Cualquiera que tenga algunos años puede recordar que, tiempo atrás, no existiendo nada de toda esta parafernalia, sin embargo las estadísticas mostraban que tales hechos aberrantes eran mucho menos frecuentes que ahora.
Se dirá, respecto a la violencia, que antes se denunciaba menos. Es posible en cuanto a la violencia doméstica.
Pero de todas formas una muerte no se podía ocultar.
Y , sin embargo, era harto raro, décadas atrás, el asesinato de una fémina, y menos por su pareja.
Lo cierto es que hoy, ante cada caso que, con alarmante frecuencia , con toda razón, nos conmueve ,hasta los tuétanos surge la reacción, muy humana en general y muy argentina en particular. Cual es la de buscar echarle la culpa al otro: al que tengamos más a mano: surgen asi las acusaciones estentóreas y estridentes, fundadas o no fundadas contra jueces, fiscales, policía, ministros , estado, etc etc.
Me pregunto, reflexionando conmigo mismo: habida cuenta que, pese a todo esto, hasta el momento parecieran infructuosos los esfuerzos para frenar, o al menos reducir esta verdadera calamidad ,( la violencia de género y el femicidio) si no tendremos que dar un paso más .
Y, si cuando se produce un hecho de esta gravedad, en vez de señalar el culpable fácil, abrir un debate serio sobre las causas más profundas de este verdadero colapso.
Si esto que nos aflige- es una pregunta, no una conclusión– no será, en definitiva, una consecuencia colateral de profundos cambios en lo sociológico, lo económico, lo cultural, lo moral, que ha experimentado el mundo en los últimos años.
Bien está que , ante el problema, lo afrontemos con decisión.
Y tomemos las medidas necesarias y conducentes a prevenirlo.
Pero, ocurre que, como dice el refrán, “el que se quema con leche ve una vaca y llora”.
En la actualidad, Jueces, fiscales , comisarios de Policía, y otros están curados de espanto.
Y el miedo a que los señalen con el dedo crucificándolos mediática y popularmente ante cada hecho o posible o hipotética amenaza a la integridad femenina los lleva, a veces, a adoptar posturas incoherentes y ridículas.
DOS INCREIBLES EJEMPLOS
Juro que es verídico: un amigo joven, que vive en un departamento, es perturbado a altas horas de la noche, por una vecina de la unidad de arriba, que, vaya a saberse con que intención, golpea repetidamente el piso de su morada con algún objeto contundente.
Cansado de la molestia, que se ha repetido en varias oportunidades, le tira un papel por debajo de la puerta” : “por favor , no golpees el piso con un palo en horas de la noche.
Un par de días después, este muchacho recibe una citación: debe concurrir a una comisaría cercana, porque su vecina, acompañando el papel, lo ha denunciado por “intimidación “ y “violencia de género”.
No sé como terminará el asunto: de todas manera, tendrá seguramente mi joven amigo que sufrir el engorroso y molesto trámite de presentarse, una o varias veces, en el despacho policial, o judicial, someterse a pericias o restricciones, prestar declaración indagatoria, posiblemente nombrar abogado, ofrecer pruebas y testigos, etc.
OTRO CASO
Voy a otro evento. Este más serio porque tiene efectos institucionales desde que involucra a dos altos integrantes de nuestro máximo Tribunal de la Provincia.
Uno de ellos, el Dr. Emlio Castrillón , Vocal de la Sala Civil del Superior Tribunal de Justicia, transcribe en un sitio de whas app del alto organismo, un presunto informe donde se visualizan las licencias de otra integrante del Tribunal, la Dra. Susana Medina de Rizzo, Vocal de la Sala Laboral.
Al margen que, al parecer, el informe no era correcto, en definitiva se mostraba en el sitio digital al que sólo tienen acceso los nueve Vocales del Alto Cuerpo.
Su difusión a nivel mediático general, fue , paradojalmente, motorizado por la propia afectada, quien llevó el tema al pleno del Tribunal y anunció una denuncia contra su colega.
Una simple mirada objetiva del hecho, permite advertir, claramente que el acto del Sr. Castrillón puede ser impertinente , grosero, desubicado, de mal gusto, o cualquier otro calificativo que se le quiera imprimir.
Pero es una enormidad disparatada, calificarlo , como lo hace la doctora, de “violencia de género”.
La Dra. Medina de Rizzo es alta dirigente de la Asociación de Mueres Juezas (AMJA), prestigiosa entidad que busca, entre otras cosas, un tratamiento igualitario en cuanto a oportunidades laborales, con sus pares masculinos.
Por eso resulta curioso que quienes se afanan por procurar la igualdad, pretendan escudarse en su condición de mujer, cuando, con razón o sin ella, son criticadas precisamente en razón del trabajo que comparten, en igualdad de condiciones, con sus colegas hombres : “¡a la mujer, no!”, pareciera su advertencia, como quien en un naufragio grita “¡las mujeres y los niños primero!”
Pero, en fin, el hecho es que se presenta la denuncia. En otro contexto, momento o lugar un fiscal o un juez serio le hubieran dado el destino del “artículo sexto” (o “cesto”).
Pero hay que poner las barbas en remojo. Y tener en cuenta que quien denuncia es una “mujer jueza” , del más alto nivel.
Y, como algo hay que hacer, entonces, a pedido del Fiscal de turno, el Juez de Garantías de Paraná Dr. Mauricio Mayer dicta el 13 de mayo de 2020, una medida que impone al Dr. Emilio Aroldo Castrillón la “prohibición de realizar acto violentos , molestos y perturadores contra la Dra. Medina de Rizzo, a su familia y colaboradores”.
Todo ello por el plazo de treinta días.
El Dr. Castrillón puede pedir una audiencia para solicitar que se revisen estas medidas.
Si aplicamos la estricta lógica cartesiana, esto quiere decir que, según el juez, “por treinta días” el Dr. Castrillón no puede “ejercer violencia” contra su colega del Superior Tribunal, ni sus parientes.
Por consecuencia, una vez vencido ese plazo, como la medida queda sin efecto , ¿significa que tendría “trompada libre”?
Más aún: si no quiere esperar tanto tiempo , al parecer se le otorga la posibilidad de pedir que se “revise” la medida . Y , en consecuencia, ¿se le habilite el ejercicio de” violencia “o “molestias” contra su colega?.
El desopilante fallo de este magistrado, que pretende prohibir por decreto que alguien cometa un hecho que ya es ilícito de por sí, entraría con justicia, dentro del libro de records de Guinnes “crease o no”.
Por ahora, en presencia de este lamentable espectáculo, sólo diremos que la estupidez humana no tiene límite.