Año 2006: La Guerra Fría y el regreso en nueva versión

El año que concluye, está marcado por un regreso a la política de los alineamientos, y la búsqueda de los equilibrios de poder. Con el objeto de contener la hegemonía- a veces avasalladora- de las potencias tradicionales occidentales, las naciones con economías emergentes, y otras, convertidas en potencias de carácter mediano, o con roles regionales clave, como son los casos de India, Brasil, Irán, Nigeria, Sudáfrica, comienzan a explorar nuevas formas de asociación, integración, o alianzas.

El internacionalismo multilateral e integracionista, seriamente dañado con la invasión a Irak en 2003, aún no recupera las bases de confianza, elemento central en las relaciones internacionales.

Se ha constatado una marcada debilidad institucional, para prevenir el uso de la fuerza, así como persiste la incapacidad de los instrumentos internacionales para impedir el uso ilegítimo del poderío militar superior. El Derecho Internacional mantiene su estado embrionario y carente de poder, con un ejemplo cúspide, la demora en ratificar el Tribunal Penal Internacional.

No se ha incrementado el esfuerzo político, para construir instrumentos de Derecho Internacional que promuevan la integración y la cooperación, y por el contrario, se observa una reafirmación de las soberanías y los nacionalismos exacerbados.

En un corte transversal, se percibe la incapacidad de los países con poderío bélico menor, para equilibrar el poderío militar de los EEUU. En cada región, se observa a los Estados preocupados por su poderío militar, – en algunos casos de carácter nuclear- estimulando un tipo de relaciones internacionales sobredeterminadas por la variable bélica.

Ha disminuido el anterior voluntarismo en promover un sistema único de valores, o un criterio global de bien común. Los movimientos sociales masivos de décadas pasadas, con un foco específico en la paz y el desarme nuclear, se han diluido en la agenda antiglobalización. Con Irak golpeando las sensibilidades diariamente, y una latente invasión a Irán, en estas áreas, 2006 ha sido un año perdido.

Se confirma la falla central en la confianza de los estados en los organismos internacionales, sus instrumentos y su operatividad, donde el elemento principal es continuar creyendo que las relaciones internacionales estarán progresivamente menos supeditadas a la fuerza bélica. Existe un comercio y una economía global en ocasiones rutilante, no existe aún una paz y un orden global de seguridad, con sentido humano.

Por donde se observe, en el panorama mundial hay una tendencia a la tensión y a resolver los conflictos con posiciones de confrontación, y de guerra. Basta ver la situación que ha estallado nuevamente entre Somalia y Etiopía, o la reciente invasión de Israel a El Líbano. También es la enseñanza de los conflictos más representativos, como son los del Medio Oriente, la ocupación de Irak y muchas veces el olvidado Afganistán.

En los lugares mencionados, se ha detectado un ambiente de confrontación con reminiscencias de la antigua guerra fría, pero que al estar enfrascado dentro del proceso de globalización, los hace aparecer como conflictos de nuevo tipo, bajo el montaje mediático que los acompaña.

Europa occidental y los EEUU, observan con preocupación la emergencia de una Rusia más protegida económicamente, con atisbos de un poder que equilibre la balanza de poder en el mundo.

Los colosos emergentes como China e India buscan acuerdos entre ellos para contrarrestar el avasallamiento de la unidad transatlántica en la región asiática con un aliado “interno” como es el Japón. Nuestra región no ha escapado a la esa corriente de realineamientos políticos entre las naciones.

El difundido giro a la izquierda de aquellos países latinoamericanos que han elegido a líderes apartados de las corrientes más tradicionales de la social democracia y del liberalismo, hay que observarlo en la base, como un deterioro del pacto social de los estados liberales. Existe una falla en el análisis, o en el afán de desviar la atención del problema central, al no reconocer que este estado “importado” por más de un siglo en la región, no ha podido entregarle una respuesta política, a un sistema económico tremendamente avasallador en sus rasgos de injusticia e inequidad.

Claves en el país clave

Quizás ese regreso de la Guerra Fría, se vea simbolizado en el cambio de mando en el Pentágono, y en la política exterior estadounidense, reemplazando puntas de lanza más agresivas, por una búsqueda de espacios y de tiempo, para la negociación y la contención. Con más espacio de maniobra, existe expectativa para el despegue definitivo de un “mandarín” de las relaciones internacionales, como es la Secretaria de Estado Condoleeza Rice.

El terrorismo internacional, Irán, Corea del Norte, podrán ser problemas evidentes, pero más problemática ha sido la propia estrategia adoptada por los EEUU para hacer frente a los problemas.

El dólar y la economía de los EEUU podrán atravesar un período crítico, Irak continúa seguirá siendo un rompecabezas con dramáticos efectos internos y externos, pero la potencia del Norte continúa afectado en el resto del globo con sus movimientos.

Al desactivar de la escena pública a Donald Rumsfeld, un típico representante de la excesiva ideologización en las relaciones internacionales, y colocando a un veterano de la antigua guerra fría, como el actual Secretario de Defensa Robert Gates, o reactivando al antiguo Secretario de Estado, James Baker III, son movimientos que permiten observar el regreso al realismo más tradicional.

Aunque los arquetipos pueden llevar a engaño, con todo, se observa una descompresión del Gabinete de Guerra original de la primera administración de George W. Bus h. Algunos analistas norteamericanos, irónicamente hablan de un regreso del Kissingerismo, y hacen memoria de que tanto Baker como Gates, en 1991, “permitieron” que Saddam Hussein continuara por más de una década. Seymour M. Hersh en un reportaje en The New Yorker de noviembre 2006, cita a analistas políticos y de inteligencia que ponen en duda de que el gabinete de guerra montado esté desmantelado.

El soporte del neoconservadurismo en su gabinete está intacto, y a pesar de los éxodos (Wolfowitz, Rumnsfeld, Bolton, entre otros), allí está el “Cardenal Richelieu de la administración”, el Vicepresidente Dick Cheney. En la agenda está la invasión a Irán, antes de la elección presidencial en 2008, y hay algunos que se atreven a pensar que Robert Gates, el actual Secretario de Defensa, al no arrastrar los problemas de Irak, tiene la credibilidad para convencer al Congreso para la invasión a Irán.

De acuerdo a una variedad de reportajes, los preparativos para dar un golpe al actual régimen en Irán, por medio de una invasión o un bombardeo, ocuparon la agenda de la alianza transatlántica. Este plan del cambio de régimen en Irán se verá fortalecido en 2007, con la llegada de un Secretario General de la ONU como Ban Ki Moon, que apoyó el plan de invadir Irak sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU.

La guerra fría ha regresado en gloria y majestad, pero con un ropaje nuevo. Con todo el menú de posturas para su uso simultáneo, como el del realismo tradicional, realismo “duro”, idealismo pragmático, constructivismo y liberalismo, todo formando un popurrí que está bien reflejado en el film Casino Royale. Con un manual de ciencia política en la mano, hasta las lágrimas tendrán un sentido que no tenían antes.

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