TRABAJO EN LA GRANJA AZUL Y DESPIDO
“Trabajé en La Granja Azul desde octubre del 2006 hasta junio del 2014. Yo cumplía las funciones de encargado pero en el recibo figuraba como peón calificado. La Granja Azul está ubicada entre Villa Zorraquín y Osvaldo Magnasco, es un campo de 9 hectáreas”, cuenta Mario Lovatto.
El ex encargado de la Gran Azul desempeñó tareas tales como controlar la cosecha, recorrer el campo con su moto, manejar el tractor, y registrar y aplicar todo lo que se usa para la certificación, por ejemplo, herbicidas, funguicidas y hormonas: “Tenía los registros y el stock al día, cuando venía el acta de la empresa de certificación, la cara la ponía yo; y como no se hacían las cosas como se tenían que hacer, había que engañar al tipo que venía hacer la auditoría, la certificación (es una empresa certificadora de Buenos Aires que verifica que se estén cumpliendo las normas de calidad y seguridad). Ellos pueden caerte en cualquier momento del año, que es lo que no hacen. Cuando viene el ingeniero se prepara para que esté todo bien, más allá de que toda la producción está pasada de químicos”.
Lovatto con su moto recorría el campo monitoreando la cosecha y “en una de esas recorridas me caigo con la moto y sufro el desprendimiento de la clavícula derecha. Cuando me dan el alta de la rehabilitación me echan. Me llegó una carta documento a mi casa, antes de ir a trabajar por la tarde, de que estoy despedido, y dicen en textuales palabras ‘que no puedo hacer los trabajos que hacía antes´”.
El ex empleado de La Granja Azul cuya causa judicial está en manos del abogado Martín Maschio, expone: “Me pagan la mitad de la indemnización, y no me pagan preaviso (un mes de sueldo). Si vamos a lo que corresponde deberían haberme pagado la totalidad de la indemnización. Yo lo que reclamo es la diferencia de mi sueldo, de peón calificado a encargado. Me pagan la mitad de la indemnización; aduciendo la ley, que la empresa te puede pagar la mitad de la indemnización, si vos no podes hacer ningún trabajo de los que hacías antes”.
A la cuestión del despido y el reclamo de la indemnización, se le suma la aparición de los lipomas en el cuerpo: “En concreto estoy reclamando una indemnización integral, cuando yo entré a trabajar con ellos, no tenía los lipomas”.
MÁS DE 100 LIPOMAS EN TODO EL CUERPO
“En mayo a mí me hablaron de Edgardo Ferreyra, que había un hombre contaminado por los agroquímicos”. A quien se refiere Lovatto es al trabajador de Blueberries SA, quien falleciera en junio de este año; Ferreyra acusó que su cáncer era consecuencia de haber comido arándanos en tiempos de cosecha, denunciando los potentes agroquímicos que le aplicaban a la planta y a la fruta.
“Yo comía arándanos. En realidad los primeros años de trabajo, como no se sabía nada comíamos arándanos así nomás”, relata Lovatto.
Al ex trabajador de La Granza Azul más de 100 lipomas le recubren el cuerpo: “Estas ‘pelotas’ que tengo en todo el cuerpo, empezaron años después de trabajar en el arándano. Son ‘pelotas’ que están en la parte blanda, entre la piel y el musculo, en su momento me sacaron dos del brazo, y ahora volvieron a crecer y están más grandes. Entre chicas y grandes, son más de 100 lipomas de grasa en todo el cuerpo”.
Lovatto fue al hospital Masvernat a realizarse los estudios: “Me hice las ecografías y aparecían las ‘pelotas’ en la parte blanda, el médico me dijo que no las rompa, ya que si se rompen se calcifican y se hace cáncer. Se desconoce el origen. Me dijeron que lo más probable es que sea genético, pero ni mis padres ni mis hermanos tuvieron estos lipomas. La verdad no sé lo que tengo”.
