sin pasar por el Parlamento sólo para calmar a “los mercados».
Los franceses reclaman tener opinión sobre qué tipo de sociedad quieren vivir. La gran mayoría de los franceses es consciente de que Macron es una marioneta de dos sectores financieros: la Banca Rothschild, (que es de donde él proviene) y del Fondo de Inversión Black Rock, que ha comprado casi toda la economía francesa a sus órdenes. Es más, se cree que el capital Global, servido por Macrón, está liderando el camino hacia la abolición completa de las pensiones. En el Foro de Davos, las élites recomiendan ese camino.
¡Atención Argentina! «Si ves las barbas de tu vecino afeitar, pon las tuyas en remojo». Luego será tarde para lamentos.