La noche a todo carnaval comenzó a la hora señalada, las 22,30 y finalizó apenas pasadas las 4 de la madrugada.
Resultó una noche diferente ya que las dos primeras comparsas que salieron al ruedo fueron las últimas campeonas, las que se vienen disputando el título cada año y las que, al menos en las últimas ediciones quedan más cerca una de otra.
Inició la jornada Emperatriz y a diferencia de lo que probablemente esté creyendo el lector, esto es, que había poco público..NO, se equivoca, las gradas hacia el norte y sur no estaban como al final de la noche pero se divisaban repletas aunque a esa hora todavía no compactas como ocurrió a las pocas horas.
El ritmo de las baterías y la destreza de su reina para el contorneo, fueron el momento en que la tribuna y el sector Vip comenzó a desnudar el fervor y la alegría.
Continuó Imperio, la última campeona. Ingresó a la manga con un público que ya había comenzado a entonarse, así que, como cada año ocurre, sus bailarinas y bailarines provocaban el entusiasmo necesario como para que el público se levantara de su silla y diera rienda suelta a su necesidad de expresarse.
Cuando ingresó Bella Samba, el corsodromo estaba bien calentito, literalmente calentito ya que apretaba el calor veraniego y el que produce el salto, el baile, la alegría y el desparpajo que ya, a esa hora, parecía entrado en extasis. Dos, fueron esos momentos de desenfreno, el hit del carnaval, el tema de esa comparsa que las miles de gargantas cantan cada vez y a coro como ninguna otra canción y el paso de Sofía (transformista) que, sin ningún atuendo especial, volvió a deslumbrar al público por su entrega y dedicación.
Para el final quedó la más campeona de todas, Ráfaga cuyo trabajo en las carrozas era simplemente despampanante, ni hablar del colorido y trabajo meticuloso de su batería.
En fin, una noche soñada que nos dejó a todos a la espera de una próxima.