Actualmente Mario Lovatto tiene cuatro hijos, los dos menores -que tienen serios problemas- nacieron luego de que a Lovatto se le manifestaran los lipomas: “Tengo 31 años, tengo dos hijos con problemas; uno con trastorno generalizado del desarrollo, y otro que nació con un solo riñón, nació y uno ya no le funcionó”.
QUÍMICOS AL ARÁNDANO: HORMONAS, HERBICIDAS, FUNGUICIDAS
“Lo que se hizo y todo esto de manera oculta para que madure la fruta: se le aplicó Ethrel para que madurará. Al Ethrel lo utilizamos hasta 2011, fue usado directamente sobre el árbol para voltear la hoja; porque con el clima que tenemos acá la planta no tiene suficiente frío para voltear la hoja en forma natural. Pero después se suspendió la aplicación de Ethrel por los residuos químicos que dejaba. Le aplicas eso y a los tres días ya lo tenés maduro. Es una aplicación que no estaba registrada, porque si no directamente no se podría exportar”, precisó Lovatto.
El agroquímico Ehtrel, basado en el ingrediente activo etefón, es fabricado por Bayer. “En la etiqueta se lo define como ‘regulador del crecimiento’. En lo que hace a los riesgos de su uso, la compañía europea alerta que es ‘peligroso’ si es ingerido, inhalado o absorbido a través de la piel. Además, en contacto con los ojos, ‘causa daño irreversible con riesgo a lesiones oculares graves’”, detalla Patricio Eleisegui en el “Fruto de la Desgracia” (Ed. Panza Verde).
“Lo que sí se continúa aplicando es Dormex; es una hormona que se utiliza para suplir las horas de frío que le faltan a la planta. Dormex es un agroquímico fuerte, porque nosotros no podíamos beber alcohol en las 24 horas anteriores ni posteriores de la aplicación. La hormona del Dormex la usábamos para reemplazar las horas del frío, ya que el arándano necesita inviernos largos para producir y acá no lo tiene”.
“Al Dormex lo traían de contrabando del Uruguay”, revela el ex encargado de La Granja Azul.
“Utilizábamos los agroquímicos de etiqueta roja que son los más fuertes, los usamos en el suelo; en el tronco de la planta para los gusanos blancos. Es una actividad que no se hace como se debería; porque no hay análisis de suelo para justificar la aplicación, y ante la duda se aplica el agroquímico de etiqueta roja, no se justifica el porqué de la aplicación, es complicado tomar una muestra y hacer los análisis; y los ingenieros la dibujan, a la hora de justificar”, detalla Lovatto.
“Nosotros usamos glifosato e insecticidas fuertes para el suelo, antes de la temporada de cosecha; principalmente para la población de cochinillas aplicábamos Clorpirifos y Endosulfan. También el insecticida Treizer, cuando estaba la flor, antes que se forme la fruta. Y la Giberilina para el crecimiento del fruto”, sintetiza el entrevistado.
A lo que agrega “es una macana, vale todo, así como las empresas agroquímicas le piden y le pagan a las universidades públicas para que hagan los ensayos. Y el punto es que no se puede producir sin agroquímicos, por la cantidad de pestes que hay, pero hay que utilizarlos a conciencia”.
“En el citrus se usan agroquímicos mucho más fuertes, porque tienen cáscara y se lavan. Pero queda 1, 5 milímetros adentro de la cáscara los residuos. Lo que pasa es que la forma de producir que tenemos se basa en su totalidad en agroquímicos”, concluye Mario Lovatto.
CONCLUSIÓN
Siguiendo las líneas abiertas por el “Fruto de la Desgracia”, cuya investigación verá la luz pública en formato libro en noviembre en Concordia por intermedio de la editorial Panza Verde, y en la cual se encuentra el caso de Mario Lovatto, entre otros. Es que en el próximo informe entrevistaremos a su autor Patricio Eleisegui, que nos explicará el complejo asunto de la producción con agroquímicos, sus alcances y efectos reales sobre la salud de las personas.