Me pregunto ahora quién es más apocalíptico. Queda claro que si el justicialismo pierde la mayoría legislativa, la oposición trabará todas las medidas que pretenda adoptar el Poder Ejecutivo actual, con lo que su proyecto de país no podrá concretarse. Es decir, volveremos al 2003. También queda claro que eso es lo que pretende la oposición, aunque no se anima a revelarlo.
La negativa a rajatabla de los avances logrado por “los K” en apenas cinco años es un claro indicio de que, manejando los hilos entre bambalinas, se encuentra la oligarquía financiera que derrocó a Alfonsín, y la oligarquía agroempresaria, que no utiliza la tierra para la producción sino para la obtención de mayores ganancias en detrimento del ambiente. Ellos son los que utilizan los medios de comunicación —que ya compraron— para el logro de sus objetivos. Y esto queda a la vista cuando se comprueba que no hay ningún programa periodístico que se oponga a la campaña desenfrenada contra el gobierno.
Es la primera vez que los periodistas han logrado un acuerdo unánime.
No creo que el pueblo se deje engañar con espejitos de colores si tiene memoria de lo que ocurría en el 2003, cuando se asaltaba a los supermercados, los desocupados morían de hambre y la moneda no valía nada. En lo que va de entonces a hoy se puede mostrar que se pagó la deuda del Fondo Monetario porque nos ahorramos los intereses y nos sacamos de encima el control de ese ente en los asuntos internos de nuestro país; miles —o tal vez millones— de emprendedores argentinos accedieron a una jubilación que al menos los deja respirar, y que no es un regalo porque siguen aportando las cuotas respectivas; recuperamos la línea aérea nacional, entregada a la rapiña extranjera cuando Menem remató la Argentina; se terminó con el negociado de las AFJP; se comenzó a consolidar el Mercosur, proceso que llevará años, como sucedió con el Mercado Común Europeo que demandó décadas; se archivó el ALCA, con el que la Administración Bush pretendía someternos; y se llevó adelante el juicio a los genocidas, a pesar de que no faltaron las voces que decían que ya era hora de olvidar el pasado (es decir, sostenían la impunidad más aberrante), entre otras medidas destacadas. Y se advierte una clara defensa del trabajo y del salario con una política de mejor distribución de los ingresos.
Creo que esto último es lo que más les molesta a los opositores.