Apyme, lejos de la euforia del gran empresariado, advierte que se vive un ‘rebote’ de la fuerte caída de 2016

Ayer La Nación destacó que finalmente el “‘brote verde’ más buscado por el Gobierno llegó en el momento más oportuno. Unos días antes de las elecciones legislativas, se conoció que, por primera vez en más de un año y medio, en septiembre el consumo registró números positivos”. “De acuerdo con el relevamiento que realiza periódicamente la consultora Scentia, las ventas de alimentos, bebidas y artículos de tocador y de limpieza cerraron el mes pasado con un incremento interanual del 0,4 % medido en unidad”. Sin ir más lejos, en la misma nota se destaca que para la administración de Macri "se trata del segundo índice positivo que puede mostrar en materia de consumo masivo después de un repunte aislado observado en febrero de 2016, que rápidamente había quedado sepultado por las caídas de los meses siguientes".

En cambio, una nota de Ámbito Financiero firmada por Marcelo Zlotowiazda destaca que a diferencia de otros indicadores positivos de la economía, el consumo de alimentos, bebidas, artículos de limpieza y tocador, ese grupo que en la jerga del marketing se conoce como Fast Moving Consumer Goods (FMCG), la compra de esos productos no muestra una clara recuperación.  La medición de Scentia indica que luego de varios meses de caída, el consumo masivo subió apenas un 0,4% en setiembre en comparación con igual mes del año anterior, con lo cual el acumulado del 2017 marca un retroceso del 3,7%.

Juan Manuel Primbas, director de Kantar, lo explica a partir de las diferentes realidades de las clases sociales: "El consumo masivo está muy influenciado por el comportamiento de la clase baja superior, que es el segmento de la población más castigado ya que sufrió el impacto de las tarifas y de la caída del empleo en el conurbano". Según la pirámide social en la que basa el análisis, la clase baja superior está compuesta por un tercio de los hogares del país, que tienen un ingreso mensual entre 9.500 y 18.500 pesos, con un promedio de 14.000. En lo que va del año esa clase social redujo su consumo masivo en un 2%, que se agrega a la caída del 3% del año pasado.

En tanto, Apyme señaló que como resultado de la situación económica, ‘decenas de miles de Pymes se encuentran atenazadas entre el alza de costos, con niveles tarifarios imposibles de afrontar, y constantes caídas en las ventas por el achicamiento de la demanda.  Por eso se advierte que la “mejora de la competitividad” debe pasar por una clara segmentación de políticas en un marco de emergencia sectorial, la protección la industria y el fomento del mercado interno’.

Y además advirtió que “las reformas que, de un modo otro, lleven a la ‘flexibilización’ y la precarización laboral, auguran inevitablemente a una mayor caída de ingresos para la población, y por lo tanto un mayor deterioro de las ventas en el mercado local, principal fuente de ingresos de las Pymes”.

“De consolidarse el actual modelo, se ratificará un horizonte de  altas tasas, bajas inversiones productivas, especulación financiera, salida de divisas, déficit de la balanza comercial, crecimiento exponencial de deuda en dólares y nuevos ciclos de ajuste, como refleja en el Presupuesto 2018”, manifestaron.

“Estas políticas han sido ineficaces para cumplir el objetivo declarado de ‘bajar la inflación’.  Sí han servido, en cambio, a su objetivo principal:  una gigantesca transferencia de ingresos desde Pymes y trabajadores hacia los sectores concentrados, especulativos y multinacionales, que no casualmente son los que los que conforman foros como IDEA”, añadieron desde Apyme.

“Similares situaciones ya se han vivido en los años 90, con las consecuencias por todos conocidas. No se trata de mirar ‘hacia el pasado’, sino de no dejarse engañar por la implementación de viejas políticas con nuevos ropajes discursivos, que inevitablemente llevarán a la caída de miles de Pymes, la descomposición del entramado productivo nacional y a un mayor deterioro social”, advirtieron.

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